Capítulo 60
1021palabras
2024-03-08 00:02
Apenas entró en la casa, Raelynn tomó el bolso de oficina de Rodrigo que estaba en la sala de estar y lo arrojó por la puerta principal.
Como todas las mucamas y las cocineras ya se habían ido, se dejó caer en el sofá y sollozó, sintiéndose frustrada y enojada porque Rodrigo no le había dejado defenderse de Amelia. Es más, lo más probable era que, en ese mismo momento, él se estuviera disculpando con ella y haciendo las pases. Incluso cabía la posibilidad de que estuvieran besándose mientras que él le explicaba que todo lo que había pasado con Raelynn había sido un error.
Como se sentía atrapada entre el deseo de ver qué pasaba entre los dos y la necesidad de desaparecer de la casa lo antes posible, subió las escaleras y empezó a hacer las maletas.

"Vaya", Rodrigo exclamó, esquivando el desastre que ella había hecho cerca de la puerta de su habitación al arrojar cosas al azar al pasillo.
"Te tomó poco tiempo hacer las pases con ella, ¿no, imbécil?" Raelynn le reprochó apenas lo vio, arrojándole la pequeña lámpara que había en la mesita de noche.
Por suerte, Rodrigo la atrapó con facilidad y, sintiéndose aún más frustrada porque no había podido hacerle daño, Raelynn empezó a arrojarle más cosas.
"¿Auriculares? ¿El cargador de la computadora portátil?" Rodrigo preguntó, negando con la cabeza y atrapando todo sin dificultad. "Nada de eso me hará daño, cariño". Tenía una sonrisa que Raelynn se moría por borrar de su rostro.
"No te acerques", ella le advirtió, sosteniendo su peine amenazadoramente, como si eso la pudiera proteger de algo.
"¿Qué harás si lo hago?" Rodrigo preguntó, riéndose y acercándose más al pie de la cama, donde ella había puesto su equipaje de mano.

"Te lo advierto", Raelynn agregó cuando notó que él no se sentía para nada intimidado. Luego cerró la cremallera de su maleta y se la tiró.
"Gracias", Rodrigo dijo, agarrándola en el aire y abriéndola para dejar caer toda la ropa sobre la cama.
"¡Idiota!" Raelynn se quejó. "Devuélveme la maleta". Se acercó a él para quitársela y volver a meter la ropa que él acababa de sacar.
Al verla tan alterada, Rodrigo suspiró. "Raelynn, cálmate, por favor", dijo en voz baja, intentando razonar con ella.

Sin embargo, Raelynn estaba demasiado enojada. "¡No!" Gritó. "Eres un imbécil y un mujeriego, y no quiero escuchar tus palabras porque solo intentarás manipularme a tu antojo".
"¿Mujeriego?" Rodrigo preguntó con el ceño fruncido. "Si tú y tu locura son dos personas diferentes, entonces sí soy un mujeriego que sale con dos al mismo tiempo". Con un suspiro, se acercó a ella y la abrazó con fuerza para calmarla.
"No estoy loca", Raelynn dijo, intentando liberarse de él. "Tu novia es la que está loca y los odio a ambos".
Aun así Rodrigo la abrazó con más fuerza. "¿Por qué estás tan enojada?" Preguntó.
"Porque no entiendo cómo ella puede venir hasta aquí y actuar como si fuera tu dueña", Raelynn respondió con lágrimas en los ojos.
"¿No es mi dueña?" Rodrigo preguntó. Se estaba divirtiendo demasiado al ver a Raelynn tan alterada, aunque, al darse cuenta de que estaba al borde de las lágrimas, su corazón dio un vuelco.
"¿Lo es?" Raelynn preguntó, furiosa, empujándolo. Al ver que él no se movió ni un centímetro, lo volvió a empujar con más fuerza, pero él puso un brazo alrededor de su cintura, haciendo que ella cayera encima de él.
Frustrada, Raelynn le agarró el cabello y empezó a tirar de él. "Eres mi esposo", dijo. "Si alguien es tu dueña, esa soy yo".
"Tú y solo tú", Rodrigo respondió con una sonrisa.
"No estoy bromeando. Eres tan…" Pero ella no pudo terminar de hablar, ya que Rodrigo se movió y la puso debajo de él para besarla.
"Cuando te pones así te ves demasiado sensual y linda", Rodrigo dijo.
"No trates de engatusarme con tu palabrería", Raelynn se quejó, aunque había dejado de luchar contra él y cuando él la besó, ella le devolvió el beso.
"Hablo en serio", Rodrigo afirmó. "Desde que me casé contigo, no puedo imaginarme con otra mujer. En todo lo que puedo pensar es en estar cerca a ti todo el tiempo, y no estoy diciendo esto para manipularte".
Dicho esto, le sujetó las muñecas para mantenerla debajo de él y cuando la besó, ella le devolvió el beso con pasión y posesividad. Al sentir sus ásperas manos debajo de su ropa, Raelynn juntó las piernas, sintiendo que su núcleo se calentaba.
"Tus besos son dulces y embriagadores", Rodrigo dijo entre besos. "Y tu cara sonrojada, con tus ojos abiertos de par en par cada vez que me acerco a ti para besarte me están volviendo loco". Sin previo aviso, empezó a desnudarla con tanta eficiencia que ella solo se dio cuenta de lo que estaba pasando segundos después. Al ver la mezcla de pasión y deseo en su intensa mirada, su garganta se secó por el miedo y la excitación.
Cuando Rodrigo pasó sus dedos por su columna hasta agarrar sus nalgas con pasión acalorada, Raelynn se estremeció y dejó escapar un suave gemido.
"Rodrigo… tengo que decirte algo", dijo en voz baja.
"Dime", él respondió, chupando su cuello y dejando besos en su camino mientras bajaba. Raelynn estaba tan perdida en el placer que en vez de hablar, solo podía gemir. Al sentir su lengua lamer sus tensos p*zones, movió su cadera sin poder controlarse y dejó escapar un fuerte gemido.
"M*erda", Rodrigo exclamó, chupándole un p*zón con fuerza y sintiendo la fricción entre sus piernas al escuchar cómo Raelynn gemía.
"Rodrigo, me vas a matar", Raelynn dijo entre gemidos, moviendo su cadera una vez más al sentir que él le acariciaba el interior del muslo. Su corazón latía con fuerza y cuando él empezó a chuparle y a lamerle los s*nos, ella inclinó la cabeza hacia atrás, presionándola contra la almohada con fuerza.
"Rodrigo… yo… soy virgen", Raelynn confesó, gimiendo al sentir que él pasaba su mano por sus húmedas bragas y agarrándolo para detenerlo antes de que pudiera llegar a su c*ño.