Capítulo 13
1057palabras
2024-04-22 10:43
Levi estaba furioso con Emma y decidió que era hora de castigarla.
«Lo siento mamá, pero tengo que hacerlo. Es la única forma», pensó Levi.
Insertó la llave en la cerradura, giró la perilla, arrastró adentro a la mujer y cerró la puerta. Decidió que cambiaría la cerradura a una má práctica, que no requiriera de llave.

“¿Qué hacemos aquí?”, preguntó Emma .
Él se acercó a ella y casi mald*jo cuando el dulce aroma del pelo de Emma inundó sus fosas nasales. "Vamos a jugar", le susurró, mientras recorría con sus labios los lóbulos de sus orejas. Sonrió cuando sintió que ella se estremecía.
Antes de perder el control se alejó de ella.
Levi estaba eufórico, pues se encontraban dentro de su cuarto de juegos. Había soñado con usar todas esas cosas sobre otra persona y la primera sería Emma. Sin embargo, como era la primera vez de la joven, decidió que algo leve bastaría para hacerla suplicar.
Nunca había hecho nada de eso con Gianna, pues a ella la amaba y atesoraba. De hecho, aunque formaba parte de su colección, quería darle lo mejor.
Todavía recordaba la primera vez que vio todas las cosas que había dentro del cuarto. Fue en su cumpleaños número 21 cuando su padre habló con él y lo dejó pasar a un cuarto en el que tenía prohibida la entrada, para que viera lo que había adentro.

También recordaba que esa era la misma habitación donde vio a su papá azotando a su mamá.
Ese día, su padre le explicó que era un dominante, un sád*co, un monstruo sex*al. Al principio no entendió nada, pero conforme más le contaba, más interesado se sentía.
Su padre le explicó que cuando una persona entraba en dinámicas de dominación/sumisión y tomaba el papel de amo, debía siempre estar en control y era quien decidía como iniciar cualquier actividad sexual.
El padre de Levi le explicó todo, pero no porque quisiera que lo imitara, sino para confesarle lo arrepentido que estaba de haberle hecho algo así a su madre. De hecho, le hizo prometer que él nunca le haría algo así a otra persona.

Sin embargo, el interés de Levi nació en ese momento y desde ese día no dejó de coleccionar juguetes BDMS.
Nunca creyó que llegaría el día en el que usaría todo eso. De hecho, había confiado en que Emma aceptara su trato, pero esa p*rra no le había dejado otra opción.
"Venda”, dijo.
Los ojos de Emma se abrieron mucho al escuchar aquello.
"Creo que dije venda", insistió.
"Pero, pero…", tartamudeó Emma, negando con la cabeza.
“No me hagas repetirlo una vez más, Emma. Ya me escuchaste”, le advirtió el hombre, apretando el puño.
“No, Leví. Este no eres tú. Estoy dispuesta a ceder si vuelves a ser el de antes...”, comenzó.
"¡Mald*ta sea Emma! ¿Esperas que te haga el amor suavemente? Tienes que estar bromeando”, se burló Levi.
"¿Podemos hablar?", preguntó Emma, retrocediendo.
“Si no quieres complacerme, presenta el divorcio mañana a primera hora. Solo así me detendré”.
"No", respondió Emma, negando con la cabeza.
“Entonces, desvístete”, exigió el sonriente hombre.
El cuarto de juegos de Levi contaba con muebles sexuales, como bancos para azotar y dispositivos de suspensión, así como herramientas del oficio como floggers y paletas. Sin embargo, esa solo era su colección personal y no tendría que usar nada con Emma, si ella cooperaba. Incluso si tenía que hacerlo, no planeaba torturarla demasiado: se detendría apenas ella le devolviera su libertad.
"¿Que estas esperando? Desvístete, Emma”, indicó el hombre, a punto de perder los estribos.
La habitación contaba con temperatura controlada y estaba configurada para que fuera cómoda para una persona desn*da.
Emma no dejó de llorar mientras lo hacía. "Este no eres tú... Levi", sollozó, quitándose la blusa.
Como respuesta, Levi simplemente la miró feo.
La chica se quitó el brasier, dejando sus s*nos expuestos, pero ni así disminuyó la ira de Levi.
Ella siguió desvistiéndose hasta que dar completamente desn*da.
Luego, Levi caminó hacia la mesa de madera que se encontraba en el lado izquierdo de la cama y abrió el primer cajón. Sacó una venda de seda roja.
"Siéntate en la cama", ordenó, mientras cerraba el cajón.
Emma ya no se quejó ; simplemente hizo lo que él decía. Se acercó a la cama y se sentó en la fría y sedosa sábana roja.
Levi caminó hasta la mujer, quien jadeó cuando él le colocó la venda en los ojos. Con solo la oscuridad por delante, comenzó a ponerse nerviosa.
“Dame el divorcio”, soltó Levi, jalándole el pelo.
Ella negó con la cabeza, lo que ocasionó que Levi le jalara el pelo con más fuerza, haciéndola gritar.
"Me aseguraré de que te arrepientas de esto", le susurró al oído, mientras le mordía el lóbulo de la oreja.
“Yo… no me arrepiento de esto. Te amo, Levi y por ti soportaré todo. Ya lo…”, no terminó, pues Levi le jaló tan fuerte el pelo que la tiró en la cama.
"No te muevas", le ordenó, parándose. Ella obedeció.
El hombre abrió otro cajón y tomó unas esposas suaves, que había comprado en línea en la Boutique del Bondage.
Emma no tenía idea de lo que estaba sucediendo porque estaba cegada. Su pecho temblaba por el miedo, pero su determinación seguía intacta.
«Puedo hacerlo», se animó.
Jadeó de nuevo cuando Levi la levantó y puso algo en su mano izquierda antes de tomar la otra.
Intentó separar las manos, pero ya estaba inmovilizada.
"Ehh…Levi, ¿qué me hiciste? ¡Levi!" gritó, presa del pánico. Como respuesta, el molesto hombre le metió una cachetada, que la impactó contra el colchón.
Ella comenzó a patalear, en un intento por alejarse de él, pero se detuvo al sentir algo duro contra su espalda.
"Tienes miedo, ¿verdad?", sondeó Levi, haciendo que Emma llorara con más fuerza.
"No hagas esto, Levi", suplicó.
“Entonces, dame el divorcio”.
"Sa-sabes que no puedo dártelo", respondió ella.
Emma lanzo un grito agudo y estridente cuando sintió una mano cálida que sujetaba su pie izquierdo.
Levi, furioso por la resistencia de su esposa, la cacheteó con tanta fuerza que la hizo perder la consciencia. Al notar lo que había hecho, se limpió el sudor de la frente con la palma de su mano.
“¡Mald*ción!”, exclamó, mientras la desamarraba. Acto seguido la cargó y la sacó del cuarto.