Capítulo 26
1508palabras
2024-01-26 06:57
No tengo idea de cuánto tiempo dure abrazada llorando sobre el pecho de Mort, en verdad me hace sentir protegida, a su lado la fragilidad de mi ser queda expuesta de más de una manera, me parece increíble, como él... que tenemos días de conocernos puede ser tan incondicional conmigo cosa que mi familia en tantos años no fue.
Me aparto de la calidez de su cuerpo sintiendo que una parte de mi se queda con él, experimentando nuevamente esa sensación de vacío en el pecho que me hacía sentir frío, como si el aire traspasará esa parte.
Mantengo la cabeza agachada, no sé qué decir... no sé qué decirle... ya que huir no es una opción, me queda el plan B, guardar silencio; puedo sentir la piel algo fría de Mort sobre mi rostro, con sus largos dedos limpia las lágrimas que se escapan de mis ojos.
— Tranquila, My lady, ya pasó... ¿Tuviste una pesadilla? ¿Quieres hablar de ello? Te escucho.
Levanto el rostro para verlo, estoy sorprendida y conmovida a la vez, enserio jamás nadie había tenido ese interés en mí, en cómo me siento y está dispuesto a escucharme, de cierta manera me siento importante para él.
Puedo sentir como el calor sube a mi rostro y se concentra en mis mejillas, puedo jurar que se han teñido de un color carmesí; Mort suelta una ligera sonrisa y rosa su dedo índice por mi mejilla derecha, con eso me confirma mis sospechas, que vergüenza...
— Vamos, dime... con confianza, hasta los adultos soñamos que los monstruos nos hablan a veces...
Eso me hace recordar... antes de mi escalofriante momento lidiando con esa parálisis de sueño, alguien me habló, escuche la voz de alguien en mi cabeza, en mi sueño, no era un monstruo como Mort dice, era mamá Consuelo.
Al recordarla levantó nuevamente la cabeza abriendo mucho la boca, necesito ir a verla, decirle que estoy bien que eh despertado, Dios tengo tantas cosas que contarle y eh estado enfocada en hacerle mal a los que fueron malos conmigo que me olvide de lo más importante, las personas que fueron buenas conmigo.
— Mort, necesito que me lleves a un lugar, necesito ver a alguien.
Me levanto de golpe, no quiero perder ni un segundo más, me dispongo a ir por otro par de zapatos cuando de repente siento que la cabeza comienza a dar vueltas, mi vista se nubla y un extraño sonido agudo inunda mis oídos, las piernas me fallan, mis rodillas tiemblan, es una sensación extraña pero no tan ajena para mí; así me pasaba cuando empecé a enfermar.
Como si de un rayo se tratara Mort llegó a mi lado tomándome de la cintura para evitar que cayera en el suelo, fue una escena de película romántica, yo inclinada recostada sobre sus brazos, sus muy fuertes brazos, no tengo idea de cómo mis manos terminaron en sus firmes músculos... esto es embarazoso, a pesar de que no había más que preocupación en su mirada me ponía aún más de nervios.
— Lo... lamento, que torpe soy. – no puedo hacer más que excusarme, la situación me apena.
— Nada de eso, acabas de despertar después de un mal sueño, no debiste levantarte tan de repente, siéntate dime que necesitas y yo te lo daré.
Toma mis piernas también sobre sus brazos y me lleva a la cama como si fuera una bebé, su gesto me toma por sorpresa, me deposita con cuidado sobre el colchón como si de algo delicado y frágil se tratara.
Sus ojos me tienen cautivada me pierdo en ese color tan llamativo e inusual, su sonrisa me hace perder la cordura y como si su ser de una droga se tratase empezaba a confundir mis sentidos.
— Solo, un par de zapatos planos está bien...
Me sonríe tiernamente y desliza mi espejo zapatero en busca de lo que le pedí. De nuevo me invade esta sensación extraña, pero es bello sentir que alguien se preocupa por ti, que quiere ayudarte, que cuida de ti... que te hace sentir que no estás sola.
.....
Le doy la dirección a Mort de la casa de mamá Consuelo, me siento nerviosa, no tuve el valor de llamarla, si le contaba que ya hace una semana que desperté y apenas recordé visitarle probablemente se pusiera muy triste.
Pero en verdad todos estos días de la semana han sido tan difíciles, me enteré de tantas cosas, perdí otras y espero ganar más.
