Capítulo 61
1087palabras
2024-03-09 00:02
Al oír esto, Rodrigo se detuvo y abrió los ojos por la sorpresa, pero logró recuperarse pronto del shock y se concentró en besar el estómago de Raelynn, bajando hasta su pelvis y haciéndola retorcerse de placer mientras le sacaba las bragas.
"Seré gentil", Rodrigo susurró y cuando acarició la parte interior de su muslo con las yemas de sus dedos, Raelynn no pudo controlar sus gemidos. Luego, Rodrigo reemplazó sus dedos por su lengua y, sin pensarlo, ella puso sus piernas alrededor de él.
Nunca antes había experimentado tanto placer y sentía que sus piernas empezaban a temblar y que su c*ño palpitaba. Ante su reacción, Rodrigo empezó a lamerla con más intensidad hasta que escuchó que ella se movía sin control y se c*rrió. Aprovechando el momento, Rodrigo inmovilizó sus piernas y volvió a mover la lengua en círculos, haciendo que Raelynn moviera sus caderas y gimiera sin cesar mientras el placer volvía a recorrer su cuerpo. Ahora, ya no estaba tan nerviosa y todo lo que quería era sentir a Rodrigo dentro de ella.

"Dios mío", Raelynn exclamó, sonrojada y con una sonrisa tímida. "Eso se sintió estupendo". Se acercó a él y lo besó, temblando un poco porque su cuerpo todavía estaba un poco sensible tras sus org*smos. Luego lo ayudó a quitarse la camisa y Rodrigo la abrazó con fuerza, besándola frenéticamente, como si no pudiera controlar sus ansias de tenerla.
"Raelynn", dijo y su voz hizo que todo el cuerpo de Raelynn ardiera como si estuviera en llamas. Rodrigo la estaba mirando con tanta intensidad y deseo que ella se apresuró en desabrocharle los cinturones mientras besaba su torso. Podía sentir que él se ponía tenso por la lujuria, pero que se estaba controlando para no ir tan rápido.
"Nunca estuve tan lista como hoy Rodrigo", Raelynn afirmó, poniendo sus brazos alrededor de su cuello para sentarse sobre él y frotarse contra su er*cción. Después de eso, todo se volvió borroso para ella y lo único que pudo percibir con claridad fue el sonido de un empaque de c*ndón abriéndose y la sensación de tener a Rodrigo moviéndose dentro de ella. Cuando la p*netró, ella dejó escapar un grito, pero él la calmó con sus besos y se movió muy lento al principio, hasta que ella se acostumbró a su p*lla.
La mañana siguiente, cuando se despertó, Raelynn se sintió muy cansada. Estaba tan agotada que no podía moverse ni un centímetro. Sin embargo, al escuchar la respiración de Rodrigo a su lado, sonrió y empezó a recordar lo que había pasado la noche anterior. Rodrigo había cumplido su promesa y había sido muy gentil y paciente con ella antes de perder el control y tomarla con rudeza. Apenas recordó esto, sus mejillas se sonrojaron. Pese a que ella nunca pensó que le gustaría que la f*llaran con tanta pasión y desenfreno, no podía negar que había disfrutado cada segundo.
De pronto, Rodrigo la abrazó para acercarla a su cálido pecho y frotarle la espalda mientras dejaba suaves besos en su hombro y su cuello.
"Buenos días", murmuró con su profunda voz matutina, arropándose con las sábanas para volver a quedarse dormido.

A su vez, Raelynn sentía su corta barba contra su piel y se volteó para ver su rostro dormido hasta que sus ojos se posaron en las marcas rojas que él tenía en su cuello por las mordidas que ella le había dado durante su noche de pasión.
"Vaya", exclamó, sorprendida y dejó suaves besos en las marcas.
Ante este gesto, Rodrigo se rio contra su cabello y la agarró por la cintura.
"No te preocupes que no me duelen", confesó.

"No te rías", ella lo regañó. "Es muy vergonzoso". Enterró su rostro en su pecho y sintió cómo él le besaba el cabello mientras se reía un poco más.
"Eres una caja de sorpresas, Raelynn", él le dijo. "Nunca me caso de ti".
Dicho esto, ambos se quedaron callados y justo cuando Raelynn estaba a punto de quedarse dormida en la comodidad de los brazos de Rodrigo, su teléfono sonó. Por otro lado, cuando él se dio cuenta de que las llamadas no cesarían, se levantó para tomar una ducha.
"Raelynn, contesta el teléfono o ponlo en silencio si es que quieres seguir durmiendo", él le dijo antes de ir al baño.
De mala gana, Raelynn se levantó al sentir la ausencia de Rodrigo y tomó su teléfono, preguntándose por qué su mamá no dejaba de llamarla un domingo por la mañana. Para tener más privacidad, tuvo que salir de la habitación y bajar las escaleras.
"Raelynn, el marido de Ariana no fue quien murió, sino su padre", su mamá le dijo apenas ella contestó. "El padre de Rodrigo hizo que pareciera un accidente".
"¿Qué?" Raelynn exclamó, frunciendo el ceño. Su cabeza daba vueltas, pensando en lo rápido que todo había pasado. Rodrigo se lo había contado hace poco.
Luego escuchó a su madre despotricar sobre cómo el negocio familiar se había ido a la quiebra de la noche a la mañana. Tanto así que las acciones se vendieron en precios muy bajos. Su padre estaba molesto por haber firmado un acuerdo con el suegro de Ariana, ya que en vez de obtener ganancias, solo podrían ayudar con el control de pérdidas y daños.
Apenas salió de la ducha, Raelynn lo estaba esperando. "Me mentiste, Rodrigo", le increpó, indignada. "Sabías que no había sido Jiju quien iba a ser asesinado, ¿no?"
"Tu Jiju es un inútil", Rodrigo respondió. "Mi papá nunca perdería el tiempo con alguien así. Solo quería ver qué tan leal eras".
"¿Me estabas poniendo a prueba?" Raelynn preguntó, atónita. "Era obvio que se lo contaría a mis padres. Se trata del esposo de mi hermana, Rodrigo, no de cualquier persona. ¿Qué clase de prueba estúpida fue esa?"
"Eres muy reservada sobre muchas cosas, Raelynn", Rodrigo afirmó. "Podrías haberme contado sobre invitar a Damien o sobre querer entrar a mi habitación. ¿Por qué todo tiene que ser un secreto contigo?"
"Tú eres quien guarda secretos", Raelynn replicó. "¿Cuál es el punto de cerrar la puerta de tu habitación?"
"Es mi habitación y puedo hacer con ella lo que se me dé la gana", él dijo. "¿Por qué quieres entrar ahí?"
"P-Por nada", Raelynn respondió. Estaba demasiado avergonzada para decirle por qué quería entrar ahí.
"¿Estás segura?" Rodrigo preguntó con el ceño fruncido.
"Sí".
Rodrigo suspiró. "Está bien", dijo. "Entonces, yo tampoco te debo una explicación". Luego se fue a la cocina sin decir una palabra más.