Capítulo 22
1325palabras
2024-01-22 14:14
El camino a casa fue silencioso, mi cabeza estaba a punto de explotar, cada día me enfrento a nuevas cosas que me ponen los nervios de punta y exaltan mis emociones de una manera que jamás había experimentado, necesito ir al médico por algunos medicamentos antiestrés, porque esto es solo el comienzo.
Al llegar a casa Mort se marchó para atender ese asunto que le pedí, por mi parte entre a mi vacía casa y fui directo a mi habitación, para mi sorpresa, el diablo me estaba esperando.
— Valeria... cariño, necesitamos hablar.
El pequeño gran idiota de mi esposo, Jair, tan impecable y atractivo con ese traje oscuro, el cabello un poco revuelto, me mira con cariño... antes hubiera sentido mariposas en el estómago, ahora me causa náuseas.
— ¿Sobre qué?...
Me detengo en cuanto llego al segundo piso, estamos a una distancia apreciable el uno del otro, el da el primer paso, pretende acercarse a mí, pero por nada del mundo permitiré que me ponga un dedo encima con sus sucias manos.
Mi rechazo lo deja perplejo, me observa analizando cada fracción de mi rostro, cada movimiento de mi cuerpo, oh, cariño, ya no soy la Valeria a la que puedes manipular, mentir y pisotear.
— Pues, sobre todo, sobre ti... nosotros. Has cambiado desde que te despertaste, no solo conmigo si no con todo mundo y déjame decirte que el cambio ha sido para mal.
— ¿Es una broma acaso?... cuantas veces me dirás lo mismo... cuantas veces tengo que decirte lo mismo para que entiendas que no pienso ser una buena persona con todos aquellos que me dejaron morir sola...
Señalo con mi dedo el pasillo de mi lado izquierdo, la última habitación del rincón, aquella que fue mi calvario, mi ataúd en vida... Jair se esfuerza por no ponerme los ojos en blanco, puedo notar su frustración, su enojo reprimido ya no sabe de qué manera lidiar conmigo, y yo sinceramente, ya no lo quiero ni ver.
— Y yo cuantas veces tengo que decirte que no entrábamos porque...
— Si, si, lo sé, tenían miedo de que mi enfermedad se les pegara a todos... eso no quita que me lastimaron, me hicieron sentir mal, y hasta la fecha no he recibido ni una disculpa de nadie... – se queda callado, abre mucho los ojos y levanta las cejas, a penas separa un poco los labios para decir algo que, sin duda, no me interesa escuchar– No necesitas decir nada, no me interesa... por el momento no quiero hablar, debes entender que estoy muy dolida con todos ustedes.
Tengo unas enormes ganas de correrlo de mi casa, pedirle el divorcio de una buena vez, pero necesito ser paciente solo es hasta mañana... me dispongo a ir a mi habitación del terror, pero siento como él toma mi muñeca para impedirme marchar, su tacto me revuelve el estómago, me quema la piel, me molesta tanto, me contengo para no apartarlo de mi y arrojarlo escaleras abajo.
— ¿Podrías soltarme por favor?...
— Esta bien, ya entendí, estas afectada por todo eso que paso, molesta con todos los que te queremos, necesitas tiempo, dejaré de molestarte entonces, vamos a dormir quizás deberías de tomar terapia.
Tranquila Valeria... no lo puedes arrojar por las escaleras, imaginarlo rodando hacía el piso de abajo es sumamente tentador... pero terminar en la cárcel por asesinato no es una buena idea, faltan más por hacerles pagar...
— No dormiré contigo en la habitación por un tiempo... necesito estar sola por favor, consideraré lo de la terapia si te deja más tranquilo, si es todo, me voy a dormir...
Me deshago de su agarré y empiezo a caminar a mi habitación, rezo para que por todo lo sagrado no me persiga y no lo hace, pero su voz me hace detenerme.
