Capítulo 11
1336palabras
2024-01-15 11:30
Tiempo actual...
Manejo con total calma, concentrándome en las cosas que tengo planeadas hacer hoy, comprar un auto nuevo, ropa nueva, bolsos, accesorios, me encantaría quemar todo de solo recordar que en este tiempo Cristina estuvo usando mis cosas, pero sería un completo desperdicio así que las donaría a la caridad, con que no estén en manos de Cristina me doy por bien servida.
Llego a la parte más elegante y un poco aislada del resto de la cuidad, me adentró entre los hermosos árboles para llegar al frente de un gran edificio de escasos 3 pisos, pero muy elegante, bajo de mi auto y uno de los Valet se acerca para tomar mis llaves al verme su rostro de sorpresa no tiene precio.
— ¡Señorita Palacios! Que gusto verla, escuché que estaba enferma, me da gusto que este mejor.
— Gracias Damián, y dime Valeria por favor... ¿Se encuentra el director del Club?
— Si, está de suerte, justo acaba de llegar...
— Me puedes hacer un favor muy grande... puedes llamarlo para que salga, es que no encuentro mi tarjeta de acceso.
— Claro yo lo llamo.
Se subió a mi auto y se marchó para estacionario, supongo que habló por radio con alguien, porque a los pocos minutos el director del club, el señor Morgan salió como si estuvieran regalando dinero fuera, al vernos no pude evitar sonreír.
— Señorita Palacios, cuando me dijeron que se trataba de usted no podía creerlo.
— Me imagino el porqué, pero aquí estoy sana y más viva que nunca, tengo algo importante que hablar con usted, en privado si se puede.
– Claro, adelante.
Ambos entramos al Club, esta tal y como lo recuerdo, ambos vamos al pasillo del lado izquierdo alejado de todo lo demás, donde está su oficina, cuando entramos me abrió la silla frente a su escritorio para tomar asiento y así después ir a su lugar.
— Bien señorita Palacios ¿Para que soy bueno?
— Me gustaría saber quiénes han entrado al club con las extensiones de mi membresía y que tan recurrentes son sus visitas.
— De acuerdo permítame un momento.
El señor Morgan se puso manos a la obra en su computador mientras yo esperaba a que me confirmara mis sospechas ya que estaba 100% segura que mis padres y Jair los usaban, pero quería saber que tan seguido estaban en el club, mientras más constantes las visitas más les dolería perder este privilegio.
— Bien señorita, la personas que entran con su extensión son su esposo Jair Castañeda, viene a lo mucho dos veces a la semana, su padre José Palacios solo asistió una vez que fue un evento, pero su madre Mónica Jiménez asiste todos los días junto con una joven, Cristina Reyes que también entra usando su membresía principal, la que está a nombre de usted, su esposo intentó sacar una extensión extra supongo que, para ella, pero al no ser el titular, si no usted, no se le permitió sacarla. Cuando nos dimos cuenta de que aquella chica entraba con su membresía supusimos que la había robado y detuvimos en la entrada, ella llamó a su esposo y él llegó con una carta poder firmada por usted autorizando el uso de su membrecía para su amiga, que no podía venir personalmente ya que estaba muy enferma.
Cristina... Jair... aprieto los labios conteniendo mi creciente ira, esa mujer y él imbécil aquel se pasaron de la línea por mucho, las uñas de mis manos se clavan en mis muslos, no puedo creerlo.
— Quiero cancelar todas las extensiones de mi membresía. – le digo sin más, el abre mucho los ojos y levanta ambas cejas.
— Bueno... señorita Palacios vera... me es imposible hacer una cancelación y disminuir el costo de dichas extensiones en su membresía por el contrato y...
– Señor Morgan sé que no les conviene perder dinero, se paga una buena cantidad por cada extensión, pero de igual manera no estoy para tirar dinero por más que tenga, así que vamos a hacer esto; seguiré pagando las demás extensiones hasta que mi contrato expire, cuando el momento llegué conservare solo dos extensiones, pero por ahora necesito que nadie que no sea yo entre con mi extensión.
— ¿Ni su marido?
— Ni siquiera ese idiota. – traga saliva sorprendido, lo miró fijamente esperando una solución para esto.
— Entonces bloqueare en el sistema sus tarjetas de acceso reportándolas en el sistema como robadas, eso hará el proceso más rápido, le daré su tarjeta principal nueva y las 4 extensiones por las que paga para que usted las resguarde, cuando el contrato expire me entrega las dos sobrantes que ya no necesitará.
— Me parece perfecto.
El señor Morgan se puso manos a la obra en su computador mientras yo permanezco en silencio aquí sentada, me hago la fuerte, estoy luchando por no romperme, me parte el alma darme cuenta de que ni siquiera les importé un poco, que cuando estaba en esa habitación muriendo ellos eran felices y ahora que estoy bien nadie se alegró por ello, al contrario, parece que les arruiné planes importantes.
Pero no debo de sentirme mal por lo que estoy haciendo, al fin de cuentas cosechas lo que siembras, esto no es nada comparado a lo que ellos me han hecho a lo largo de tantos años.
...
– Listo, aquí tiene señorita Palacios sus nuevas tarjetas esta negra es suya, es la principal, las viejas están oficialmente bloqueadas.
— Muchas gracias, señor Morgan, de verdad se lo agradezco.
— No fue nada, estamos para servir...
Ambos salimos de su oficina y vamos a la salida, me llevo una grata sorpresa al mirar a mi madre y Cristina acercándose al lugar.
– Esto será interesante.
Digo y me detengo cruzando mis brazos sobre mi pecho, las paredes del lugar son cristales de piso a techo al igual que las puertas, todo se encuentra polarizado, es imposible que alguien del exterior mire hacía dentro por más que se acerque al cristal mientras desde el interior se logra apreciar todo con claridad.
En la entrada está el lector electrónico de tarjetas y dos guardias de seguridad, cuando Cristina pasa MI tarjeta el recibidor comienza a sonar, no puedo evitar sonreír con la cara de espanto de ambas.
Mi madre se acerca para pasar la de ella, pero igual la máquina empieza a sonar, ambas se ponen pálidas los guardias de seguridad se acercan para pedirles amablemente que se retiren ya que no pueden entrar.
— ¡No me iré! ¡Este debe ser un error! ¡Exijo hablar con el director!
Mi madre comienza a forcejear con los de seguridad, parece que le di al clavo, aparentemente está muy afectada por quitarte este beneficio.
— Señorita Palacios, ¿Quiere que salga hablar con ellas o lo hace usted? .– el señor Morgan me pregunta, me mira nervioso yo estoy muy tranquila.
— No merecen ni la pérdida de nuestro tiempo, comuníquese con sus guardias, dígales que si no se marchan llamará a la policía. – el señor Morgan abre mucho los ojos, lo volteo a ver. — Se que es algo despiadado de mi parte, que usted no me conoció siendo una persona así, pero tengo mis razones...
— No lo dudo señorita y no la juzgo, me da gusto que abriera los ojos, para nadie es un secreto los desplantes de su familia hacía usted.
— Ya que estamos aquí ¿tiene tiempo para un café? Necesito ponerme al día, ha pasado medio año.
— Claro vamos... – al pasar al lado de uno de los guardias del interior Morgan le habla. — Salga para decirles a las mujeres de la entrada que no existe ningún error sus extensiones fueron canceladas, y advertirles que si siguen con su escándalo llamaremos a la policía.
El señor Morgan y yo caminamos juntos hacía el interior del club, como dije tenía que ponerme al día y comenzar a averiguar que tan bien la pasaron sin mi este tiempo.