Capítulo 61
834palabras
2024-01-16 10:09
Santiago se volvió hacia Isabella. "¡Todo esto es culpa tuya! ¡Por tu culpa hemos ofendido a la familia Marques! ¡Discúlpate con Elisa en este momento!"
"¡Abuelo, ya me disculpe con ella por mensaje!", se excusó la mujer.
"¿Vas a disculparte con ella o no?", preguntó el anciano.

Isabella palideció y no se atrevió a refutar. "Sí, abuelo".
Santiago le pidió a la mujer que se retirara, ya que le enervaba más seguir pensando en el asunto.
La mansión de los James se vio envuelta en un caos de ira muy temprano en la mañana.
Al volver del supermercado, Elisa descubrió que los rumores en Twitter se habían esfumado por completo. No encontró ni un solo rastro al buscar noticias sobre Fabián.
Era evidente que el hombre se había encargado de borrar todos los artículos sobre él.
Anna quería que Edward siguiera esparciendo chismes, pero Elisa no quería molestarla, así que se negó. "No es necesario".

En ocasiones, ocultar información atraía más la atención.
"¿Por qué?", preguntó Anna desconcertada.
"¿No crees que es más sospechoso que no hayan noticias al respecto?", replicó Elisa arqueando las cejas.
Anna reflexionó un instante y se dio palmadas en el muslo al comprender la situación. "¡Qué astuta eres, Elisa!"

"¿Tú crees?", sonrió la otra joven.
La situación no se debía tanto a su inteligencia, como a la estupidez de Fabián.
Pero prefirió no decir nada sobre ello.
Elisa tenía razón. A pesar de que el hombre había ordenado eliminar todo rastro del tema del Internet, la gente sentía que era el culpable. El exceso de sus medidas lo demostraba.
Sin embargo, no era necesario consultar las noticias, ya que la alta sociedad de Los Ángeles no dejaba de hablar del tema.
Hugo había sido amigo cercano de Fabián por más de veinte años; por lo que no podía pasar por alto los comentarios negativos sobre él, y se vio en la necesidad de defenderlo.
Sin embargo, su interlocutora sólo sonrió y le preguntó: "¿Entonces el señor James nunca salió con Cecilia?"
Hugo no supo qué responder. Todos los amigos de Fabián sabían bien que el hombre había salido con ella en la universidad. Aunque la pareja se había separado sólo dos meses después, la historia estaba allí para quien quisiera investigarla.
Hugo permaneció en silencio. A decir verdad, él mismo estaba desconcertado por el comportamiento errante que su amigo había demostrado la noche anterior.
El hombre no estaba de humor para beber, y menos para andar en coqueteos por más bella que fuera su contraparte. Cogió las llaves de su auto y se marchó. Muchos trataron de detenerlo, pero no tuvieron éxito.
Su auto deportivo aceleró en la carretera, y sólo se detuvo frente a una villa familiar.
Hugo salió del vehículo y tocó el timbre. Fabián había comprado la mansión apenas se graduó de la universidad. La famlia James no sabía nada al respecto. Es más, sólo un puñado de sus amigos conocían el lugar.
Un escándalo de esa magnitud había estallado tan temprano en la mañana. Era más que seguro que Santiago estaba enfurecido, y Fabián se encontraba de mal humor.
El hombre gustaba de refugiarse en su villa en momentos de depresión. Mientras se dirigía al lugar, Hugo intentó llamarlo en múltiples ocasiones, pero no tuvo éxito, lo que sólo confirmaba la indisposición de su amigo.
El timbre sonaba sin parar. Fabián abrió los ojos y tomó el control remoto para revisar el monitor. Cuando vio a Hugo, se le demudó el semblante de inmediato.
Él sabía que el otro hombre tocaría el timbre hasta que se le abriera.
Fabián apagó el monitor y se puso de pie con cara de pocos amigos para bajar las escaleras.
"¿Estás aburrido o qué?", preguntó.
"Sabía que debías estar de malas, por eso vine a visitarte", contestó Hugo chasqueando la lengua.
"Gracias por tu consideración", replicó Fabián con sorna.
Hugo ignoró su tono sarcástico y entró a la mansión. No pudo evitar fruncir al ceño al percatarse de la falta de decoración. Sin embargo, se recordó a sí mismo el motivo de su visita. "No volviste con Cecilia, ¿no?"
"¿Por qué fuiste al departamento de Elisa?", añadió mientras se tocaba el cuello.
La segunda pregunta enervó aún más a su amigo, quien de inmediato bramó en respuesta: "¡Fuera de mi casa!"
Una vez dicho esto, se dio la vuelta y entró al estudio sin mirar a su visitante, sólo para cerrar con seguro la puerta segundos después.
"¡Espera!", exclamó Hugo.
Trató de seguirlo, pero su nariz impactó contra el madero.
El hombre se frotó el rostro mientras recordaba la mirada que su amigo le había lanzado hace un momento. Entonces prefirió no insistir.
Hugo permaneció de pie fuera del estudio por un momento. Luego de pensarlo bien, soltó un suspiro y se marchó.
De regreso en su auto, el hombre se vio asaltado por una duda: "¿Se arrepentirá Fabián de haberse divorciado de Elisa?"
La idea le parecía muy entretenida.
Ya que sería muy interesante ver a Fabián arrepentido.