Capítulo 25
835palabras
2024-01-10 14:53
Así fue como la subasta llegó a su fin. Fabián había sido el postor de la noche. Había adquirido su primera pieza a 2 millones de dólares, y la segunda, a 35 millones.
Hugo también pensaba que Fabián había actuado como un riquillo tonto aquella noche.
Intentó decirle a su amigo que las pinturas no valían el dínero ofertado, pero preferió no insistir al ver su expresión sombría.

Una vez que la subasta hubo terminado, los cuatro se encontraron en las escaleras.
Hugo saludó a la joven: "¡Elisa!"
"¡Señor Hurtado!", respondió ella con una tenue sonrisa.
Luego hizo un breve movimiento de cabeza y se marchó con Fernando.
Fabián los observó alejarse. Su mirada dorada se ensombreció y él procedió a retirarse.
El Rolls-Royce negro de Fernando captaba la mirada de los presentes. Cuando la joven subió al vehículo, se dio cuenta de que su acompañante la estaba observando.

Elisa reciprocó el gesto un tanto confundida. Sin embargo, segundos después, el hombre se echó a reír y dijo: "Nada mal".
"¿Disculpa?"
Fernando no dio explicaciones, sino que arrancó la marcha con lentitud. "¿Tienes hambre?"
"No mucho", respondió la joven, sin tomar demasiado en serio la respuesta del hombre.

Fernando miró a Elisa con una sonrisa, y no volvió a decir palabra alguna.
Media hora después, el auto se detuvo en la casa de la joven.
Elisa se quitó el cinturón de seguridad. Al levantar la vista, se encontró al hombre extendiéndole una caja de regalo.
"¿Qué es?", preguntó arqueando las cejas.
"Es un pequeño regalo de agradecimiento", respondió Fernando sonriendo.
"¿Un regalo de agradecimiento o un regalo en general?", insistió ella aún sin tomarlo.
"Eso no es relevante. Lo importante es que es para ti", respondió él.
El hombre mostraba una postura asertiva, y Elisa se encontraba incapaz de enojarse con él, especialmente cuando la miraba con esos ojos marrones.
No obstante, Elisa no estaba dispuesta a aceptar regalos de ningún hombre, así que dijo: "No aceptaré nada más que tu amabilidad".
Fernando frunció el ceño, pero no insistió más.
La joven salió del coche y dijo: "No quites la vista del camino".
"¿Y si prefiero fijar la vista en otra cosa?", replicó el hombre.
Su comentario la tomó por sorpresa.
Elisa no sabía qué responder. Simplemente no se imaginaba qué sería más importante que mantenerse atento mientras conducía.
Fernando frunció los labios. "Sólo bromeo. Entra a casa. Sé que debes estar ansiosa por deshacerte de mí".
"En realidad... no tanto".
Una vez dicho esto, cerró la puerta del vehículo y se dirigió a su departamento.
El hombre la observó alejarse con una sonrisa en los labios.
Antes de llegar a su puerta, la joven recibió la llamada de Anna. "Otra vez eres tendencia en Twitter. Escuché que Fabián y Fernando estaban peleando por algo, ¿eras tú?", preguntó.
Con un resoplido, Elisa revisó su cuenta de Twitter. Tal como le había dicho su amiga, la disputa entre los dos hombres era tema de debate en línea.
Sin embargo, las cosas eran diferentes esta vez. Por alguna razón, la gente asumió que la manzana de la discordia era ella.
La joven no se molestó en leer los comentarios. Sabía bien lo que el público opinaba. Ella era sólo una pobre diabla, indigna del afecto de los contendientes.
Elisa prefería no tomarse en serio esos chismes. "Claro que no", le respondió a Anna.
La muchacha explicó escuetamente que no tenía nada que ver con lo que pasaba entre Fernando y Fabián.
Pero no todos compartían su opinión.
Al día siguiente, Lucía le anunció la visita de Santiago. Por un momento, Elisa pensó que había escuchado mal, pero la seriedad de la mujer la convenció de lo contrario.
"Que pase", dijo con el ceño fruncido.
Habían pasado casi seis meses desde la última vez que vio al hombre. No había vuelto a toparse con él después de su divorcio con Fabián.
Todos los integrantes de la familia James eran unos aguafiestas, con la única excepción de Daniela.
Para empezar estaba Isabella, quien siempre había dejado claro que Elisa no estaba al nivel de Fabián. El acoso que había sufrido de su parte había sido constante desde que se casó.
Por otro lado, Santiago tampoco era un anciano sabio y bondadoso. Por el contrario, el hombre se había dedicado a reprenderla cada mañana cuando se encontraba con ella en la sala.
Cuando la joven se integró a la familia, Santiago ya había sido relevado de sus funciones en el Grupo James por Fabián y Omar. Por lo que se encontraba sin nada que hacer en casa.
Bajo la influencia de Isabella, Santiago se convirtió en el detractor número uno de la muchacha. Cada vez que la pareja tenía problemas, el anciano no dudaba en echarle toda la culpa a ella.
Elisa todavía recordaba los castigos que le había impuesto.
Por ello, lo que más deseaba después de su divorcio era no volver a encontrarse con nadie de esa familia nunca más.
Pero las cosas no eran como ella quería.