Capítulo 19
1011palabras
2024-04-22 10:43
EMMA ESPERABA A QUE LA MANECILLA DEL RELOJ MARCARA LAS DIEZ. A pesar de que tenía sueño, se obligaba a mantenerse despierta, pues solo faltaban 45 minutos para que fuera su turno.
Lanzó un largo suspiro y entró al baño para lavarse la cara. En el espejo, además de su pijama notó que no había ningún cambio en sus rasgos físicos. Sin embargo, cuando se bajó el pantalón, con todo y ropa interior, y se voltéo, notó el inmenso moretón que le había causado los azotes. Sin embargo, parecía que ya iba cediendo, pues Levi no la tocó después de nalgu*rla 30 veces.
Se volvió a vestir y salió del baño. Miró la hora y suspiró. Decidió que lo mejor era esperar afuera a Levi, pues de lo contrario terminaría dormida.

El pasillo del segundo piso estaba oscuro, apenas iluminado por unas tenues luces amarillas pegadas a la pared. En contraste el primer nivel, en donde se encontraba la sala, estaba completamente iluminado.
Caminó hasta la imponente puerta negra y esperó. Sin embargo, un impulso por tocarla la invadió. Justo cuando estaba por hacerlo, escuchó gem*dos. Gem*dos de mujer. Frunció el ceño y se dirigió hasta la fuente del ruido, que parecía provenir del cuarto de juegos de Levi. Se detuvo justo frente a la puerta del hombre.
Hasta sus oídos llegaron claros los gem*dos.
“Hmmm… Levi… voy a… ¡ah!”, musitó Gianna, con la voz quebrada por el placer.
Emma comenzó a temblar y sintió una opresión en su pecho. Se llevó una mano a su corazón y apretó con fuerza su piel, mientras las lágrimas comenzaban a escurrir por sus mejillas. Estaba tan afectada que perdió la noción del tiempo, escuchando los sonidos que emitía la otra mujer, llevada completamente por el placer. Regresó en sí cuando la puerta se abrió y Levi apareció frente a ella. Apenas la vio, la confusión apareción en su rostro.
Con las piernas temblorosas, Emma se dirigió hasta el cuarto de juegos del hombre, quien sin decir nada la siguió.

Cuando llegó a su destino, se colocó frente a la puerta y se hizo a un lado, para que Levi ingresara el código de seguridad en en panel, que había conseguido de Alán.
Ninguno dijo nada hasta que entraron al cuarto.
“¿Quéhacías llorando afuera de mi cuarto?”, cuestionó él.
Ella no respondió. Únicamente sacudió la cabeza y comenzó a desvestirse. No había necesidad de que el hombre le dijera que hacer, pues ella ya se sabía la dinámica: en su presencia y en ese cuarto, tenía que someterse. No le importaba lo que Levi tuviera preparado para ella, pues estaba dispuesto a todo con tal de prolongar su dinámica con él, con la esperanza de entorpecer su relación con Gianna.

“Como ya sabes qué tienes que hacer, quiero proponerte algo nuevo: un juego. No te parece mal, ¿verdad? Después de todo, somos compañeros de juego”, sondeó.
"S-Sí".
"Emma, no tengas miedo que ​​no voy a matarte", murmuró él, antes de soltar una carcajada, dejando a la mujer sin palabras, pues era la primera vez que demostraba una emoción que no fuera enojo.
“No me disculparé por lo que te hice en los últimos días, pues te lo merecías”, agregó, apretando los dientes.
Avergonzada, Emma bajó la mirada.
"Pero como somos compañero de juegos, intentaré controlarme. Eso sí, no puedo prometerte nada”, añadió él
Ella asintió, abrazándose, pues como estaba únicamente en ropa interior, el frío comenzó a incomodarla.
"Ahora, Emma, ​​quítate el brasier", ordenó él, sin moverse ni un ápice: seguía en el marco de la puerta, con los brazos cruzados. "Y luego, el calzón", remató.
Emma cerró los ojos e inhaló profundamente, pues nunca se había desnuado frente a otro hombre. No obstante, Levi, su marido, así que no tenía nada de malo, o eso se dijo, para mantener la calma.
Cuando quedó desnuda de la cintura para arriba, colocó sus manos sobre él resorte de su calzón y lo dejó caer. Apenas la tela tocó el piso, la pateó hacia un lado.
Levi quedó hipnotizado por lo hermoso que era el cuerpo de Emma. Tal como lo había imaginado, la chica era prácticamente perfecta: sus s*nos eran grandes y firmes y su estómago plano, con unas bien proporcionadas caderas, confiriéndole a su cuerpo la forma de un reloj de arena. Eso sin olvidar lo bello y rosado que era su s*xo. Levi estuvo a punto de adorarla, hasta que recordó cuál era su papel.
«Tengo que controlarme», se recordó.
"Ahora, súbete a la cama y p*nte en cu*tro para mí”, le indicó.
Emma no sabía que esperar, pero decidió dejarse llevar. Se subió a la cama, asumió la posición que le pedían y apoyó sus manos y sus rodillas sobre la sábana roja de seda.
Levi cerró los ojos al ver la perfecta vag*na de Emma. Quería tomarla por la fuerza en ese instante, pero se recordó que tenía que mantener el control.
"El juego es spanking, Emma", anunció, acercándose a ella.
Emma asintió. Aunque no sabía de qué se trataba, sabía que estaba relacionado con las 30 nalgadas que Levi le había dado con anterioridad.
El hombre contempló más de cerca a Emma y se le cortó la respiración al ver el pequeño moretón que había en su n*lga izquierda.
Aunque no entendía muy bien la razón, siempre tenía ganas de nalgu*ar a Emma.
Ella cerró los ojos al sentir la fría mano de su esposo frotando su glúteo lastimado y sintió como el dolor se expandía por la zona, por el masaje que él le daba. Sin embargo, no quería molestarlo, así que se mordió el labio para no emitir ningún sonido.
Luego, Levi concentró su atención en su n*lga derecha, haciendo que el calor y el deseo se expandieran por todo su cuerpo. De repente, sintió un calor que desconocía en su vientre.
“Para cada uno de nuestros nuevos juegos tendremos una palabra de seguridad, Emma", dijo, acariciando su ch*chi izquierda.
Por la estimulación, la mujer soltó un gem*do. Levi sonrió, pues sabía que había logrado excitarla con éxito.