Capítulo 32
1774palabras
2024-01-26 13:55
Ariana rezumaba rabia ante la respuesta de Raelynn, para nada habituada a que su hermana pequeña le rechistara ni plantara cara. No era la primera vez ni de lejos que le decía lo mucho que la odiaba, pero ella siempre había reaccionado de la misma forma, lloriqueando y arrastrándose ante ella como para mendigar un poco de aceptación por su parte.
Raelynn, por su parte, seguía preguntándose a qué otra mujer había hecho referencia.
"Me lo has j*dido todo... Ya lo tenía casi en el bote, pero ahora vas tú y me lo robas. ¡Eres una maldita mosca cojonera, nunca me dejas vivir!"
"¿Qué lo tenías en el bote? ¿A Rodrigo? A ver, a ver... ¿Me estáis diciendo que te lo has tirado?"
Raelynn trató hacer memoria y retrotraerse a aquel momento en que Ariana pareció como asombrarse y preguntó si Rodrigo se estaba besando con esa otra chica que iba ligerita de ropa.
"Yo fui su primera vez y él fue la mía, pero acabó alejándose de mí porque estaba harto de ti y tus p*tas idas de lengua. Mamá fue la que difundió todo aquel drama, desvelándoles a todo el mundo que él estaba con otra.
La cabeza de Raelynn seguía trabajando a marchas forzadas. Ariana tendría dieciséis años por aquel entonces, y si bien ya había pasado un buen tiempo desde entonces, la ira que le estaba mostrando parecía bastante reciente, como si hubiese ocurrido hacía nada.
"Ya sabes la fama que tiene de donjuán, ¿no? Seguro que te dijo lo que fuiste su primer rollo para camelarte, y tú vas y te lo tragas... Por favor, si eso es lo que cualquier tío le habría dicho a su ligue, más aún cuando estas son adolescentes inocentes."
"Yo fui la primera, lo sé.", siguió Ariana en sus trece. "Tenía miedo de tener sexo con él, y él se fue con esa otra chica porque me negué a dar el paso, así que me lancé a acudir a él aquella noche de una vez por todas... Fue el momento más inolvidable de mi vida, pero... al final me acabó desechando por tu maldita culpa, porque no quería tener nada que ver contigo ni con tu hermana. Sí, eso fue lo que me dijo antes de que saliéramos de Coonoor."
"¿Cómo puedes ser tan j*didamente ingenua? Pero, ¿tú te escuchas a ti misma? Ya has dejado bastante atrás los dieciséis años, y por amor bendito, ahora ya tienes marido. ¿No crees que ya va siendo horita de pasar página? Vale que fue tu primera vez, pero..."
"Pasé página, sí, pero hace poco papá de repente te encuentra un marido multimillonario, y resulta ser el hombre de mis sueños. ¿Sabes lo que duele eso...? Primero me separas de él, y luego te apropias de él.", soltó Ariana un resoplido de inquina.
"Es brutal lo crédula que puedes ser, incluso después de tantos años... ¿Crees que te habría sido fiel solo porque fuiste su primera vez? Me juego lo que quieras a que se acostó con un montón de tías más después y antes de ti, y al igual que hizo contigo, se alejó de ellas por uno u otro motivo. Lo que dijo de mí fue no fue más que una mera excusa para hacerte sentir culpable y que no te dieras cuenta de que estaba intentando apartarte de su vida como fuera."
'¡Maldito manipulador de mi*rda...! Y yo estoy cayendo en sus redes, perdiendo el control y tirando por la borda todo lo que tenía con Damien por un c*brón semejante, que a pesar de estar con Amelia, va y me sigue hasta el baño de mujeres para abalanzárseme como una fiera c*chonda... ¡Ay, madre...! Quería acostarse conmigo mientras está con Amelia, consciente de que estoy prendada de él, en el fondo...', se tapó la boca Raelynn, cayendo en la cuenta de sus funestas intenciones. Ariana, por su parte, sonrió triunfalmente por ver satisfechas sus intenciones.
Odiaba ver a su hermana conseguir lo que quería y por ello le guardaba bastante rencor, incluso cuando ni era culpa de Raelynn ni se trataba de algo reprochable. Ariana siempre quiso estudiar en el extranjero, pero no se lo permitieron, y lo mismo pasó con las cosas que le pidió a sus padres, como un monitor a color, nuevos videojuegos o poder salir de fiesta con sus amigos. Le privaron de todo, mientras que a su hermana pequeña le concedían todo. Se consideraba así misma como una especie de sujeto de pruebas para que aquellos dos adultos maduraran en el arte de la paternidad, fracasando continuamente con ella antes de compensar sus errores pasados a la hora de criar a Raelynn.
A su padre siempre le había faltado el dinero o invertía todo lo que tenía en sus negocios, pero Raelynn gozó de todo tipo de lujos gracias a que el hombre se pudo permitir acceder a sus caprichos y peticiones. Ariana llegó a pensarse muchas veces si fue a ella a quien se encontraron arrumbada en un contenedor de basura.
"Pues si tan donjuán es, lo llevas claro tú también, chata.", se mofó con un resoplido de Raelynn. "Fijo que ahora mismo se está dando el lote con Amelia a la vez que lo hace contigo. Trata a las mujeres como cerillas que se le apagan constantemente, sin dejar de fumar, así que os acabará reemplazando a ambas tarde o temprano."
