Capítulo 30
1322palabras
2024-01-26 13:51
Tanto la piscina principal de cubierta como el solárium reservado para adultos se habían transformado en una enorme discoteca al aire libre, llena de luces cálidas. El DJ estaba pinchando algunos temas de los setenta, al tiempo que se servían gratuitamente montones de bandejas con suculentos mojitos.
"¡Hala...! ¡Tienen un bar veinticuatro horas de pizza y sushi!", se fascinó Raelynn, pillando un oscuro mojito de fresa con ron.
"¡Espera, espera!", le impidió Abbie empezar a sorber de su bebida, para luego ponerse junto a ella con su mojito azul océano y hacerse una foto juntas.

"¡J*der...! Tu hermana está aquí.", exclamó Damien, buscando a Rodrigo con la vista.
"Dale una de estas bebidas gratis y pronto la verás rodando como una croqueta por el suelo.", sonrió Raelynn, antes de acercarse al solario. De pronto, sin embargo, notó que alguien le tiraba del brazo para hacerla girar en dirección a piscina de cubierta.
"Venga, vamos a comer algo de sushi.", le dijo Rodrigo, a quien acompañaba Ariana y Ianira. Raelynn, de mala gana, le agarró de la mano y se dejó conducir hacia el sitio en cuestión.
"Arriba hay una fiesta de estas de luces; ¿por qué no se va allí?", se dio la vuelta para dirigirse a Damien con voz molesta.
"Cuidado, que ya vas por el segundo... No vayas a decir ninguna tontería.", le advirtió al ver que ella le daba un sorbo generoso a su colorida bebida.
Rodrigo la observó de cerca mientras ella diseccionaba su sushi, analizaba el contenido y apartaba la mitad de los ingredientes a un lado de su plato.

"Si no te gusta el sushi, pídete otra cosa y ya está."
"Me gusta el salmón ahumado y el aguacate, y el cangrejo y el pulpo también, siempre y cuando estén cortados finitos. Eso sí, el sashimi no lo soporto... Me da asco."
"Pero si el sashimi es lo mejor... Oye, ya se te ve un poco alegre del alcohol. ¿Seguro que quieres tomarte otro?", le preguntó cuando ella se levantaba para irse y volver con un mojito de mango.
La chica se acercó un poco de más al taburete que él ocupaba en la barra, rozándole la ingle con sus caderas.

