Capítulo 10
494palabras
2024-04-22 10:42
La mañana del sábado, Emma madrugó con el propósito de hacer el desayuno para Levi. Incierta sobre la hora en que él decidiría desayunar, recordó los tiempos en que convivían bajo el mismo techo durante su infancia, en una casa de vacaciones, gracias a la amistad de sus padres.
En aquel entonces, Levi solía levantarse temprano, alrededor de las cinco o seis de la mañana, pero eso fue cuando ella tenía quince años y él dieciocho.
Desde que tomaron caminos separados y él encontró a quien consideraba su verdadero amor, muchas cosas habían cambiado. Y la simple idea le causó un dolor punzante en el pecho…
Exhaló un suspiro, recordándose a sí misma que, al fin y al cabo, se había convertido en su esposa.
No estaba acostumbrada a encargarse del hogar, ya que su familia contaba con personal de servicio. Sin embargo, durante su etapa universitaria, aprendió a cocinar gracias a su amiga Layla. Realizar algunas tareas domésticas no le resultaba tan complicado, ya que había ido aprendiendo por su cuenta.
Reconocía que había sido algo consentida, pero siempre se esforzó por organizar sus pertenencias por sí misma en lugar de delegarlo a las empleadas. En cuanto a la limpieza y el lavado de ropas, pensó que podría recurrir a tutoriales en línea para aprender.
Optó por preparar un desayuno simple, consistente en jamón con huevos y pan tostado. Planeaba hacer café en cuanto Levi apareciera.
Estaba limpiando la cocina cuando percibió el sonido de pasos acercándose hacia ella.
Quedó impresionada por la imponente presencia de Levi, quien se aproximaba con un porte que recordaba al de un dios griego. Era increíblemente atractivo, con un rostro de proporciones ideales, nariz definida, labios voluminosos, y una mandíbula marcada acentuada por una barba incipiente. Su físico era notablemente atlético, como si su tío Everett y su tía Isabella hubiesen conspirado en su concepción. Sin duda, la herencia genética jugaba a su favor.
Al hacer una comparación con una celebridad, Levi podría ser visto como una versión más joven de Jensen Ackles.
“Buenos días”, saludó, recibiendo a cambio una mirada indiferente. “¿Quieres café?”, preguntó.
Levi se limitó a tomar una taza sin decir palabra. Ella exhaló un suspiro y finalizó sus tareas antes de servirle un plato.
Levi, revolviendo su café, le propuso mientras se sentaba: “Dame otra oportunidad, como tu mejor amigo. Firma los papeles de divorcio y déjame libre”.
Un atisbo de remordimiento la invadió al oír su tono suave pero grave. En vez de contestar directamente, ella ofreció: “¿Te apetecen jamón y huevos?”.
“No. Te lo voy a pedir otra vez”, insistió él, mirándola fijamente, lo que incrementó su nerviosismo.
“Yo… no puedo hacer eso”.
Por un instante, percibió un destello de soledad en su mirada, que rápidamente se transformó en ira al esbozar una risa forzada.
“Lo siento, entonces”, expresó, dejándola confundida.
Se preguntaba por qué él sentía la necesidad de disculparse cuando, en realidad, ella era la causante de la situación…