Raelynn sabía que Ariana tenía razón en su pronóstico, pero le sorprendía lo rápido que había cambiado de parecer con respecto a sus propios sentimientos. Encima, ahora se le había venido abajo todo el plan de fingir ser esposa del otro debido a tanta emoción caótica.
El teléfono de Ariana sonó, pero ella simplemente lo silenció antes de ausentarse.
"Te felicitó por disfrutar de una cosa más usada previamente por mí.", se despidió ella, atormentándola con el ruido de los tacones según ponía distancia de por medio. Raelynn se apoyó contra el lavabo, meditabunda.
Tras la lavarse la cara y estarse unos minutos en quieto silencio, se fue hacia el casino donde estaba Damien. Una vez llegó a él, le dijo que se encontraba indispuesta y que se iba a volver a la suite.
Después de revolverse en la cama durante horas y darle vueltas a cómo todo lo que había en la habitación estaba ahí porque Rodrigo, de repente le suscitó repugnancia el mero hecho de acostarse en el lecho. Sabía que no se sentiría mejor hasta que le echara en cara lo que había hecho con ella y su novia, pero aún le quedaba una discusión previa a eso, la cual vendría cuando le revelara a Damien lo que acababa de ocurrir.
La llenó una sensación de fracaso, como de que había perdido muchas cosas a causa de su reciente situación: un trabajo, un novio, autoestima, tranquilidad... Se quedó tristemente dormida, lamentándose de lo mal que le iban las cosas. Sin embargo, solo consiguió dar una cabezada de escasos minutos antes de despegar los párpados, culpable y pesarosa al imaginarse a Rodrigo entre los brazos de Amelia.
Apartó la manta, se levantó y sacó su portátil para ponerse a buscar trabajo otra vez y no pensar en nada más.
Damien llegó a la habitación aproximadamente a las cinco y media de la mañana, cansado pero rebosante de júbilo por haber sacado beneficio de sus apuestas. Como era de esperar, la estampa de Raelynn llorando frente a su ordenador le impactó.
"Oye... ¿Qué te pasa...? ¿Por qué estás despierta todavía? ¿Echas de menos tu casa...?", se inclinó sobre su novia para besarla, pero ella se salió de su alcance, repugnada por el fresco recuerdo de ser atacada por Rodrigo.
"Lo siento...", se abrazó a Damien, llorando un poco más.
"Vale, ya pasó... ¿Quieres decirme qué ha pasado?", preguntó, y de momento se puso rígido, esperándose lo peor. "¿No habréis Rodrigo y tú...?", no fue capaz de terminar la frase, pero al ver que ella seguía llorando sin responderle, se levantó, presa de un ataque de ira, y salió de la habitación. Tras llamar a Rodrigo y desahogarse, abrió la puerta para entrar y ver si Raelynn todavía estaba despierta.
"¿Puedes salir un momento?"
Raelynn le siguió hasta el pasillo, preguntándose qué es lo que querría. Rodrigo estaba allí esperando, vestido de chándal y bañado en sudor. Se le veía molesto.
"Damien... ¿En serio le has metido a él también en esto?", tartamudeó Raelynn, viendo que ni siquiera se habían peleado todavía.
"Sí, porque necesito esclarecer de una vez que está pasando de verdad antes de romper contigo. No quiero excusas, rodeos ni medias tintas. Dime, ¿te ha forzado o manipulado de alguna manera?"
Raelynn miró a Rodrigo a través de sus ojos empañados en lágrimas, mirada que él le devolvió con suma indiferencia, si bien esbozaron por una milésima de segundo cierto tormento interno que instantáneamente se esfumó de la vista externa.
Raelynn respiró hondo, tratando de ignorar el despecho que esa reacción sola le generaba.
"No, no me ha manipulado, pero sí que se ha aprovechado de mi debilidad. Sabe que sentí en su momento algo de atracción por él, así que por eso ha hecho ahora lo que mejor sabe hacer. Nunca volverá a suceder, ¡más que nada porque le detesto...! Lo siento, siento de verdad lo que ha pasado esta noche. Puedes romper conmigo si quieres, pero prefiero que no le metas a él en nuestras discusiones privadas."
Y dicho esto, dio media vuelta para meterse en la habitación y cerrar de un portazo.
"Deberías entrar y consolarla si de verdad te importa.", se giró a su vez Rodrigo para marcharse.
"Sé cómo tratar a mi chica. Nunca..."
"No, no sabes. No la castigues por su honestidad, porque en realidad no estaba obligada a decirte nada. Fue un simple beso, uno que encima yo le di a ella, si eso te sirve de algún consuelo..."
Damien se abalanzó sobre él, agarrándole de la camisa. "P*ta rata..."
"Quítame las manos de encima... Ella nunca se habría fijado en mí si se sintiera realmente cómoda estando contigo.", le acusó, sorprendido por ver de repente a Raelynn frente a la puerta de su suite con los ojos cargados de aversión.
"Eres todo un maestro cuando se trata de llenar a la gente de culpabilidad y remordimiento... Hiciste lo mismo con mi hermana, luego conmigo, y ahora lo intentas con mi novio. Qué bien, ¿eh? Toda una década o incluso más tiempo aprovechándote del buen fondo de los demás para sacar tajada, mirándote tu colosal ombligo. ¡Eres un ser despreciable, Rodrigo!", manifestó, para acto seguido volver a cerrar de un portazo todavía más sonoro.