Capítulo 53
1047palabras
2024-04-28 10:10
Una vez más, Emma tomó miel con su dedo e hizo una pausa para pensar un lugar donde él no pudiera encontrarlo fácilmente. Por su parte, Levi, que estaba impaciente, le pellizcó la pierna derecha, haciéndola gemir de dolor.
Finalmente eligió frotar la miel en el medio del pulgar y el índice de la mano izquierda. Luego puso el cronómetro y le dio la señal a Levi para que comenzara.
De inmediato, el hombre presionó sus labios contra su pecho izquierdo y comenzó a girar su lengua hasta que encontró su pezón. Primero lo estimuló con sus labios, después se lo puso entre los dientes y empezó a chupar suavemente, hasta que lo hizo más brusco. Incluso tiró hacia arriba del pezón y cuando lo soltó, éste hizo un ruido.

El pecho de Emma ya estaba empapado y los dedos de sus pies estaban curvados para evitar gemir. Podía ser placentero y emocionante para él, pero para ella era una tortura.
Cuando Emma volvió a mirar el teléfono vio que a Levi le quedaba un minuto.
De pronto, la forma en que lamía y mordisqueaba su piel se volvió áspera. Dentro de la venda, Levi fruncía las cejas, estaba impaciente.
En ese momento, Emma sonrió porque le estaba haciendo sentir lo difícil que era buscar cosas imposibles, como cuando él le pedía el divorcio.
De repente, el sonido del cronómetro invadió el lugar y Levi inmediatamente se quitó la venda y dirigió sus furiosos ojos hacia ella.
—¡¿Cómo te atreves a engañarme?! —gritó y rápidamente le agarró el cabello y tiró de él mientras acercaba su rostro a ella, pero Emma se limitó a fruncir los labios y hacer una mueca cuando apretó su agarre.

—¿Dónde mierda lo escondiste? —preguntó él con los dientes apretados y sin apartar la mirada de ella.
Emma se contuvo para no llorar y así devolverle la misma tensión que sus ojos arrojaban hacia ella… Luego levantó la mano.
Levi la miró y justo antes de que ella pudiera hablar, su palma derecha aterrizó en su mejilla izquierda, lo que la hizo caer sobre la cama y dejar escapar el envase de miel de su mano. Su grito estridente resonó en la habitación.
Al instante, levantó su mano temblorosa y se tocó la mejilla, que comenzó a sentir entumecida.

—Púdrete —exclamó Levi y volvió a tirar de su cabello, la levantó y le dio una bofetada en la mejilla derecha con el dorso de su mano.
Pronto, las lágrimas bloquearon su visión y trató de mirar a Levi debajo de los mechones de su cabello… Intentó hablar pero nada salió de sus labios. Finalmente, Levi la soltó, y cuando abrió los ojos, todo el lugar parecía derrumbarse. Estaba ensordecida y solo veía el rostro borroso de Levi. Se sentía tan cansada que no podía ni entender lo que el hombre decía.
Sus sollozos llenaron toda la habitación, lo que hizo que Levi se volviera frenético. De esa manera, fue al otro lado y tomó dos bufandas. Luego tiró de Emma y la obligó a levantarse, pero su cuerpo se debilitó y colapsó. La mujer empezó a sentir mareos que intentó contener por sí misma.
Con eso, Levi se sintió irritado, así que simplemente la cargó y la arrojó de nuevo a la cama.
Emma, a pesar de sentirse débil, intentó resistirse, pero Levi comenzó a luchar, utilizando su fuerza para inmovilizarla. Pronto logró tomar su mano izquierda y atarla al poste de la cama e hizo lo mismo con la otra.
—E… Levi. —El nombre de su esposo salió de sus labios temblorosos mientras continuaba resistiéndose, pero el hombre era demasiado fuerte para ella.
—Sigues desobedeciéndome, Emma —dijo él, lo que la hizo llorar aún más.
En un comienzo, él dejó en claro que podía poner la miel donde quisiera y él debía encontrarla; no podía entender por qué había reaccionado con tanta rabia. Había perdido, ¿por qué no podía aceptarlo?
De repente, un pensamiento cruzó por su mente: sin importar cuánto intentara ganarle, el hombre nunca quiso que ella obtuviera ni una sola victoria. Así, jugar con él no tenía sentido, pero no podía resistirse porque debía hacerlo... estaba obligada a hacerlo.
Todos sus juegos habían sido pensados por él desde el principio para nunca dejar que ella ganara.
En ese momento, Emma dejó de resistirse porque sabía que no podía hacer nada. Levi todavía podía hacer lo que quisiera.
Levi se elevó sobre ella y comenzó a bajar su rostro. Cuando estaba a punto de presionar sus labios contra su cuerpo, Emma sólo cerró los ojos y sollozó, pues estaba demasiado cansada para detenerlo, además de que era casi imposible.
El hombre quedó cautivado por la vista del pezón de Emma que tenía desde allí. No pudo evitar presionar sus labios sobre él, lo que hizo que Emma arqueara su cuerpo hacia la izquierda y curvara los dedos de los pies. Un segundo después, Levi redondeó sus labios y sopló aire frío al pezón izquierdo de Emma.
¡Y eso fue otro tormento para ella! Pero sabía que ni siquiera suplicándole para que se detuviera podría hacerle cambiar de opinión.
Levi volvió a soplar, esta vez haciendo que su aliento fuera más cálido al acercarse a su pezón y exhalar con la boca abierta. Y cuando no pudo aguantar más la sensación, se metió el rosado y excitado pezón dentro de la boca y comenzó a mordisquearlo, haciendo a Emma gemir y sollozar un poco más fuerte.
Después de unos segundos, Levi se colocó sobre el pecho derecho e hizo lo mismo. Emma esperaba que no le mordiera el pezón, pero su pensamiento fue interrumpido por un mordisco que la hizo gritar su nombre. Sin embargo, esta vez no lo hizo tan duramente como con el anterior.
Cuando terminó, Levi se puso de pie y ese fue el momento en que Emma abrió los ojos: las lágrimas brotaban de ellos, pero no podía limpiarlas.
—Mira qué patética eres, Emma —dijo él y caminó desnudo hacia el baño. Después de unos minutos, salió en bata.
En ese momento, se acercó a ella para desatarla... Emma no pudo evitar desviar la mirada hacia la izquierda.
—Mañana es día festivo, así que podremos jugar todo el día —afirmó Levi y salió de la habitación.