Capítulo 4
826palabras
2024-01-10 09:50
Ante el repentino llanto de Elisa, Anna se sintió muy triste. Ella no soportaba ver a su amiga de la infancia tan mal.
Durante muchos años, Elisa siempre había sido una joven inteligente y bondadosa, por lo que era inusual para Anna que ella permitiera que la maltrataran.
Pero claro, ¡todo era culpa de Fabián James!
Minutos más tarde, Elisa logró calmarse. Ella tomó un pañuelo para secarse las lágrimas, sacó un espejo y se arregló el maquillaje. "Oye, Anna, me parece haber oído que tu primo conoce a algunos reporteros de Los Angeles Times. ¿Crees que él y sus amigos estén interesados en una noticia exclusiva?".
Anna se quedó pasmada por un momento hasta que se dio cuenta de que su amiga tenía un plan. "No hay problema, llamaré a mi primo ahora mismo", comentó, sacando su celular.
Tras asentir, Elisa miró por la ventana, sumida en sus pensamientos.
Después de tres años, finalmente aceptó que había perdido. Ella nunca podría reemplazar a Cecilia en el corazón de Fabián.
Sin embargo, tampoco permitiría que la familia James quedara impune después del maltrato que sufrió por su parte durante los últimos tres años.
Cuando Anna terminó de hablar con su primo, colgó y se giró para mirar a Elisa. "¿Quieres salir esta noche?", le preguntó.
"No, necesito descansar. Mañana será un gran día", contestó con una sonrisa.
La chica se fue a dormir antes de las diez de la noche, en cambio, Anna se quedó discutiendo en Twitter con ciertas personas que criticaban a Elisa. Por lo tanto, le costó mucho levantarse a la mañana siguiente.
Anna se frotó los ojos al salir de su habitación y se dirigió hacia la sala de estar, donde encontró a Elisa lista para irse.
La chica llevaba un atuendo sencillo, pero sensual. Ella tenía un oscuro suéter marrón suelto, unos jeans azules y llevaba su largo cabello rubio suelto. Además, los tacones negros que estaba usando resaltaban sus esbeltos tobillos.
Al verla, Anna asintió con satisfacción y le dijo: "Suerte, querida. Enséñale a ese t*nto que no lo necesitas".
Elisa sonrió al escuchar a su amiga, abrió la puerta y se fue.
Cuando Elisa llegó al juzgado, Fabián aún no se hallaba allí. Mas, como ayer ya le había pedido a su abogado que presentara la demanda de divorcio en el tribunal, ella solo tenía que revisar que los trámites estuvieran progresando.
Cinco minutos más tarde, la chica vio a Fabián entrando por la puerta.
El hombre, como de costumbre, iba vestido con traje y zapatos de cuero. Sin mencionar su particular rostro inexpresivo.
Cuando Fabián notó la mirada de la mujer, inclinó ligeramente la cabeza y la miró seriamente. Si estuvieran en el pasado, ella hubiera corrido hacia él de inmediato. Pero esta vez, se quedó quieta, sin tener la mínima intención de moverse.
Por ende, Fabián tuvo que acercarse a ella.
"Buenos días", asintió ella. "El juez ya nos está esperando", agregó.
"¿Estás segura de esto?", le preguntó Fabián, con una expresión tenebrosa en el rostro.
"Sí, lo estoy", contestó ella con firmeza.
A pesar de que Elisa no lo pensó bien cuando decidió casarse con Fabián, ahora estaba más que segura de que había cometido un gran error al hacerlo.
El hombre puso mala cara, frunció el ceño y dijo: "Muy bien. Espero que no te arrepientas de esto en el futuro".
Como se divorciarían, