Capítulo 6
409palabras
2024-04-22 10:41
Al día siguiente, Levi visitó la oficina de su tío David, decidido a persuadirlo para que anulara el contrato. Aunque su madre intentó disuadirlo, su determinación era firme.
“Tío, te lo imploro”, suplicó, casi sin voz, debilitado pero esforzándose por mantenerse erguido ante David.
Pero la desesperanza lo invadió al ver a su tío negar con la cabeza.
“Por favor, tío…”, sus rodillas flaquearon hasta tocar el suelo: “Por favor…” susurró, buscando un atisbo de compasión.
“Amo a Gianna…”, decía. Las lágrimas surcaron su rostro, angustiado por la idea de tener que decirle a su prometida que se casaría, pero con otra mujer.
“Emma te ama, Levi. Dale una oportunidad”.
El llanto de Levi se intensificó, cerró sus puños y bajó la cabeza, desgarrado por el dolor que sentía.
David desvió la mirada, incapaz de soportar el sufrimiento del muchacho. Aunque no estaba de acuerdo con la petición de Emma, no podía negarse a su única hija, pues el temor a perderla lo consumía.
Levi permaneció de rodillas por unos minutos, llorando con la desesperación de un niño que deseaba un juguete que su madre se negaba a comprarle. Nunca había suplicado así. Nunca se había humillado de tal manera…
“¿Por qué…?”, murmuró. “¿Por qué, tío?”.
“Lamento esto, muchacho. Somos familia, y mi intención es ayudar…”.
“¡Dem*nios!”, exclamó Levi mientras se levantaba lentamente. Se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y fijó su mirada en los ojos de su tío David. “Eras el mejor amigo de mi padre. Mi madre y tía Ella eran inseparables. ¡No quiero tu ‘ayuda’ con la empresa!”, reprochó.
Tomó un momento para respirar hondo antes de seguir: “Sabías bien que rechazaría tu ayuda y que me opondría al acuerdo, así que fuiste a convencer a mi madre. Te aprovechaste de ella. Estabas consciente de su facilidad para ser persuadida. ¡Optaste por amedrentarla a ella en vez de enfrentarme a mí, porque sabías que yo no estaría de acuerdo!”, elevó la voz en su última frase, haciendo que su tío se removiera en su asiento.
Levi continuó secándose el rostro hasta que no quedaron rastros de lágrimas. “Espero que te sientas satisfecho al ver cómo el pequeño capricho de tu desequilibrada hija arruina mi vida”, expresó, lanzando palabras que buscaban remordimiento en el envejecido hombre.
“Ya que nada importa, adelante, me casaré con tu hija mañana”, soltó. Ya no tenía fuerzas para seguir rogando. Y tras decir eso, Levi abandonó la habitación.