Capítulo 54
1208palabras
2024-04-28 10:11
Levi escribió cinco fantasías en diferentes pedazos de papel.
1. Chupa un p*ne por 15 minutos.
2. Haz un baile erótico sin provocarle una erección.
3. Alcanza tus senos con la boca y chupa un pezón.
4. Mastúrbate sin gemir.
5. Monta como vaquera.
Quería añadir más, pero pensó que cinco fantasías ya eran suficientes. Además, no estaba seguro de que Emma pudiera hacer todo eso. Por otra parte, también debía pensar en un castigo por si fallaba. Finalmente, enrolló los papeles y los puso dentro de una pequeña caja antes de bajar a tomar un café.
Cuando llegó a la cocina, como era de esperar, Emma estaba allí, cocinando. En el instante en que la mujer se dio vuelta, sus miradas se encontraron, pero rápidamente ella rompió el contacto visual.
Emma era realmente hermosa, pero perdía el tiempo obligando a alguien a permanecer casado con ella y sufría por eso. Desde la perspectiva de Levi, ella se lo merecía.
Si tan solo lo pensara un poco más se daría cuenta de lo que podría ser su vida en manos de Levi. Ella no debía estar allí, sufriendo su ira.
Si tan solo le hubiera dado lo que él le pidió todo este tiempo, no experimentaría todas las dificultades por las que pasaba. Pero ella era dura, por lo que Levi pensó que podría jugar con ella hasta que se rindiera.
—Pásame la taza —ordenó cuando se acercó a ella.
Al instante, Emma agarró una taza y se la entregó.
—¿Todavía tienes tu período? —preguntó él, lo que hizo que Emma tosiera antes de negar con la cabeza—. Bien. Date una ducha y nos vemos allí a las nueve —indicó antes de dirigirse al otro rincón de la cocina.
Emma quería decirle a Levi que no podía participar de sus juegos salvajes porque tenía fiebre. Era como si su cuerpo ya quisiera darse por vencido, pero su mente le decía que no.
Cuando se despertó esa mañana, sintió su cuerpo muy pesado y cuando se llevó la mano a la frente se dio cuenta de que estaba muy caliente. Aún así se obligó a levantarse y desayunar para tomar la medicina después.
Estaba segura de que si se lo contaba a Levi, el hombre se enfadaría de nuevo. Si desobedecía, él volvería a hacerle daño. Sin embargo, intentó informarle de todas formas.
—E-Levi —comenzó.
Al oírla, el hombre se volvió hacia ella.
—No me siento bien. Tal vez podríamos simplemente...
—No me importa. Nos vemos allí a las nueve. Punto —sentenció y salió de la cocina.
Emma exhaló un profundo suspiro mientras acercaba la silla y se sentaba. Ojalá fuera una excusa, pero de verdad no se sentía bien. De todos modos, comió lo que cocinó antes de subir a bañarse.
Al terminar, miró el reloj de la pared. Eran las 8:30 de la mañana, por lo que todavía tenía que esperar treinta minutos.
Tomó su medicamento antes de salir de su habitación y caminar hacia la sala de juegos. Esperó unos cinco minutos más hasta que Levi llegó sosteniendo una pequeña caja en sus manos.
Emma frunció el ceño cuando sus ojos se fijaron en la caja. Por mucho que quisiera preguntarle al respecto, tenía miedo de que el hombre se transformara en una bestia y volviera a ponerle las manos encima.
Levi parecía un psicópata. A veces estaba bien, pero otras veces se ponía tan furioso que podría hacerle daño por cualquier mínima razón. Además, no jugaba de manera justa, él quería vencer siempre. Ni siquiera le daba la oportunidad de ganar.
Con eso en mente, Emma suspiró.
Cuando entraron, Levi fue directo a la cama y se sentó en el borde, mientras que ella se quedó como estatua en su lugar.
Levi apoyó la caja y comenzó a quitarse la ropa, pero cuando miró a Emma, frunció el ceño.
—¿No te vas a desnudar? Quieres que yo...
—N-No. Me… me desnudaré —dijo ella y comenzó a quitarse la ropa. Cuando lo miró de nuevo, él solo tenía puesto su bóxer.
—Esta es una caja de fantasías. Dentro hay fantasías que deberás concretar —explicó él.
De inmediato, Emma asintió.
—Si no lo haces, recibirás 10 golpes de mi parte. ¿Entendiste?
—S-Sí —contestó ella.
—No te preocupes, Emma. Las tareas son tan fáciles como contar números —comentó Levi y comenzó a agitar la pequeña caja—. Acércate, Emma.
Rápidamente, Emma se acercó a él.
—Ahora, elige —indicó él y extendió la caja hacia ella.
Luego, Emma metió una mano dentro y tomó un trozo de papel enrollado.
—Ábrelo y léelo.
Con las palmas sudadas, desenrolló el papel y leyó lo que había dentro. —Alcanza tus senos con la boca y chupa un pezón.
De repente, se formó una sonrisa maliciosa en los labios de Levi mientras tomaba el papel y lo arrugaba.
Un instante después, Emma se desabrochó el sujetador y lo hizo a un lado. Le dieron muchas ganas de llorar porque parecía que Levi quería tratarla como a un animal. ¿Por qué tenía que chuparse el pezón a sí misma?
Puedes hacerlo o recibir diez azotes —le recordó Levi con una sonrisa.
—P-Puedo hacerlo —contestó ella y comenzó a alcanzar uno de sus pechos. Lo levantó mientras inclinaba la cabeza para alcanzar su pezón. Al principio luchó, pero por suerte había sido bendecida con unos pechos enormes.
Los ojos de Levi brillaron mientras veía a Emma alcanzar su pezón. Como era una tarea fácil para ella, la mujer lo hizo sin mayores dificultades.
—¿Ves? Fue muy fácil, ¿verdad? —exclamó él.
Emma se limitó a asentir aunque estaba en contra.
—Elige otro —dijo Levi y cuando le tocó la mano maldijo dentro de su mente.
Estaba caliente, literalmente.
—Tomaste el medicamento, ¿no? —preguntó.
Emma asintió mientras agarraba otro papel.
—Chupa un... —hizo una pausa cuando vio la siguiente palabra, lo que hizo que Levi frunciera el ceño—... p*ne por 15 minutos.
—Hazlo por sólo cinco minutos, ya que tienes fiebre —dijo él. Sabía que si la forzaba demasiado, le tomaría más tiempo recuperarse y tendría que esperar para volver a tocarla y jugar con ella.
En ese momento, Levi separó las piernas, puso las manos a los lados y se inclinó hacia atrás para darle un mejor acceso a su entrepierna.
Luego, Emma se arrodilló frente a él y le bajó el bóxer. Casi jadeó cuando vio la erección que tenía.
Levi gimió cuando Emma tocó su miembro con su cálida mano y cerró los ojos en el momento en que ella se lo introdujo en la boca. Luego agarró su teléfono, que estaba a un lado, y puso el cronómetro en cinco minutos.
Emma siguió masturbándolo con su boca y le chupó la punta mientras movía la lengua de arriba a abajo. Pronto alcanzo sus bolas y las juntó dentro de su boca e hicieron un sonido cuando las soltó.
De repente, Levi se agarró a las sábanas e incluso dobló los dedos de los pies. El calor de su boca le daba una sensación de hormigueo en su miembro. El orgasmo hervía en su abdomen y quería explotar, pero cuando estaba a punto de alcanzarlo, los cinco minutos ya habían pasado.
«¡Maldición! Debí dejar que fueran 15 minutos, no 5», se maldijo a sí mismio.