Capítulo 48
994palabras
2024-02-25 00:02
"¡Oh, por fin, Mira! Y quince minutos antes de las 7." Nahid le pasó la carta de bebidas a Raelynn. Le había tomado una semana lograr que dejaran de llamarla Amber porque Macarena era mejor. Las chicas todavía la llamaban por su verdadero nombre porque ella se los había dicho por accidente. Sin embargo, nadie sabía quién era en realidad y esto era lo único que le importaba.
"¿Sabías que Beacon Enterprises por fin se abrió a la posibilidad de subcontratar sus servicios de consultoría?" preguntó Aina cuando llegó la bebida de Raelynn.
"¡¿Qué?! ¡No! O sea, quise decir que eso es genial," respondió la chica presa del pánico. Esa era una de las empresas de Rodrigo en la que evitaba pedir trabajo.
"Sí, probaremos suerte a partir de mañana antes de que otra empresa consiga el trato. ¿Te imaginas lo maravilloso que sería conseguir un cliente tan grande?"
"Eso creo..." Raelynn rezó para no tener que ir nunca con su jefa a hablar sobre los servicios de consultoría de su empresa. Rodrigo la haría pasar por muchos tormentos y humillaciones antes de por fin hacerle una oferta.
"Entonces, Amber... Emm... Macar... ¿Cómo es estar en un matrimonio arreglado? ¿Pueden resolver sus diferencias?" preguntó Caeli.
"Eh... Intentamos solucionar las cosas. Sobre todo tratamos de mantenernos fuera del camino del otro."
"Oh, pero ¿entonces cómo es su vida s*xual? Si ni siquiera..."
Raelynn se atragantó con su bebida al escuchar la pregunta.
"Perdón, pero no existe ninguna vida s*xual. Es demasiado pronto para eso."
"Oh, ¿entonces tan solo viven juntos? ¿A qué se dedica?"
La chica frunció el ceño. No se imaginaba que la conversación en medio de la hora feliz se volvería sobre ella. Nunca nadie la había molestado en el trabajo en cuanto a su vida personal.
"Emm, es mecánico de autos. Era... Era mecánico. Ahora está desempleado, dice que va de un trabajo a otro."
"Debe ser horrible que tú te encargues de los dos. Debería ser un verdadero hombre y encontrar algo pronto." Aina estaba por su cuarto trago y ya arrastraba las palabras.
"Eso explica las loncheras tan elegantes que llevas a veces. Debe ser un gran cocinero. Pone mucho cuidado en preparar tantas cosas y organizarlas de manera tan perfecta..."
"No sabe nada de cocina. Su mamá es la que prepara todas esas delicias." Raelynn interrumpió a Nahid.
"Oh. Debe ser terrible estar en un matrimonio arreglado y tener a tu suegra bajo el mismo techo. Qué pesadilla. Preferiría comer ramen instantáneo toda mi vida si eso significa que no tengo que volver a ver a la madre de mi novio," comentó Aina.
"Lo sé. ¿Podemos hablar de otra cosa? Es traumatizante pensar en todas las cosas con las que tengo que lidiar en casa."
"Perdón, no lo sabíamos. Es que siempre te ves muy feliz y emocionada de volver a casa," agregó Caeli.
"No, no me hace feliz." Raelynn lo negó y tomó un largo sorbo de su segundo trago.
Después de mezclar bebidas y beber más cócteles hasta las 8:30, junto con mucha comida, llegó el momento de volver a casa. Raelynn supuso que Rodrigo y Amelia ya habrían terminado su cita/cena.
Por otro lado, él todavía estaba cenando, pero no se encontraba en una cita doble porque Easton le había mentido a Raelynn. En cambio, estaba en una reunión con tres de sus delegados comerciales y Amelia, hablando sobre una empresa que compartía con ella.
"Estoy muerta. ¿Dónde estás? Por favor, ven a recogerme." Puso los ojos en blanco al ver el mensaje de texto de Raelynn. "Qué dramática. No puede preguntar de forma normal," pensó.
Dejó de comer y apartó la mano de Amelia de su muslo con suavidad. Se disculpó con los presentes y caminó con pasos rápidos hacia la puerta. Amelia se preguntaba qué era tan importante que incluso olvidó darle un beso de despedida.
"¿Estás segura de que quieres que venga tu esposo? Yo puedo llevarte." Caeli, que apenas había tomado una copa a las 6:30, se ofreció.
"Ah, no. Gracias, pero no será necesario. De todos modos mi esposo debe estar sentado en casa sin hacer nada. Vayan, él llegará en cualquier momento."
De repente, vio el BMW de Rodrigo estacionarse en la entrada del restaurante. Cuando notó que estaba a punto de bajar para abrirle la puerta, corrió hacia el lado del conductor para detenerlo.
"No es necesario que muestres la cara frente a todos y me hagas la vida difícil en el trabajo," le murmuró y corrió hacia el lado del pasajero después de despedirse de sus compañeras.
"Conduce despacio, me da vueltas la cabeza," pidió con los ojos cerrados, y una voz adormilada y arrastrada.
"Te dará más vueltas si cierras los ojos así." Le dio unas palmaditas en la mejilla para despertarla. Ella lo sujetó de la manga y apoyó la cabeza en su brazo.
"Raelynn..." La rodeó con el brazo y la miró. "¿Por qué bebiste tanto? ¿Cuántas copas tomaste ahora?"
"Seis. Las penas... Para ahogar las penas."
"¿Hablas en serio? ¿Seis? Deja de ser tan dramática. No más alcohol durante los próximos meses."
"Qué esposo tan controlador." La chica frotó su mejilla contra su hombro y lo rodeó con sus brazos.
"Ven, ¿por qué no te sientas en mi regazo?" sugirió él.
Ella levantó las piernas y puso sus pies sobre los muslos del hombre.
"Por Dios, era broma. De verdad estás muy borracha."
"¿Entonces no me darás tu regazo?"
"¡NO!" La acomodó de regreso en su asiento mientras se acercaban a su mansión.
"¿Cómo estuvo tu cita? ¿Estás enojado conmigo porque interrumpí tu sesión de besos apasionados?"
"En primer lugar, no estaba en una cita. En segundo lugar, sí, estoy enojado contigo, pero porque bebiste como un barril sin fondo."
"Ay, pero Tiklu, Piklu no beben. Y Chunnu, Munnu no comen bien su comida," respondió, citando una canción infantil.
El hombre dejó escapar un largo suspiro y detuvo el auto frente a su casa.