— No es todo, aun quiero preguntarte una cosa más... – No me giro a verlo, no respondo nada, espero que interprete mi silencio como la espera a lo que sea que tiene que decir. – El hombre que estaba contigo, el de cabello blanco... ¿Qué tienes que ver con él?
Su tono de voz me lo sé a la perfección, es ese tonito que usaba cuando estaba celoso, esto no puede ser que poca vergüenza, me giro para verlo a la cara, aguantando las ganas de reírme ante la ironía de la situación.
— Es mi escolta... yo soy su jefa...
— Espero que sea solo eso
— Acaso estas insinuando que tengo algo que ver con mi empleado, que tiene horas que lo conozco... te recuerdo que los últimos 6 meses estuve tirada en una cama muriendo, no de viaje por el mundo conociendo personas nuevas... buenas noches, Jair...
Caminó tranquilamente, pero a paso firme, molesta, quiero que él se dé cuenta, en verdad 5 minutos más a su lado y lo estrangulo.
Entro a mi habitación sacudiendo mis pies para deshacerme de las zapatillas, siento que mi cabeza da punzadas ante todo el estrés de este día, lidiar con tantos problemas y estrés es desgastante sin duda.
Me siento en la cama y me dejo caer en ella, mi espalda se siente relajada, pero a la vez adolorida de estar todo el día parada... me tengo que levantar para ducharme, pero por alguna extraña razón las fuerzas de mi cuerpo me han abandonado y mis parpados se sienten tan pesados, un sueño extremo empieza a obligarme a cerrar los ojos, sin duda alguna fue un día agotador y con el simple hecho de que mi cuerpo se relajará, todo el cansancio pareció extenderse.
No pongo resistencia, en realidad no puedo, es mucho el cansancio que se adueñó de mi cuerpo de golpe, me dejo llevar, cierro los ojos y yo creo que en cuestión de segundos quedo totalmente dormida.
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Siento unas manos sobre mis hombros... me sacuden intentando despertarme, no se quien sea, pero es molesto, tengo mucho sueño aún... escucho una voz masculina, en ese momento me sobrecargo de energía ¡¿Jair, que carajo haces en mi habitación?!
Me levanto de golpe, pero mi frente recibe un fuerte impacto con la cabeza de Jair, me llevo la mano a la frente y abro los ojos furiosa solo para toparme con un par de ojos azul celeste, es Mort, tiene la mano sobre su frente y me mira extraño.
— Si que tienes el sueño pesado, My Lady... y la cabeza dura también.
Siento que mi rostro se tiñe de rojo, la temperatura de la habitación subió drásticamente y puedo sentir como mi cuerpo empieza a llenarse de sudor, no es posible, que vergüenza.
— Lo lamento tanto, estaba muy cansada.
— Bueno, pues recarga esas energías porque esto no te va a gustar nada...
Deja una carpeta al frente de mí, tiene muchas hojas, bastantes... esto no parece ser bueno, por la cara seria de Mort me convenzo más.
Empiezo a ver los documentos y siento que mi corazón se acelera de la adrenalina, mi querido esposo estaba malversando fondos de mi empresa, las tarjetas en los últimos meses en su mayoría son cargos de ropa, joyería, restaurantes y un departamento no muy lejos de aquí a nombre de... Cristina.
— Los voy a matar, a ambos.... – Cierro la carpeta de golpe y voy a mi armario para tomar ropa y ducharme, estoy que ardo por llegar al trabajo.
— Usted no tiene por qué ensuciarse las manos, mi bella dama, déjeme el trabajo sucio a mí, si eso es lo que quiere, yo me encargo – lo miro un poco consternada por la seriedad en que dijo las cosas, me sorprende su comentario, ¿en verdad mataría por mí, si yo se lo pido?... bueno es la muerte al final de cuentas no tengo porque pensarlo tanto.
— No lo decía literalmente, pero gracias Mort... hoy tendremos otro día intenso.
Llevo mis prendas conmigo al baño, estoy ansiosa por llegar a trabajar.