Capítulo 43
1544palabras
2024-01-26 14:34
"¡¡Rodrigo!!", gritó Raelynn entre sollozos, y luego se inclinó sobre él, le frotó la mejilla y se lamentó: "¡Su piel está tan fría! Y sus ojos...".
"Raelynn...", dijo Álvaro detrás de ella, y después de rodearla con su brazo, la apartó a un lado para permitir que el personal médico de emergencia hiciera su trabajo.
"Tiene los ojos cerrados y perdió mucha sangre", dijo ella, temblando de miedo y llorando sin parar; solo se detenía para tomar bocanadas de aire entre jadeos.
"Él va a estar bien".
"¿Está en coma? ¿Sufrió un traumatismo cerebral?", preguntó Raelynn mientras seguía a Rodrigo por el pasillo, con Álvaro pisándole los talones. Sin embargo, como no recibió respuesta, jaló de la manga de una de las enfermeras y le preguntó: "¿Está respirando?".
"Perdió mucha sangre y también sufrió una intoxicación por monóxido de carbono cuando el vehículo explotó", respondió esta.
Cuando se cerró la puerta del quirófano, las rodillas de Raelynn ya no pudieron aguantar los nervios y cedieron, así que Álvaro la llevó hasta la sala de espera.
"Ya no voy a pelear más con él. Cada vez que vaya fuera de la ciudad lo llamaré... o incluso cuando no haya salido a ningún lado. Jamás lo voy a ignorar cuando me hable. Por favor, dile que se mejore pronto", dijo ella con las lágrimas corriendo abundantemente por su rostro, mientras que Álvaro sujetaba sus húmedas palmas entre sus manos.
"Va a curarse por completo y será como si esto nunca hubiera sucedido. Siempre fue así, desde que tenía siete años", dijo Álvaro, pero había comenzado a llorar y estaba apretando ansiosamente la mano de Raelynn, mientras recordaba el día en que recibió la noticia de la muerte de su esposa.
"Papá, él va a estar bien", dijo Raelynn tratando de calmar su llanto y de consolar a su suegro al mismo tiempo, pues se dio cuenta de que él necesitaba más apoyo que nadie. Luego, agregó: "A Rodrigo le encantan las tostadas con aguacate que yo preparo para el desayuno, así que no va a estar tanto tiempo en el hospital, porque ya lleva una semana entera sin probarlas".
"Me dijo lo bien que sabía". Álvaro sonrió y le dio unas palmaditas en la cabeza a Raelynn. "Rodrigo tiene mucha suerte".
"¿Te dijo que estaban buenas?... ¿Él te cuenta todo?", le preguntó Raelynn, mirándolo sorprendida.
"Me dijo que no estaban muy comestibles", respondió el anciano, y ella solo puso los ojos en blanco y rió.
"Él comerá cualquier cosa que le prepares. Y sí, me cuenta casi todo; es más un amigo que un hijo. Diría que es mi sistema de apoyo; nunca me negó nada de lo que le pedí".
"Supongo que a veces puede ser dulce", murmuró Raelynn, secándose los ojos, y luego agregó: "Lo extrañé muchís—".
Sin embargo, antes de poder terminar la frase, su celular sonó, y el nombre de Damien apareció en la pantalla. Enseguida, cortó la llamada, puso el aparato en modo silencio y lo guardó, antes de que Álvaro pudiera darse cuenta. De igual manera, ella se preguntó por qué él la estaría llamándola ahora, después de haberle dicho que nunca más lo intentara contactar otra vez.
"Quiero decirle que... yo nunca sería parte de algo que lastimara a Rodrigo o a cualquier persona remotamente cercana a él", le dijo Raelynn de pronto a su suegro, porque todavía le molestaba lo que él pudiera pensar de ella.
"Oh, pero por supuesto. Desde que declaraste esos votos y te casaste con mi hijo, eres tan valiosa para mí como Rodrigo. Ahora somos familia".
Al escuchar esto, la mujer fue asaltada por una miriada de emociones, pero principalmente de culpa. Culpa por haber hecho un contrato; por haber husmeado en su habitación cuando él no estaba; y por no tener las agallas para decirle la verdad.
Después de unas cuatro horas, la cirugía terminó y Rodrigo fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos. Raelynn se sorprendió cuando vio que el médico saludaba a Álvaro como si padre e hijo fueran clientes frecuentes.
"Él es el doctor Aniceto, el hombre que salvó a Rodrigo ya cuatro veces", dijo Álvaro, dándole unas palmaditas al doctor en forma de agradecimiento después de que este le contara sobre la exitosa cirugía.
"Lo tendremos en observación durante aproximadamente veinticuatro horas para ver si surgen complicaciones, y luego lo trasladaremos al pabellón común cuando sus signos vitales se estabilicen. Pero todavía faltan otras siete horas para que el monóxido de carbono sea completamente eliminado de su sistema".
