Capítulo 9
1244palabras
2024-01-14 11:04
El silencio empezó a tornarse incómodo, no para mí en absoluto, estoy disfrutando todo esto, pero a juzgar por sus caras nadie en este lugar lo hace como yo.
Ninguno ha tocado su plato de comida, mis padres y Cristina se miran unos a otros o agachan simplemente la mirada, Jair esta absorto a mi lado picoteando la comida de su plato, estoy disfrutando este silencio porque estoy segura de que en cuanto cualquiera de ellos abra la boca se empezará a desatar una discusión y francamente lo espero con ansías.
— ¿Desde cuándo estas bien? ¿Acaso fingiste estar enferma para preocuparnos?
No puedo creer lo que acabo de escuchar, ¿¡Es enserio Jair?! Dejo los cubiertos al lado de mi plato, la comida se había terminado para mí, ahora comienza lo bueno, apoyo mis codos sobre la mesa y entrelazo mis manos para ver directamente a los ojos a Jair.
Esta molesto, me mira con desaprobación, ¡Por dios! Como puede ser tan cínico, como puede hacerse el indignado quién debería estar así soy yo, no ninguno de los presentes en esta mesa.
— ¡Baja tus codos de la mesa! Esa es una falta de respeto y educación... — mi madre como siempre...
— Me importa un carajo. – Mi voz fue clara, fuerte y arrogante, ni siquiera volteé a ver a los demás, Jair abrió mucho los ojos impresionados y separo ligeramente los labios. Me mira como si yo fuera un extraño una cosa rara frente a él.
— Pero ¿qué te pasa Valeria? No pareces la misma nosotros solo....
— No Jair, no soy la misma, desde que me di cuenta de que ni a mi esposo, ni mis padres y mi mejor amiga les importo por lo menos un poquito, me dejaron en el olvido, en la soledad de esa habitación mientras moría lentamente.
Ahora si volteé a ver a todos, están sorprendidos, los comprendo totalmente yo también estaba sorprendida y orgullosa de mí misma, Valeria del pasado nunca hubiera reclamado nada, al contrario, quizás estaría pidiéndoles perdón por ser yo quién sufría, pero el estar a nada de morir me lleno de fortaleza para darme cuenta de que no quiero personas falsas a mi lado, aunque se traten de mi propia familia y seres queridos.
— Valeria por favor nosotros no entrábamos a esa habitación porque teníamos miedo de que fuera contagioso o algo...
Mi padre fue el que habló ahora, en su tono molesto e indignado como siempre que llegaba a abrir la boca, mis ojos viajaron hacia él, pero no dije nada.
En ese momento Susana entró al comedor con el plato de comida de Cristina, Anna estaba parada firme detrás de mis padres, ellas solían atender a los invitados de primera mano así que siempre estaban aquí a no ser que se les pidiera retirarse, Susana al dejar el plato de Cristina se fue a parar al lado de Anna.
Me acomode recostándome en el respaldo de la silla, observando fijamente a esas dos mujeres que me trataron tan mal, no podía suprimir el enojo en mi mirada.
— Esas son mentiras padre, las empleadas entraban a atenderme y no están contagiadas, lo que me recuerda por cierto... Susana, Anna, están despedidas, agarren sus cosas y lárguense de mi casa.
Ambas abrieron mucho los ojos y me observaron asustadas, se pusieron rígidas y podría jurar que temblorosas.
— ¡Pero señora! Tengo una familia que mantener y yo...
— No me interesa, quiero a ambas fuera de mi casa ahora.
— ¡Demonios Valeria! ¿Qué te pasa? ¿¡Como puedes ser tan cruel!?
Jair me levanto la voz, sumamente molesto, se puso de pie y golpeo la mesa con su puño, lo miré con aparente tranquilidad, aunque por dentro quería romperle el plato de cristal que tenía al frente en la cabeza, me di cuenta de que Mort se acercó para ponerse a mi lado, no lo podían ver, pero el hecho de tenerlo aquí y ver que no la pensó dos veces para defenderme me hizo sonreír ligeramente, me puse de pie con total calma, para quedar frente a él.
— ¿Cruel yo?... Ellas fueron las que me trataron mal todos estos meses, quienes se burlaron de mí, me daban de comer a veces solo una vez al día, me tiraban los alimentos en la cara, me miraban con asco, me llevaban comida echada a perder, me desearon la muerte y ¡soy yo la cruel!
Empecé a hablar serena y tranquila pero poco a poco empiezo a subir mi tono de voz hasta terminar gritando con una ira y rabia inimaginable, mientras hablaba reviví todos esos malos tratos, todas esas humillaciones, ese dolor... pero no más, no aguantaría ni una más.
— Valeria yo no sabía que ellas...
— Si lose, tu y nadie sabía porque a nadie le importe, me dejaron morir sola en esa habitación... – hice una pausa y suspiré, cerré los ojos para tranquilizarme, la idea no era que ellos vieran mi dolor, no les daría esa satisfacción, abrí los ojos de nuevo cuando estuve más tranquila. — En fin, eso quedo en el pasado, fueron varios meses y tengo que ponerme al día con mi vida... las llaves de mi auto por favor.
Extendí la mano hacía Jair, me di cuenta de que las llaves de mi auto no estaban en su lugar así que supongo él las debe tener, ya que ahora si esta estacionado afuera.
Él se revolvió algo incómodo y volteó a ver a Cristina, yo hice lo mismo así que ella bajó la mirada rápidamente.
— Cristina las llaves por favor... le presté tu auto ya que el de ella se estropeó y como tú no lo usabas... – apreté la mandíbula, esto era el colmo.
— Que considerado cariño...
Me acerqué a Cristina y estire mi mano exigiendo con la mirada las llaves de mi auto, ella las sacó de su bolso que era mi bolso, mejor dicho, al darme las llaves mire que llevaba puesto MI brazalete, el que Jair me había regalado en uno de mis cumpleaños.
Cuando tomo las llaves me le quedo viendo con molestia a Jair, sabe que mire el brazalete, me esquiva la mirada.
— Usas mi carro, llevas mis accesorios, bolsos, ropa... si que esto de mejores amigas es otro nivel, nada más nos faltó compartir a Jair…– Cristina ni siquiera me volteo a ver, se sentía tan bien verla desde arriba mientras me agachaba la mirada, me di vuelta para retirarme. – Me voy disfruten el desayuno.
— Eso será imposible ya que lo arruinaste con tus comentarios de mal gusto...– Ay mi querida madre, arruinarles el desayuno era lo de menos a todo lo que les arruinaría, miré a Susana y Anna, cuando pase a su lado.
— Ustedes saben perfectamente lo que hicieron y el correrlas es lo menos que se merecen, cuando regrese no las quiero ver aquí, si no pondré cargos en su contra.
Ambas asintieron rápidamente y se dieron la vuelta, le eché una mirada a Mort tenía una gran sonrisa en su rostro, me miraba con orgullo, le asentí ligeramente y salí de mi gran mansión.
Hace tanto que no salía al exterior por mi propio pie, cerré los ojos y suspiré, no encuentro las palabras para describir el cómo me siento ahora, podría decir que fue liberador, pero no tengo tiempo para perder, necesito poner algunas cosas en su lugar, comprar nuevas y quemar viejas.