Capítulo 48
951palabras
2024-04-28 09:48
CUANDO LAYLA BAJÓ, se encontró con que Emma aspiraba el suelo. Corrió hacia ella y exclamó: "Detente".
Emma la miró confundida. "¿Qué te pasa?". Emma detuvo la máquina.
"Deja que mi esclava haga las tareas del hogar hoy". Layla intentó agarrar la aspiradora, pero Emma se resistió. "Emma...".
Emma suspiró y cedió.
"Ahora, amiga mía, quiero que descanses todo el día", le dijo Layla y le guiñó un ojo.
Emma puso los ojos en blanco. "Levi podría enojarse…".
"Te lo aseguro... no lo hará". Layla volvió a mirar hacia las escaleras y después le echó un vistazo a su reloj. "Dónde está esa maldita, le dije que bajara en dos minutos, pero aún no está aquí".
"No te excedas, Layla. Te conozco", le advirtió Emma.
Estaba a punto de entrar a la cocina cuando Layla la detuvo: "¿Y a dónde vas ahora?".
Emma frunció el ceño. "A la cocina. Voy a preparar el desayuno".
Layla negó con la cabeza. "No, lo hará mi esclava...".
"Tengo que salir", Levi interfirió. "Layla, sé amable con mi Gianna", añadió con los ojos clavados en Emma, volviendo a dejarle bien en claro que era Gianna a quien en verdad amaba.
"Yo no soy amable con nadie, y no te atrevas a mirar así a mi mejor amiga", dijo Layla mientras impedía que él la siguiera mirando. "Te estás pasando, Levi. ¿Por qué no la perdonas y le das una oportunidad? Sí, arruinó la supuesta felicidad que tendrías junto a tu amane, pero ¿crees que Gianna te es fiel? ¿O solo quiere tu dinero?".
Levi se quedó mirando a Layla a los ojos.
"Ahora que tu empresa se recuperó en los mercados, ella volvió a aparecer. Pero cuando la compañía se enfrentó a graves problemas, ¿dónde estaba ella? ¿En el extranjero desarrollando su carrera de modelo? ¿En serio?".
"Layla, basta", la frenó Emma y la hizo entrar a la cocina.
"¿Qué sucede contigo? No tienes que defenderme y suplicarle en mi nombre".
"No le estoy rogando nada, estoy tratando de que entre en razón. Depende de él la manera en que se percate de la realidad. El mensaje fue claro: la lealtad de Gianna".
Emma suspiro y estaba a punto de responder cuando vio a Gianna acercándose a ellas.
Se cruzó de brazos y preguntó: "¿Qué? ¿Qué tengo que hacer?".
"Ama. Quiero que me llames ama", ordenó Layla; Gianna puso los ojos en blanco.
Layla le sonrió.
"Está bien, esclava, prepara el desayuno para mí y para Emma".
"¿Por qué habría de hacer eso?", preguntó Gianna con fastidio.
"¿Por qué? ¿En serio me estás preguntando por qué tienes que hacerlo?", Layla se burló. "¿Eres tarada? Porque soy tu ama y tú eres mi esclava", le recordó altanera.
"Levi me dijo que es mi decisión si te obedezco...". Gianna no terminó lo que iba a decir, Layla la agarró del pelo y tiró de ella, lo que desenlazó en un griterío.
"Desobedece y te castigaré".
La tos de Emma interrumpió la advertencia de Layla. "¿Por qué habla como Levi?", pensó. Las dos eran superiores, y Emma no sabía qué pasaría cuando Layla se marchara a Nueva York y Gianna participara en un desfile de moda en París.
"¡Suéltame el pelo!".
Emma volvió a sus sentidos cuando Gianna gritó.
"Layla se detuvo…".
"No. Y mantente al margen de esto Emma. Esto es parte del juego y ella tiene que cumplir con su palabra. Ahora, tú". Levantó la cabeza de Gianna jalándola del cabello. "¿Obedecerás o probarás cómo se sienten un puño y una patada?", Layla la amenazó, y Gianna se calmó como un cachorro indefenso.
"Muy bien, perrito, quiero decir, esclava". A continuación, Layla la soltó.
Gianna se arregló el cabello e hizo una mueca cuando se tocó el cuero cabelludo.
"¿Qué estás mirando?".
"¿Qué quieres comer?", preguntó Gianna.
"Ama. Te lo dije, llámame ama…".
"Bien, ama, ¿qué quieres comer?", se dio por vencida.
"Espera, déjame que lo piense", contestó, e hizo de cuenta que estaba tomando una difícil decisión. "¡Oh! ¡ya sé! Sopa de ostras".
"¿Ostras? ¿De dónde diablos sacaré ostras?". Gianna se volvió hacia Emma. "Perra, ¿tienes un montón...?".
Gianna no terminó lo que estaba a punto de decir, Layla le dio una patada en el trasero y la hizo caer al piso.
Gianna se echó a llorar. "¿Qué diablos te pasa?".
Layla sonrió. Pero a Emma, ver a su amiga con una actitud malvada la ponía muy incómoda, de hecho, le ponía la piel de gallina.
Layla se acercó a ella y miró hacia abajo. La agarró por la mandíbula y le apretó las mejillas, por lo que Gianna hizo una mueca de dolor. Emma intentó detenerla, pero Layla la obligó a retroceder.
"Ni se te ocurra volver a insultar a mi amiga, o no dudaré en destrozarte la cara". ¡Qué asco! ¡Eres repugnante! Y deja de llorar, me irritas. Ahora, ¡levántate y cocina!".
Gianna no volvió a pronunciar una palabra e hizo lo que Layla le pidió.
Sin embargo, como no sabía cocinar, tuvo problemas desde el instante en que sacó la comida del refrigerador.
"¿Por qué tardas tanto?", preguntó Layla mientras dejaba una taza de café frente a Emma.
Gianna se volvió hacia ella. "No me dijiste qué cocinar...".
"Claro que sí, te lo dije, perra. Dije sopa de ostras. Bueno, veo que eres una inútil, cocina cualquier cosa, asegúrate de que esté sabroso...".
"No sé cocinar", insistió Gianna.
Layla se golpeó la frente con la palma derecha. "¿En serio? ¿Y quieres casarte con Levi? Oh, Dios, ese hombre está ciego, ahora me doy cuenta". El comentario de Layla, no le gustó a Emma. "Bueno, entonces limpia las baldosas del piso con un paño húmedo hasta que brillen…".
"Pero…", titubeó.
"Obedece".
Gianna asintió.