"Pero mira qué bonitos que son... Tengo que probarlos todos."
"¿'Tienes que'?", se rio él entre dientes. "Hay más de una docena de colores, y solo te has tenido que tomar un par de ellos para que te suba bastante.", la empujó él suavemente hacia su asiento.
Raelynn estaba pensando en qué decir en respuesta, cuando de pronto se le acercó alguien por el lado.
"Disculpe..., ¿nos puede hacer una foto a los dos, por favor?", le tendió el teléfono una niña pequeña que vestía una camiseta brillante de Salt Life.
"¿Sois de Florida?", les inquirió Raelynn tras sacarles la foto y devolverle el móvil.
"¡Sí! ¿Y usted también?"
"No me digas...", se bajo Raelynn del taburete, hablando y hablando por los codos con los desconocidos hasta incluso llegar a darle a la chica su nombre de Instagram.
"¿Que c*jones ha sido eso?", la increpó Rodrigo.
"Necesito seguidores para hacerme más grande en YouTube, ¿vale?"
"¿Eh? ¿Para qué quieres un canal de YouTube?"
"Para c... Nada, da igual, no tengo ningún canal de YouTube.", cortó ella, dándole un nuevo copioso sorbo a su copa.
Se el enrojeció el rostro al percatarse de que Rodrigo la estaba mirando, y aunque el hombre evitó fijarse en sus labios rosados, su nariz delicada y su cara redondita y enmarcada entre ondulados mechones, acabó por dejar caer su vista en su boca por un breve segundo de debilidad, antes de apartarla rápidamente.
"Tu hermana parece incluso más influenciable que tú.", comentó, a la vez que se levantaba cuando Ariana se apoyó en su marido, antes de marcharse tras haber cenado y bebido un único mojito.
Amelia se acercó a él entonces y ambos se dirigieron a la pista de baile. Raelynn se los quedó mirando fijamente, preguntándose cómo ambos parecían volverse más y más atractivos a medida que pasaban los días. En el caso de él, no le hacía más que llevar el look más informal que le había visto hasta ahora, con una vaquera negra y una camiseta gris de cuello redondo, para casi rozar la perfección junto a la elegante Amelia.
'Mandíbula esculpida, cincelada con mimo... Bah, haz como si no existieran.', suspiró, apartando la mirada hacia otro lado, pero al cabo de un minuto volvió a mirar para allá, siendo testigo de lo desenvuelto que se encontraba Rodrigo junto a su novia.
"Parece que te gusta mucho, ¿eh? ¿Está tu novio al tanto de eso?", se le dirigió Ianira en voz baja.
"Sí..., creo que sí.", murmuró, debatiéndose internamente sobre si terminarse o no su tercera copa. Siempre era el tercer cóctel el que desataba la ebriedad en ella.
"No sé lo que sentirá Rodrigo por Amelia, pero está claro que no confía en ella... Vamos, no confía ni en ella ni en nadie, pero eso es lo que aprendió de su padre, que acabó perdiendo mucho como consecuencia de haber depositado su confianza en otros. Bueno, así es el negocio de los diamantes, supongo, una comunidad muy reducida en la que debes desconfiar hasta de tu sombra, a excepción de algunos contadísimos casos. Fue ese recelo el que ayudó a Rodrigo a descubrir la verdad acerca del padre de Amelia.", concretó Ianira, a lo que Raelynn reaccionó con un prudente silencio, preguntándose por qué le estaría contando todo aquello.
Ianira continuó: "Quien no puede confiar en los demás, tampoco podrá amar de corazón... Ten cuidado con él. Ya sé que es difícil resistirse a sus encantos, pero no te entregues a él a lo loco, porque creo que simplemente está siendo amable contigo, y nada más."
Raelynn siguió en silencio, acabándose, ahora sí, la última gota de su mojito.
"¡Ey!", se acercó Damien, tendiéndole la mano. Ella se excusó y se levanto, entontecida por el alcohol.
Cuando llegaron a la pista de baile, ella soltó: "Van a hacer un descanso para cantar... Creo que deberíamos..."
"¡No, otra vez no, por favor...!", la interrumpió Damien con pinta horrorizada. "Se te da fatal seguir el ritmo, desafinas un montón..."
"¡Qué malo eres...!", le rodeó ella el cuello con los brazos, y él se la acercó hacia sí.
"Por fin... Espero que tu hermana se quede grogui para todo lo que queda de noche.", celebró Damien, a la par que posaba pequeños besitos en los labios y mejillas de su novia.
"Me da igual... Me dan igual todos.", se giró ella, presionando su cuerpo contra el de él.
En medio de toda la emoción que produjo un deslumbrante espectáculo de fuegos artificiales, Raelynn sintió de repente la fogosa mirada de Rodrigo clavada en ella, por lo que se dio la vuelta para encararle. Con la mandíbula apretada e iracundos ojos oscuros y profundos que ardían de la ira, le sostuvo la mirada a su esposa desde la distancia durante unos cuantos segundos, antes de que Amelia le tirara del brazo para adueñarse de sus labios.
"¡Qué asco...! No debería haber comido tanto, a ver si voy a echar la pota con tanta escena nauseabunda por aquí...", masculló Raellynn, sin interpelar a nadie en particular.
"Ya has llegado al cupo de mojitos, que estás diciendo tonterías sin sentido. ¿De qué escena nauseabunda hablas?"
"No importa... Oye, ¿adónde se han ido tus amigos?"
"Al casino. Iba a preguntarte si te importaría mucho que vayamos allí después de que acaben los fuegos artificiales."
"¡Uf...! Bueno, primero me estaré un rato con Ianira, y luego ya iré contigo.", parpadeó un par de veces, antes de cerrar los ojos y palparse el párpado izquierdo con molestia.
"¿Qué pasa?", la miró Daimen, pensando que quizás se le habría metido algo de suciedad en el ojo.
"Creo que se me ha movido la lentilla... Vuelvo en un momento."
"Vale, nos vemos en el casino, pues."