Estoy con la cabeza agachada sumida en mis pensamientos, siento la mirada de Mort repetidas veces sobre mí a través del espejo retrovisor, en realidad no sé cómo empezar a conversar con mamá Consuelo, no puedo llegar simplemente y decirle... "Hola mamá, me cure mágicamente debido a que le vendí mi alma a la muerte en un arranque de frustración, enojo y sed de venganza incontrolable, por fin me di cuenta de que todos a mi alrededor eran unos farsantes que estaban conmigo por lo que podían conseguir de mí y no por mi compañía, me divorcie y ahora tengo a la muerte como mi fiel compañera..."
Por dios no, eso es extraño y difícil de creer, quizás le dé un infarto a la pobre, no me queda más que decirle que todo esto se trata de un milagro divino, y esperar que se lo crea.
— My lady... hemos llegado, buscaré donde estacionar el auto no puedo dejarlo aquí enfrente
La voz de Mort me saca de mis pensamientos, levantó la vista y frente a mi esta la casa de la mujer que me acogió como si fuésemos familia, la culpa me carcome por estar aquí hasta ahora.
— Me iré adelantando, entonces...
Salgo del auto sintiendo que mis piernas me fallan, de pronto empiezo a sentir frío, estoy nerviosa, suelto un gran suspiro y a paso firme avanzo por el camino hacia la entrada, escucho el auto marcharse.
Al llegar a la puerta mis manos no quieren responder, se niegan a moverse, aprieto los labios y toco el botón de una buena vez; el timbre resuena en el interior de la casa, al poco tiempo se escuchan unos pasos acercarse a la puerta.
— Ya voy... – al oír su voz mi corazón se aprieta y empieza a latir más rápido con cada paso aproximándose, la puerta se abre y en ese instante siento que mi corazón se detiene. — Valeria....
El asombro en su rostro es innegable, sus ojos claros permanecen muy abiertos, su cabello lacio, corto y dorado se encuentra algo esponjoso, siento un nudo en la garganta, sin poder contenerlo las lágrimas escapan de mis ojos.
— Mamá consuelo.
— ¡Mi niña! ¡Estas bien!... gracias al cielo
Se acerca a mí y me da un fuerte abrazo, es tan reconfortante, tan cálido, un abrazo de amor maternal puro, y yo como toda una hija ingrata la tuve preocupada por mí, quién sabe desde cuándo, ambas nos abrazamos con fuerza, al cabo de unos segundos ella me suelta.
— Valeria... ¿Qué ha pasado? Cuéntame... ven, pasa... – me toma de la mano haciéndome entrar y cerrando la puerta tras de nosotras me encamina a la pequeña y acogedora sala con un estilo rústico agradable. – Lo último que supe de ti es que enfermaste, el maldito de tu marido y.… tus queridos padres no me quisieron permitir verte ni decirme que te paso, me la he pasado todos estos meses con el alma colgando de un hilo.
Cuando se sienta al lado de mí, la culpa se hace aún más grande, la preocupación en su voz es evidente, lamento tanto hacerla pasar por este dolor.
— Yo... enfermé de repente mamá Consuelo, eran desmayos, sueño, debilidad, hasta que llegué al punto de terminar tirada en la cama sin poder mover un solo músculo, muriendo lentamente.
— ¿¡Muriendo?! Pero como es eso posible... si te veo aquí, más que bien, no como alguien que hace poco se estaba muriendo, ¿estas segura que se trata de eso y no era tu familia quién te escondía de mí?
El timbre de la casa suena de repente, probablemente es Mort, me siento aliviada, por lo menos me dará un par de minutos en pensar que responder a mamá Consuelo.
— Debe ser mi Escolta.
— ¿¡Escolta?! Valeria... tienes mucho que contarme.
Mamá Consuelo se pone de pie y va hacía la puerta; lo que me dijo, que Jair me estaba escondiendo de ella no suena tan mal, podría inventarme una historia donde Jair me tenía cautiva, logré divorciarme y ahora tengo seguridad por miedo a él... sí, eso es bueno, mucho más creíble que lo de la enfermedad mortal, tiene razón es difícil de creer que hace poco estaba muriendo y ahora estaba como si nada.
Miro en dirección a la mujer que va hacía la puerta... al abrir da unos pasos hacia atrás mirando con asombro y temor a Mort, su mirada se posa sobre mí, no logro descifrarla...
— ¿¡Valeria que hiciste?!.... ¿¡Porque la muerte te acompaña!?