Capítulo 14
858palabras
2024-03-29 11:14
Camron permaneció callado y cerró la puerta tras de sí.
Layla se agachó para verlo a través de la ventana, sin dejar de sonreír. "Después de clase iré a casa y podremos cenar juntos, ¿está bien?"
Pero Camron no le contestó y con una mirada le indicó al chófer que se marchara.
El chófer señaló al hombre que se encontraba junto a Layla y le explicó cortésmente: "Señora, le presento a Sven. A partir de ahora, será su guardaespaldas cada vez que esté fuera".
En cuanto vio los músculos que tenía Sven en todo el cuerpo, Layla se dio cuenta enseguida de que estaría bien protegida.
"De acuerdo", comentó sonriente, asintiendo feliz.
Tras la partida del auto de Camron, Layla tocó los anillos con delicadeza, y se sintió en el séptimo cielo.
Enseguida volvió al centro comercial y empezó a buscar a Jaylah.
Antes de que apareciera Layla, Jaylah ya se había enterado de lo ocurrido en la joyería. Se puso muy contenta en cuanto la vio, ahora acompañada de un guardaespaldas. "¡Tu esposo es fantástico!"
En realidad se parecía a esos hombres de las novelas románticas de directores ejecutivos, ¿cierto?
"Sobre todo cuando dijo '¿Tengo el aspecto de estar aquí para impartir justicia?' Eso sí que debió de ser excitante de ver".
Jaylah se quedó más tranquila al constatar que Camron era capaz de proteger a su amiga.
"Te conté que se porta bien conmigo", Layla esbozó una sonrisa. "¡Se siente genial ser respaldada por la familia!"
Jaylah se alegró mucho por su amiga. Pues llevaba años sufriendo y por fin había alguien que la apoyaba.
Al acabar la clase, Layla se dirigió a una pastelería para encargar una tarta de cumpleaños para su esposo.
Al volver a casa, Camron seguía ocupado con el trabajo, por lo que no lo molestó.
En vez de eso, Layla se quedó en la cama mirando una de las últimas series dramáticas en su tableta. A la hora en que Camron terminó su trabajo, ya eran más de las diez de la noche.
En cuanto salió del estudio, un sirviente le comunicó que Layla lo estaba esperando para cenar con él.
Mientras Camron llegaba a su habitación, comprobó por casualidad que ella dormía plácidamente. Ni siquiera el programa de su tableta consiguió despertarla. A veces abría y cerraba la boca, como si estuviera comiendo algo en sueños.
Camron frunció el entrecejo, sintiendo el impulso de despertarla con un golpe de su bastón contra el suelo. Justo entonces, su mano tocó la tarjeta que llevaba en el bolsillo.
Se trataba de la tarjeta de ahorros que Layla le había entregado antes.
Pese a que la cantidad de dinero era una miseria para él, que ella tuviera el gesto de entregársela no dejaba de conmoverlo.
La contempló, pensativo. Al final, terminó por taparla con una manta para que no pasara frío.
A la mañana siguiente, una llamada despertó a Layla. Con pereza, lo agarró de la mesilla de noche y contestó.
"¿Aló?"
"Buenos días, hablamos del Hospital Comunitario. Todavía no hemos recibido el pago de los gastos de la operación de su tío. Tiene plazo hasta las 5 de la tarde de hoy para liquidar las facturas antes de que el riñón donado se transfiera a otro paciente".
Layla recapacitó de inmediato. ¿La familia Boyer no había liquidado los gastos médicos de su tío como prometieron?
Ante el silencio, la enfermera preguntó: "¿Está ahí?"
"Sí, sigo aquí", contestó enseguida Layla. "Tenga por seguro que lo tendremos todo pagado hoy a las cinco de la tarde".
Luego colgó la llamada y enseguida marcó el número de su madrastra.
Transcurrieron cuatro llamadas consecutivas hasta que Quinn por fin contestó. En ese rato, Layla había perdido la cuenta de las veces que se había paseado ansiosa por la habitación.
"¿Hola?", sonó la voz apagada de Quinn.
"¿Ya pagaste las facturas del hospital del tío? Acaban de llamar y me han dicho que no han recibido ningún abono".
Layla habló con cautela, pues temía enfadar a Quinn.
Al instante se alteró el tono de Quinn. "Le transferí el dinero a tu tía la noche que te casaste con Camron Walsh. Hasta tengo un registro de la transacción. Es mejor que se lo pidas a ella".
Tras esto, Quinn colgó la llamada sin esperar respuesta.
No le quedó más remedio que llamar a su tía. Holly Carter, la tía de Layla, empezó a gritarle en cuanto mencionó el dinero.
"¿Así que vas a creer lo que ella diga? Ella nunca me dio un centavo. ¡Debes hacer algo antes de que le pase algo a tu tío!"
A Layla le irritó oír a Holly quejarse.
"Quinn es de las que no mienten. Aunque sea mi madrastra, confío en ella".
Holly contestó enfadada: "¿Por qué me has llamado si de todas formas no me ibas a creer? ¡Entonces debo ir a preguntárselo a la propia Quinn en este momento!"
Cuando se disponía a contestar, Holly colgó de improviso. Pero en cuanto volvió a llamar, el teléfono de su tía se apagó.
Entonces Layla se cambió de ropa lo más rápido posible y se dirigió a la casa de los Boyer.