Capítulo 63
860palabras
2024-01-16 10:15
Sentada en la sala de reuniones, Elisa escuchaba entretenida los elogios que Alan le dirigía.
Al hombre le había tomado veinte años alcanzar el puesto que actualmente ostentaba, y había pasado ese mismo tiempo aterrorizando la sede de Los Ángeles. Normalmente, era él quien recibía los halagos, por lo que se sentía fuera de práctica cuando intentó hacer lo propio con Elisa.
Alan no podía dirigirse a la joven como su superior, ya que era evidente que ella gozaba de una mejor posición que él.
No obstante, tan habituado estaba a su rol de jefe, que le resultaba difícil encontrar las palabras adecuadas para elogiar a Elisa en su posición de subordinado.
La joven lo miraba con una tenue sonrisa. "Gracias, señor Baker".
Sus palabras hicieron que el hombre se sintiera insultado.
La reunión de la mañana concluyó en un ambiente tenso. Elisa todavía tenía otra reunión más pequeña programada para las once, que trataría sobre Spring Valley Village.
El proyecto tenía que ser revisado a fondo. Ya que los participantes no eran muchos, la duración de la reunión se extendió de forma considerable.
La junta finalizó casi a mediodía. Si no hubiera sido por el almuerzo que tenía programado a las doce y media, la reunión anterior podría haberse extendido aún más.
Elisa se retocó el maquillaje y se dispuso a ir al hotel.
Justo en ese momento, Lucía llamó a su puerta y entró a la oficina. "Señorita Marques, la señorita James ha venido a verla".
"¿Qué está haciendo ella aquí?", preguntó la joven arqueando las cejas.
"Me parece que ha venido a disculparse", explicó la asistente mientras fruncía los labios.
"No, no tengo tiempo para verla", respondió Elisa chasqueando la lengua.
La joven no tenía la obligación de recibir a la mujer sólo porque quisiera disculparse.
Lucía había investigado a fondo el período que Elisa pasó en la familia James, y sabía bien el mal rato que Isabella le había hecho pasar. Por ello, apenas vio a la visitante llegar a la compañía, la asistente endureció su expresión.
Elisa le había dicho que no atendería a la mujer, y ella no la culpaba.
"Como ordene, señorita Marques", asintió.
Luego se dio la vuelta para comunicarle el mensaje a Isabella.
Por su parte, Isabella estuvo esperando por casi media hora. Cuando llegó a la oficina, la secretaria de Elisa le dijo que ésta estaba en reunión y que tendría que esperar.
La mujer nunca había tenido que esperar por nada en su vida.
Pero se obligó a hacerlo a fin de demostrar la sinceridad de su visita.
Poco después, la puerta del ascensor se abrió y salió la secretaria de Elisa, Lucía.
Isabella se puso de pie y se acercó a la asistente con arrogancia. "Lucía".
"Señorita James, la señorita Marques no podrá recibirla el día de hoy debido a su apretada agenda. Lo siento", indicó la otra mujer con expresión impasible.
De inmediato, el rostro de la visitante se ensombreció. "Sólo necesito hablar con ella por cinco minutos. ¿Está tan ocupada que no puede permitirse cinco minutos?"
"Lo siento, señorita James", repitió la asistente.
Si la situación fuera como en el pasado, Isabella ya habría corrido a irrumpir en la oficina de Elisa.
No obstante, ahora que la verdad se había revelado, la mujer era consciente de que la familia de la joven era mucho más influyente que la suya. No podía darse el lujo de comportarse de manera descortés. Santiago le había ordenado que se disculpara con Elisa de forma educada.
Isabella apretó los puños, consumida por la frustración. Haciendo un esfuerzo por mantener la compostura, preguntó: "¿Cuándo estará disponible? ¿Podría invitarla a cenar esta noche?"
Lucía negó con la cabeza. "Lo siento, señorita James".
Isabella estuvo a punto de perder los estribos al escuchar a la asistente repetir aquella frase. "No la molesto, entonces".
La mujer salió de la oficina furiosa. Tenía la mandíbula apretada por la cólera, y sus tacones altos repiqueteaban en el piso.
Poco después, Elisa bajó hasta donde se encontraba la asistente, pues tenía un almuerzo en veinte minutos.
Lucía le contó lo sucedido y Elisa esbozó una sonrisa. "No te preocupes por ella".
Después de todo, era momento de que la mujer aprendiera un poco de humildad.
Elisa, al casarse con Fabián, tuvo toda la intención de vivir en armonía con su nueva familia política. Por eso, siempre intentó llevarse bien con Isabella, pero ésta nunca se esforzó por corresponder su gentileza. Al contrario, la trató incluso peor de lo que Elisa la trataba ahora.
"Como diga, señorita Marques", asintió Lucía.
Ninguna de las dos tomaba en serio a la mujer. Se prepararon para salir del Grupo Marques rumbo al hotel.
El chofer ya había aparcado el automóvil en la entrada. El par de mujeres lo avistó en cuanto salieron del edificio.
Lo que no sabían era que Isabella se encontraba allí.
Justo cuando la mujer estaba a punto de llamar a su mejor amiga para desahogarse sobre Elisa, la vio salir. Rápidamente adoptó una expresión de culpabilidad y se apresuró a ofrecerle el regalo que había preparado. "Elisa", la llamó.
"¿Que deseas, señorita James?", preguntó la joven con indiferencia.