Capítulo 19
1187palabras
2024-01-21 14:49
Cuando llegamos al edifico todos parecen sorprendidos, no sé si de verme a mi o al magnífico hombre que sigue mis pasos. Entramos al ascensor, las puertas se cierran, le echo un vistazo al reflejo de Mort, se mira tan imponente, intimidante, su aura cambió, hasta los gestos de su rostro, tan serio y sereno, se está tomando demasiado enserio su papel.
Al llega a mi oficina Roberto estaba esperándome, al verme sonrió, pero cuando notó que tenía compañía su sonrisa se borró.
— Roberto, buenos días... él es Mort, mi escolta personal... Mort, Roberto, mi socio mayoritario.

Ambos se dieron la mano, Roberto lo miraba extraño, no me parece raro de él, ese hombre desconfía de todos, hasta de su propia sombra.
Los hombres se dan la mano, yo me dirijo a mi escritorio, me dejo caer en el suave respaldo de la silla, sintiendo que absorbió el poder que conlleva estar aquí nuevamente.
— Muy bien, pequeña Val, a pesar de que han pasado 6 meses no hay mucho con que ponerse al día... dejé en la pantalla principal de tu ordenador los proyectos finalizados, en proceso y futuras propuestas desde tu ausencia, yo personalmente me encargué de tomar el control de ello ya que tu querido esposo empezó a causar un desastre.
— Si... me enteré de algo de eso por ahí... – le digo apoyando los codos sobre la mesa.
— Los cambios en la empresa no han sido muchos, no te los diré, será cuestión de tiempo para que te des cuenta... como veo que ahora estás muy bien protegida no hay razón para que yo me quede a cuidarte de las víboras. – ambos reímos, volteo a ver a Mort serio y firme a un lado de la puerta.
— No podía seguir abusando de ti Roberto, ya hiciste bastante por mí.

— Haría lo que fuera y lo sabes, ¡pero bien! Iré a disfrutar de mi retiro, soy un hombre viejo ya... Cuídala bien muchachote.
Roberto le dio unas palmadas a Mort en el hombro al salir, a las cuales él respondió con un "si señor".
Me puse a revisar los proyectos en desarrollo y los futuros, los concluidos no tenían caso para mí, confiaba en que Roberto hizo un buen trabajo.
Las sorpresas y cambios de las que me habló Roberto no tardaron en llegar, Jair quién anteriormente era el encargado de relaciones públicas y publicidad, ahora era el encargado en jefe del departamento de contabilidad, esto olía mal, muy mal; me dejo caer en el respaldo de la silla.

— ¿Todo en orden? – Mort se acerca a mí, yo niego con la cabeza.
— Antes de que me enfermara, Jair era el encargado de relaciones públicas, regreso y ahora es el jefe de mi departamento de contabilidad... si pido un reporte de los últimos meses él será el primero en encargarse, si a echo algo lo cubrirá... antes de divorciarme de él necesito investigarlo, estar segura de que no me ha robado ni un solo centavo y que no se quedará con nada de lo que es mío.
— Entiendo, déjame todo a mí, te traeré el reporte que necesitas.
Lo miro con curiosidad, no sé qué pretende hacer, pero no creo que funcione.
— Mort, si vas tú a pedirlo no te lo darán, necesitarías autorización mía, y aunque llegaras y dijeras que vas de parte mía de igual manera lo pones sobre aviso.
— Quién dijo que iré a pedir las cosas de frente... Valeria, la muerte se mueve sin ser vista.
Me quedo con la boca abierta, procesando lo que acaba de decirme, recordando aquella vez que la sirvienta me trató mal y él estaba ahí, pero ella no podía verlo. Con que eso pensaba hacer... sonreí, había grandes ventajas al tener a la muerte de mi lado.
La puerta de la oficina se abrió de un fuerte estruendo haciendo que la puerta de madera crujiera contra la pared.
Mort se puso firme, la mujer que había entrado echaba lumbre por los ojos, esa es la madre que yo recuerdo, por lo menos no estaba fingiendo... la miro con desinterés y me pongo de nuevo en mis documentos.
— ¡Maldita mocosa insolente! ¿¡Como te atreves a tratarme como si fueras superior a mí?!
Mi madre avanza para llegar a mí, puedo sentir mi corazón golpeando con fuerza, mi mente me pide correr, mi cuerpo se prepara para sentir esa familiar sensación de ser golpeada en la cara, pero esta vez tenía un escudo, un protector... Mort se planta frente a ella como un muro impenetrable, cuando ella se topa con su mirada se frena al instante y voltea a verme con odio.
— ¿¡Que significa esto, Valeria!? ¿¡Quién es este hombre?! Acaso eres tan cínica como para engañar a Jair y meter a tu amante aquí.
La magnitud de las estupideces que salieron de su boca se quedan fuera de categoría, la verdad no tengo ganas de lidiar con ella, sabía que lo del club era un golpe bajo, una provocación, éste era el verdadero enfrentamiento, el momento en que me quitaría a una de esas sanguijuelas que no hacían más que querer drenarme.
Me pongo de pie, rodeo mi escritorio recargándome en la parte de enfrente cruzando mis brazos permaneciendo detrás de Mort, no puedo con su mirada, mentiría si dijera que no me duele verla de esa manera, darme cuenta de que siempre fue esta versión de ella la verdadera.
— Mónica... lo que dices es algo idiota considerando que acabo de regresar de la muerte prácticamente, él es mi escolta personal.
— ¡¿Mónica?! ¡¿Como te atreves a llamarme por mi nombre?! ¡Soy tu madre!... ¡mi escolta! Siempre tan altanera queriendo llamar la atención, no eres la reina de Inglaterra, ni quien quiera acercarse a ti a hacerte algo.
— Bueno tu casi tumbas la puerta y vienes hacia mí como animal rabioso queriendo atacarme...
— ¡¿COMO OSAS FALTARME EL RESPETO DE ESA MANERA?!
Empieza a dar pasos hacía mí, no muevo ni un solo músculo, Mort toma a mi madre de los hombros y la obliga a retroceder, al darse cuenta de que su presencia obstruyendo el camino no era suficiente.
Mi madre grita, llamarla animal rabioso en definitiva era una falta de respeto, pero no se me ocurría comparación mejor. La veo pelear para intentar zafarse de Mort, lo golpea, palea y jalonea como una desquiciada mientras él solo guarda distancia sosteniéndola en lo que hace todo su drama... si Mort no estuviera aquí, sin duda alguna yo estaría en el suelo recibiendo todas esas patadas y golpes.
Mamá Consuelo siempre me dijo que por el hecho de que eran mi familia yo justificaba sus malos tratos hacía mí, restándoles importancia y dejándome humillar y herir como una marioneta, la sangre pesa, por ello me duele tanto todo esto, pero si a ellos no les duele ni les pesa hacerme tanto mal, dañarme, herirme... a mí tampoco me iba a importar.
Como trates serás tratado, y mi dignidad, integridad y paz emocional tienen mayor peso que la sangre que compartimos.