Capítulo 69
745palabras
2024-01-29 00:01
Elisa se presionó las sienes con los dedos. "He sido tratada injustamente en muchas ocasiones. ¿Vas a enmendar cada una de ellas?"
"Así es", respondió Fernando sin dudarlo.
La joven lo miró, sintiendo cómo su corazón latía aceleradamente.
Elisa nunca había sido víctima de acoso cuando era joven, pero Anna sí.
Anna ahora se mostraba feliz y despreocupada, pero había sido tímida durante sus años escolares. En aquel entonces, solo podía llorar cuando algunos estudiantes mayores le quitaban dinero en la secundaria, ya que nunca se atrevía a contárselo a su maestra.
Elisa, junto con Paul y Luis, fueron quienes encontraron a los acosadores y los confrontaron físicamente. Ni siquiera se arrepintieron cuando la escuela llamó a sus padres debido a ese incidente.
Por otro lado, Elisa se transformó en una persona completamente diferente después de casarse con Fabián. Tuvo que soportar todo lo que él le hizo, incluso después de su divorcio.
Sus amigos deseaban vengarse en su nombre, pero ella había sufrido demasiado. La venganza no era suficiente para compensar todo lo que había pasado.
Al principio, la joven pensó que Fernando estaba bromeando. Sin embargo, el hombre se estacionó frente al hotel del que acababa de salir.
"Ya llegamos", anunció.
Elisa se tardó un momento en comprender que el hombre no estaba bromeando.
Sin perder el tiempo, Fernando bajó del auto y se dirigió hacia el lado de la joven. "Vamos", dijo después de abrirle la puerta.
La joven se desabrochó el cinturón de seguridad y frunció el ceño: "Fernando..."
El susodicho extendió la mano y la sacó del vehículo. "No tengas miedo, estoy aquí contigo".
Así fue como ambos ingresaron al hotel en cuestión.
El hombre era alto y caminaba muy rápido. A su lado, Elisa tenía que trotar para mantener su ritmo.
Cuando llegaron al counter de recepción, Fernando preguntó: "Estamos buscando a las señoritas Linn. ¿Podrías indicarnos en qué habitación se encuentran?"
Recién en ese momento, la joven se dio cuenta de que el hombre iba en serio.
Como adivinando sus pensamientos, Fernando se volvió para mirarla. "¿Tienes miedo?"
"Claro que no", contestó la muchacha arqueando las cejas.
¿Cuándo le había tenido miedo a algo?
"Eso pensé", sonrió el hombre.
Una vez dicho esto, la recepcionista les brindó la información requerida. "Señor Dawson, los huéspedes en cuestión se encuentran en la habitación 1701".
"Gracias", respondió.
Luego, volteó a ver a Elisa y preguntó: "¿Vamos?"
Sabía bien que Fernando la estaba provocando, pero aún así asintió. "¿Y por qué no? ¡Vamos!"
Quería saber cómo planeaba el hombre cobrar venganza en su nombre.
Fernando esbozó una gran sonrisa, se dio la vuelta y se dirigió al ascensor. La joven lo siguió.
El ascensor estaba vacío. El hombre se dio la vuelta, entró y la miró con una tenue sonrisa. Su significado era evidente.
Elisa frunció el ceño y entró detrás de él.
El aparato fue ascendiendo de forma gradual hasta llegar al piso 17. Las puertas se abrieron y Fernando la miró sin hablar.
La joven salió y se dirigió a la habitación 1701. Ladeó la cabeza y lo miró con una sonrisa, tal como había hecho él hace unos minutos. "¿Cómo pretendes ayudarme?"
El hombre la miró directamente a los ojos y dijo con convicción: "Sé bien que detestaste que Fabián te usara como escudo durante todos estos años".
Sus palabras la dejaron desconcertada.
Nunca pensó que Fernando conociera tan bien su forma de pensar.
Aquellos que no conocían su historia podrían haber pensado que Elisa había ido a ver a Fabián en un arranque de ira, incapaz de superar la relación que habían tenido.
Sin embargo, lo que realmente la había motivado era que ya no podía tolerar más su comportamiento.
Después de todo, ella también era un miembro querido y valorado de su familia.
Podía aceptar el hecho de que Fabián no la amara, pero no podía tolerar que la hubiera tratado como una tonta desde el principio.
Esa había sido la gota que colmó el vaso.
La joven miró a Fernando y arqueó las cejas. "¿Qué planes hacer?"
El hombre esbozó una sonrisa, sacó su teléfono y llamó a Fabián.
Luego, procedió a poner la llamada en altavoz y colocó su dispositivo entre los dos.
Fabían contestó al cabo de unos segundos. "¿Señor Dawson?"
Su voz al otro lado del auricular sonaba fría y distante.
"Sólo quería preguntarle qué tan importante fue para usted la señorita Linn, señor James", inquirió Fernando sin despegar los ojos de Elisa.