Capítulo 62
1023palabras
2024-01-16 10:13
Hugo partió después de un momento.
Fabián abrió lentamente los ojos al escuchar el lejano sonido del motor.
Ahora que el otro hombre se había marchado, no había nadie más que lo molestara. Aunque, a decir verdad, la pregunta que le había hecho persistía en su mente.

¿Por qué había ido al departamento de Elisa?
Ni siquiera el propio Fabián tenía una respuesta satisfactoria. La noche anterior, Luna había tenido una fiebre muy alta, por lo que se quedó a su lado hasta la medianoche.
Después de ello, el hombre había emprendido el viaje hacia la residencia James. Pero, por alguna razón, desvió su camino y se detuvo frente a la casa de Elisa.
Su departamento estaba ubicado en la zona central de la ciudad, cerca a la carretera. Eran más de las dos de la madrugada. Estacionado en el camino, Fabián alzó la vista y vio el edificio donde vivía la joven.
El hombre descubrió que le gustaba a Elisa poco después de que se casaran.
A decir verdad, nunca pensó divorciarse de ella tan pronto, ya que la joven cumplía de forma satisfactoria su rol como esposa e integrante de la familia James.

A pesar de sus problemas maritales, Elisa nunca limitó su accionar como esposo.
Eso era justamente lo que él necesitaba.
Fabián había crecido dentro de la familia James. Por lo que había visto llevarse a cabo numerosos matrimonios arreglados. En tales casos, las parejas solían llevar vidas separadas tras contraer nupcias.
A pesar de que el hombre se había negado acostarse con ella, nunca intentó buscar intimidad con otra mujer.

Pues respetaba su matrimonio, y esperaba que su esposa hiciera lo mismo.
Elisa no tuvo problemas en cumplir con aquella expectativa, ya que gustaba de él.
Si la joven no le hubiera propuesto el divorcio, él hubiera seguido casado con ella hasta que la muerte los separara.
A medida que pasaba el tiempo, lo que sentía por Luna se hacía cada vez más claro para él. Se trataba de sentimientos de culpa y gratitud, más que de amor.
Sin embargo, la realidad lo golpeó fuertemente. Fabián estaba a punto de aceptar por completo a Elisa cuando ésta le pidió el divorcio.
La joven estaba muy encariñada con él en aquel entonces, pero una vez que se divorciaron, su actitud cambió radicalmente.
Sus ojos ya no resplandecían al posarse en él, e incluso hubo momentos en los que ni siquiera se molestó en voltear para mirarlo.
La noche anterior, Fabián pensó que Elisa lo había ignorado a fin de llamar su atención. Sin embargo, cuando la vio marcharse de la mano de Fernando, se dio cuenta de que ella ya no estaba enamorada de él.
Para su desgracia, aquel hallazgo le dejó un mal sabor de boca. Al principio, el hombre sintió que era necesario advertirle a la joven que se mantuviera alejada de Fernando en honor al matrimonio que habían mantenido durante tres años.
Sin embargo, no se sintió nada bien al ver cómo su exesposa caía en la trampa del otro hombre.
La noche era fría y Fabián abrió la ventana de su auto para fumar un cigarrillo. Al pie del edificio de la joven, el hombre no podía dejar de pensar que tal vez Fernando se había quedado a pasar la noche con ella.
De inmediato, concluyó que él jamás había demostrado aquel tipo de crueldad durante su matrimonio.
Las habladurías sobre Fabián se apagaron después de un rato. Elisa, por su parte, permaneció todo el domingo en su casa.
Apróximadamente a las tres de la tarde, Anna llamó a la joven para preguntarle si quería tomarse una copa en el Club Mónica.
Elisa no tenía ganas de salir, por lo que se negó de inmediato. Se fue a dormir antes de las once y se despertó antes de las siete de la mañana siguiente.
No había amanecido todavía. Cuando la joven descorrió las cortinas, pudo ver que el cielo aún estaba oscuro.
Elisa revisó la agenda digital que tenía en su teléfono, y vio que su día estaba programado en gran parte. Tenía una reunión a las nueve, y otra, a las once. Encima de eso, tenía un almuerzo de negocios al mediodía.
Su día lucía repleto de actividades.
La joven no solía despertarse tan temprano, por lo que contaba con tiempo para prepararse un desayuno exquisito. Luego de comer, se dirigió al Grupo Marques y llegó a las ocho y cuarenta.
Lucía también acababa de llegar, y se encontró con ella en el ascensor del estacionamiento. "Buenos días, señorita Marques".
"Buenos días, Lucía", correspondió la joven con una sonrisa.
A pesar de que la mujer era subordinada de Mauricio, Elisa la tenía en muy buena consideración como profesional.
Por otro lado, cuando se reveló el sábado que la joven pertenecía realmente a la familia Marques, Alan intentó llamarla, pero ella no le contestó.
El hombre se acercó a ella apenas la vio desde el otro lado del pasillo. Cuando Elisa se percató de su presencia, su rostro se endureció.
Alan siempre había pensado que la joven era la amante de algún ejecutivo. Jamás se hubiera imaginado que se trataba de la única hija de Mauricio Marques.
Lo que quería decir que la muchacha algún día heredaría no sólo la sucursal de Los Ángeles, sino todo el Grupo Marques.
El hombre no había dejado de acosar a Elisa desde su ingreso a la empresa, razón por la cual había sido incapaz de dormir desde que se enteró de la verdadera identidad de la joven.
Originalmente, su plan era invitar a Elisa a salir el sábado para evaluar su reacción, pero ella había ignorado sus llamadas. Al verla esa mañana, Alan estaba comprensiblemente muy nervioso.
"Buenos días, señorita Marques", la saludó.
Alan era un zorro astuto, que no vacilaba en tomar la iniciativa de saludar a Elisa sin mostrar el menor indicio de vergüenza.
La joven lo miró con una tenue sonrisa, fingiendo ignorancia. "Buenos días, señor Baker".
El hombre asintió y entró a la sala de reuniones.
Ahora que todos conocían la identidad de Elisa, incluso la reunión de los lunes se había vuelto interesante.