Capítulo 20
1318palabras
2024-01-21 14:50
La escena era extraña de admirar, parecía que por un momento el tiempo corriera más lento, la mujer que se hace llamar mi madre lucha con desespero para llegar hasta mi como si su vida dependiera de ello, por la rabia y el enojo cargado en su mirada no cabe duda de que abrazos no son los que me daría si lograra llegar hasta mí.
Me duele, en lo más profundo de mi ser, pero no puedo cambiar la realidad ni las personas, me di cuenta muy tarde que no todos son buenos, que no todos pueden cambiar, no me dejaría pisotear ni ofender nunca más, ni por ella, ni por nadie; lo mejor era cortar lazos, podría llevar su sangre, pero de familia no teníamos nada.
— ¿¡Que está pasando aquí, que es todo ese escandalo?! .– Jair entra a la oficina de repente, al ver a mi madre siendo sujetada por Mort, empieza avanzar hacía ellos. — ¿¡Suegra que está pasando?!
— ¡No des ni un paso más Jair! – levanto mi voz, grito con tanta fuerza y enojo que logro paralizar a mi madre y a él al mismo tiempo– Mort, suéltala.
Él me obedece, soltando los hombros de mi madre y retrocediendo hacía mí, resguardándome tras su espalda, Jair mira de pies a cabeza a Mort de una manera extraña.
— ¡Voy a poner una denuncia! ¡No me importa que seas mi hija, este hombre me agredió! – Mi paciencia estaba llegando a un punto crítico, no podía con tanta falsedad, me irritaba que se hicieran las víctimas, que quisieran manipular todo a su conveniencia.
— Si lo haces, yo te voy a denunciar por agresión a ti... no me importa que seas mi "madre"... es tu palabra contra la mía y la evidencia de las cámaras de seguridad, en donde tu irrumpiste en mi oficina de manera agresiva e intentaste acercarte a mí con intensiones hostiles, mi escolta solo hizo lo que todos harían, proteger a su patrón de una amenaza inminente.
La mujer se queda rígida, sus manos temblaban a sus costados por la fuerza con que las empuña, su mirada es como un puñal ansioso por atravesarme, mientras yo trato de verme serena, e notado que no mostrarles enojo o dolor por lo que me hacen, los hace molestarse a niveles críticos, y en parte, aunque esté muriendo por dentro de la molestia me resulta satisfactorio verlos consumirse ellos mismos.
— Yo solo venía a preguntarte porque cancelaste mi extensión del club, no era para que me trataras de esa manera.
Jair me mira con desaprobación luego de que mi madre hablara con ese tono herido y ofendido.
— No me parece correcto tu actuar, pero dejando eso a un lado, cancelé las extensiones de MI membrecía del club porque no pienso estar pagando para que se diviertan todos ustedes, después de que me dejaron muriendo lentamente en el olvido. – Jair puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos.
— ¡Otra vez con eso! Ya te dijimos porque no entramos a esa habitación, podías contagiarnos con esa enfermedad extraña que tenías.
— Como sea no me interesan sus excusas patéticas, eso no cambia que me lastimaron y si a ustedes no les importó, a mí tampoco...
— ¿¡Que me quieres decir con eso?! ¿Piensas hacernos a un lado y excluirnos de tu vida?
— ¿Acaso no es lo que hicieron conmigo...? si fuera así ¿por qué te ofende tanto?... solo ten en cuenta que no pienso brindar lujos, comodidades, ni beneficios míos a nadie y lo que consiguieron por mí, se los voy a quitar.
El rostro de mi madre se puso rojo, parecía que iba a explotar, Jair abrió mucho los ojos, sé que lo que dije fue una amenaza abierta que lo pondría en alerta, pero Mort investigaría lo que quiero esta noche y me encargaría de que nadie tuviera acceso a cuentas ni nada relacionado con contabilidad, lo haría parecer un fallo de sistema.
— Ni quién quiera entrar a ese maldito club, pero te recuerdo que la casa que me diste está a mi nombre y no me la podrás quitar...
Mi madre me mira como si me hubiera ganado de alguna manera, sé que me propuse dejarlos sin nada de lo que tienen que fue gracias a mí y esa casa no es la excepción, es cierto está a nombre de ella y es un obstáculo, pero uno pequeñito ya tengo cubierto eso.
— La casa es tuya, pero el dinero con el que se pagan los servicios de mantenimiento, los empleados, facturas y todo eso, es MÍO. Dinero, que no tendrás más... es una casa muy grande que necesita de mucha atención para mantenerse bien... además, te recuerdo que la casa está a tu nombre, pero aún no se termina de pagar, con el sueldo de mi padre quizás no sea suficiente, yo no te la voy a quitar, la vas a terminar perdiendo tu sola.
Es cruel de mi parte lose, y no puedo evitar sentirme mal, es a mis padres a quienes estaría echando a la calle, pero al final de cuentas ellos hicieron lo mismo conmigo, estamos a mano.
— ¿¡Como te atreves a hacernos esto a mí y a tu padre?!... ¡Eres una maldita, ojalá siguieras enferma!
Se queda mirándome esperando que las lágrimas corran, que baje la cabeza como siempre lo hice, pero a pesar de que sus palabras me trituran por dentro, no volveré a demostrar esa debilidad frente a ninguno de ellos.
— Para tu mala suerte no fue así... no sé porque estás tan enojada, cosechas lo que siembras... el karma tarde o temprano llega, no creo necesario el tener que recordarte como me has tratado a lo largo de toda mi vida... ahora largo, no quiero verte por aquí, Mónica
En los ojos de mi madre había mil y una amenazas que no lograron escapar de su boca, se dio la vuelta y salió de la oficina, Jair siguió sus pasos, antes de salir se detuvo en la puerta a mirarme.
— Te desconozco Valeria...
Cierra la puerta con cuidado, todo esto es desgastante emocionalmente para mí... siento que mi cabeza duele y el cuerpo se me desestabiliza, parece que estuve que punto de caer al suelo, las manos de Mort me toman evitando que caiga, con una me sostiene del hombro y otra la llevó a mi cintura.
— ¿My Lady, está bien?. – Eso me hace reír
— No me llames así, ya no hay nadie aquí... y sí, estoy bien, es solo que todo esto es... desgastante.
Su cercanía me pone nerviosa de repente, es una sensación extraña ya que su manera de tratarme me confunde mucho, no creo que a su amada le guste la idea de que él se comporte así con otras mujeres... quizás lo subestimo demasiado, es un hombre al final de cuentas...
Me alejo de él y le sonrío de una manera nerviosa para volverme a sentar en mi silla, falta poco para salir, pero no creo aguantar por mucho tiempo.
— Mort podrías traerme unas pastillas para el dolor de cabeza por favor, están en el botiquín del baño.
— Claro.
Sonríe y desaparece en la puerta de mi lado izquierdo, me pongo a revisar unos planos de un futuro proyecto, una sonrisa se dibuja en mi rostro al reconocer los dibujos, una chica llamada Adriana era la que estaba entrenando para tomar mi lugar, todo parece indicar que lo logró.
Mis ojos casi se salen al mirar el nombre en parte posterior del plano... "Cristina Reyes... jefa del departamento de diseño"
— ¿¡Esa Maldita Perra que hace aquí?!
Me levanto de mi asiento muerta de furia, el departamento de diseño está dos pisos abajo, sin duda la sacaría del cabello, esto ya fue suficiente, esa mujer es como la humedad, metiéndose en todo.