Capítulo 47
683palabras
2024-02-24 00:02
Raelynn ya estaba a mitad de las escaleras cuando Easton la detuvo para decirle algo más.
"Por cierto, casi lo olvido, Ianira y yo no podremos ir con ustedes esta noche. Que se diviertan".
"¿Esta noche? ¿Qué hay esta noche?".

Easton sabía que ella no tenía idea de nada, pero quería avivar el fuego a su manera, así que dijo: "La cita triple con Alfredo, Micaela y nosotros. ¿Rodrigo no te lo dijo?".
"No, aunque tampoco puedo ir, porque voy a salir a tomar unas copas con mis amigas del trabajo".
"Bueno, no creo que sea un problema, porque si no te contó es porque probablemente irá con Amelia. Ups, no debí decir eso. ¡Nos vemos!".
"¡Qué!", exclamó ella, girándose para mirar la habitación de Rodrigo mientras seguía parada en medio de la escalera.
Entonces, fue hasta la pecera donde estaba su pez dorado y le preguntó: "¿Debería irrumpir en su cuarto y patearle el trasero, Tiklu?".
Pero, dejando escapar un suspiro, la chica se respondió a sí misma: "Oh, aquí Tiklu dice que solo haré el ridículo". Seguidamente, entró a su habitación para cambiarse y prepararse para la cena.

Después de echar humo internamente durante una hora, imaginando lo que Rodrigo había preparado para la noche junto a Amelia, se puso un vestido de cuero púrpura, el cual acababa muchos centímetros por arriba de la rodilla, y los combinó con unos tenis blancos.
De pronto, Oreo entró en su habitación y acarició sus pies con el hocico. Ella lo abrazó y sintió como la tristeza la absorbía por un minuto, pero enseguida recuperó la compostura y bajó las escaleras, pero se detuvo cuando vio una hoja amarilla en su orquídea barco.
"¡Uf! ¿Quién diablos te dio agua?", exclamó la chica, quitándose la chaqueta y dejando caer el bolso sobre una silla. Luego, tomó la planta y la fue a dejar a su habitación, pero se encontró con Rodrigo en las escaleras, y este iba vestido con su chaqueta tipo bomber color azul marino que lo hacía ver despampanante.
"Todavía es invierno", le dijo él, mirando su minifalda y sus tenis.

"Y yo todavía tengo un auto".
"¿Y adónde vas, si se puede saber?", le preguntó él, siguiéndola al interior de su habitación.
"No, no puedes saber", replicó ella, empujándolo fuera de su camino antes de salir del cuarto.
Sin embargo, él la agarró del brazo y la acercó a su cuerpo, y con los ojos llenos de celos, le preguntó: "¿Vas a juntarte con Damien?".
"¿Y qué te importa? Yo no te estoy preguntando sobre tu cita con Amelia", espetó Raelynn, y le pellizcó el brazo al notar que él no soltaba su agarre.
En ese instante, el celular de ella vibró y apareció una foto de sus dos compañeras de trabajo, Caeli y Aina, posando con sus margaritas y un mensaje que decía: «Solo cuestan cinco dólares hasta las 7 p. m. ¡Apresúrate!».
Por desgracia para ella, Rodrigo le arrancó el teléfono de las manos y vio el mensaje antes de que ella pudiera hacerlo.
"No tienes modales", replicó Raelynn, golpeándole fuertemente el pecho con el dedo y quitándole el celular.
"¡Raelynn!", le gritó Rodrigo mientras ella corría escaleras abajo.
"¿Qué?", le gritó ella molesta, pues no podía perdonarlo por su cita con Amelia.
"¡Tu chaqueta y tu bolso, mujer!", exclamó él, apuntando con la mirada a la silla donde ella había dejado sus cosas.
"¡Ah!", replicó ella, y se devolvió para tomar sus pertenencias, pero su esposo la abrazó por la espalda fuertemente y deslizó la mano por debajo de su chaqueta.
"Sé que Lorenzo estará allí, pero llámame si necesitas algo. Especialmente si bebes demasiadas de esas margaritas".
Entonces, él la soltó de mala gana y ella se dio la vuelta para mirarlo.
"Eso es obvio", pensó Raelynn para sus adentros, pues tenía intenciones de llamarlo en menos de dos horas para asegurarse de que no se fuera a ningún lado junto a Amelia después de la cena.
"Bueno", respondió entonces ella, mirándolo con desinterés, y salió corriendo antes de que él pudiera ver como sus mejillas se sonrojaban.