Capítulo 20
1002palabras
2024-04-22 10:44
“En cada uno de nuestros juegos necesitamos una palabra de seguridad. Azul para continuar, rojo para detenernos y negro si sientes que las cosas se pusieron demasiado intensas, pero quieres seguir jugando”, explicó Levi.
Emma intentó regristrar los códigos en su mente. El juego de Levi le parecía cada vez más raro.
“Más te vale que si dices rojo, estés lista para responder mis preguntas o hacer lo que podas. De lo contrario, enfrentarás ciertas consecuencias. Eso sin olvidar que no podrás usar ninguna de nuestras palabras de seguridad hasta que terminemos”, le advirtió Levi, bajando su mano al c*lo de su mujer. Ella g*mió de nuevo, mientras las cosquillas y el calor se concentraban en su vientre. Además, le daba la impresión de que su vag*na estaba húmeda.

Ella apretó los puños por la estimulación, lo que ocasionó que Levy sonrienta. Acto seguido, él comenzó a masajear su sexo, aunqe conteniéndose bastante, apenas y acariciaba sus labios vag*nales y recurría a toda su fuerza de voluntada para no penetr*rla salvajemente con sus dedos.
Los sofocados gem*dos de Emma lo excit*ban. Él colocó sus manos en el trasero de su amada, primero suavemente y luego estrujándolo, haciendo que ella gim*era en el proceso. De repente, le pidió más.
“Puedo tocarte, pero tú a mí no… Únicamente puedes tocarme si yo te lo indico. ¿Entendiste?”.
“Ah… sí”, respondió ella con la voz quebrada. A pesar del placer que sentía, se esforzaba al máximo por no gemir, pues el toque de Levi la estaba llevando al cielo.
Hasta ella reconocía que la forma en la que ese hombre la tocaba, una combinación entre brusqueda y suavidad, llevaba placer a todos los rincones de su cuerpo.
Cuando Levi notó Emma estaba lista, comenzó a darle ligeras nalg*das, en movimientos ascendentes. Hizo una pausa para quitarse la camisa y la mujer soltó un gem*do de placer cuando sintió el duro abdomen chocando contra sus carnosos atributos.

Aunque moría de ganas de voltear, Emma no lo hizo y se quedó quieta, mientras su esposo seguía tundiéndola, alternado entre un glúteo y otro. Lo único buen en esta ocasión era que únicamente le pegaba en la carne, así que ella prácticamente no sentía dolor, a diferencia de la primera vez.
De hecho, le daba la impresión de que el hombre quería torturarla… pero de placer.
“Levi…”, musitó, haciendo que él parara en el acto.
“¿Qué pasa, Emma? ¿Acaso estás lista para firmar nuestro divorcio?”.

"N-Nunca... ahh", chilló, mordiéndose el labio para que él no la escuchara g*mir.
Levi comenzó a golpearla con más fuerza, siempre asegurándose de golpear el centro, donde se concentraba el músculo, y evitando los huesos y los costados.
Emma no pudo contener más sus sonidos de placer cuando Levi le acarició el glúteo izquierdo mientras le nalgeaba el derecho. Levi, satisfecho porque Emma no hubiera dicho ninguna de sus palabras de seguridad, la empujó. El cuerpo de su amada terminó sobre la sábaba, aunque los dedos de sus pies tocaban la alfombra. Levi reanudó el castigo sobre su c*lo, y comenzó a golpear ambos dur*znos al mismo tiempo, haciendo que ella casi perdiera el conocimeinto.. Después de un rato, Levi le dio la espalda y la giró para que quedaran frente a frente, ocasionando que su tremebundo c*lo rebotara en el proceso.
Eso hizo que el hombre casi perdiera el control. Para recuperar la compostura cerró los ojos unos segundos. Emma hizo lo propio, pues estaba sobreestimulada. Sin emabrgo, ella abrió los ojos al sentir movimientos firmes masajeando sus ch*chis. Él siguió durante un rato y luego procedió a pellizcar sus pez*nes, ocasionando que ella gim*era.
"Levi... por favor", suplicó.
"¿Por favor qué?", respondió él, con una sonrisa malvada en los labios.
Como respuesta, ella siguió gimiendo.
"Sé lo que deseas, pero primero tienes que darme lo que quiero", señaló.
Emma negó con la cabeza y apretó los ojos, para no explotar ahí mismo.
Arqueó la espalda al sentir los dedos del hombre bajando por su vientre, hasta colocarse en su ardiente s*xo. Lentamente comenzó a trazar su entr*da, pero nunca introdujo alguno de sus dedos en su interior.
Levi se divertía con ella. La llevaba al borde del orgasmo y luego paraba. Después de una repeticiones, ella se quejó.
“Esto es todo lo que te daré. Concéntrate en la sensación. Si me das lo que quiero, pometo que seré… muy complaciente contigo.
Empero, Emma era bastante orgullosa, así que negó con la cabeza.
De repente, la estimulación paró, así que ella abrió los ojos para averiguar qué pasaba. Se sorprendió al ver a su marido quitándose el cinturón y desabrochándose el pantalón, abriendo el cierre en el proceso. Casi al instante salió a la vista un inmenso b*lto, envuelo en un bóxer Calvin Klein.
Se sonrojó al instante, pues nunca había visto un p*ne real en su vida, exceptuando la vez que vio uno en una película p*rno, que su amiga Layla la obligó a ver end su último año de universidad.
Eso no impedía que se muriera de ganas por saber cuánto medía el mi*mbro de Levy.
Él sonrió cuando se dio cuenta de la forma en la que Emma le veía la v*rga. Para provocarla más, se bajó un poco el calzón, haciendo que ella lo viera con más intensidad. Cuando se lo quitó, caminó hacia ella y le abrió las piernas, lo que dejó a la pobre sin palabras.
Acto seguido, acarició su p*to, que se alzaba firme y orgulloso. Emma miraba todo con sus inocentes ojos bien abiertos.
«¡Es enorme! No estoy segura de que eso me quepa», pensó.
No pudo pensar más, pues lo siguiente que supo fue que la cabeza del p*ne de Levy se posiconaba en la entrada de su vag*na.
«Está a punto de emp*larme con su descomunal y sensual p*to rosado», se dijo, preocupada.
Gim*ó como loca cuando comenzó a rozar su interiro, aunque sin atreverse a entrar. Era como siq quisera matarla de placer.
«¿Por qué me tortura de esta forma?», se preguntó.