"¡Sobrevivirá! Ahora si podemos respirar nuevamente ¡Gracias, doctor! Nos vemos la próxima semana en el campo de golf", dijo Álvaro.
Como Rodrigo seguía inconsciente y no se permitían visitas, Raelynn regresó a casa junto con su suegro. Al llegar, empacó algunas cosas esenciales que le servirían para quedarse en el hospital durante unos días. Sin embargo, su primer día de trabajo era en dos días, por lo que le envió un correo electrónico a su jefe para solicitarle cambiar su fecha de inicio, con la esperanza de que no la despidieran inmediatamente después de haberla contratado.
Al día siguiente, compró flores frescas y, cargando algunos libros para leer, fue directo a la sala de espera del hospital, esperando a que trasladaran a Rodrigo fuera de la unidad de cuidados intensivos, pero, al enterarse de que todavía no había recobrado la consciencia, se sintió decepcionada.
Así, se acomodó su espesa mata de cabello hacia atrás con los dedos y miró de cerca las largas pestañas de su esposo.
"Pestañas espesas y ojos de un cálido color marrón, sin importar cuán frías sean sus miradas", pensó para sí misma, acariciando la mejilla y la frente de Rodrigo.
Después de mirarlo hasta estar satisfecha, revisó su correo electrónico. Su jefe le había tres días adicionales como período de gracia, pero pasó esos tres días mirando los pisos de color gris pizarra y las paredes opacas del hospital, y escuchando el tictac del reloj mientras esperaba a que su esposo despertara.
Cada vez que Rodrigo se despertaba por tan solo unos instantes, él la veía justo a su lado, ya sea sosteniendo su mano mientras dormía en la silla, con la cabeza apoyada en la cama; o besando su rostro, sin darse cuenta de que él estaba consciente. Rodrigo pasaba la mayor parte del tiempo con un fuerte sedante, pero tenía fe en que podría recordar todos los momentos pasados junto a su esposa, sobre todo ese entrecejo de ella, fruncido por la preocupación incluso mientras dormía.
Una vez habiendo comenzado a trabajar, Raelynn salía del trabajo directamente al hospital cuando su jornada terminaba, y pasaba toda la noche junto a Rodrigo, hasta que su cuerpo se sentía dolorido y tenía que regresar a casa para ducharse y volver al trabajo. En uno de esos días después del trabajo, aproximadamente una semana después de la cirugía, ella pasó a comprar algunos tulipanes amarillos y luego fue al hospital.
Sin embargo, cuando estaba cerca de la habitación de su esposo, escuchó voces adentro, así que se detuvo y se paró detrás de la puerta.
"¡Mi pobre bebé! Me tenías tan preocupada. Ciertas mañanas vine a visitarte, pero nunca te encontré despierto", dijo Amelia al interior de la habitación.
Raelynn logró escuchar lo que ella decía, pero no pudo entender lo que Rodrigo le respondió con voz débil. No obstante, sí escuchó como se besaban, y allí se debatió entre el deseo de echarla a patadas de ahí o de ignorarlo como si nunca hubiera sucedido. Pero antes de que pudiera decidirse, sucumbió a sus impulsos, así que arrojó las flores al suelo, justo fuera de la puerta, y se fue a casa.
Por lo ocurrido, ella supuso que Amelia se quedaría con él esta noche, así que decidió quedarse en casa.
Al día siguiente, cuando Raelynn volvió a la casa después del trabajo, la cocinera la vio entrar y le dijo: "El jefe regresa hoy a casa y dice que quiere comer su postre favorito".
"¡¿Hoy regresa?! ¿Crees que si intento preparar yo el postre, va a hacer bromas sobre volver al hospital?", preguntó ella.
Sin embargo, la cocinera permaneció en silencio, así que Raelynn prefirió pedirle su opinión a la cocinera nueva, pues la otra cocinera ya tenía una opinión negativa sobre sus habilidades culinarias.
"Su postre favorito es un postre portugués llamado Bebinca. Incluso los indios lo preparan. Yo le mostraré cómo hacerlo", le dijo la cocinera nueva.
"¿En serio? Nunca había oído hablar de ese postre antes".
"Todos los que son de Goa lo conocen. Es muy fácil de hacer".
"¡¡Genial!! Voy a cambiarme; regreso en un minuto", exclamó la chica, sintiéndose mejor y olvidándose por completo de Amelia. Cuando iba camino a su cuarto, vio a uno de los perros de Rodrigo en el pasillo y lo abrazó fuertemente.
"¡Oreo! Sé que tú también lo extrañaste... pero ya no será necesario".
Al entrar a su habitación, buscó la receta del postre, con Oreo siguiéndola todo el tiempo.
"¡Oh, no! ¿Por qué a tu papá le tienen que gustar las recetas tan complicadas?". le preguntó al perro, y luego agregó: "Tiene tantas capas como él".
Oreo ladró en señal de acuerdo y se sentó a su lado para mirar la receta.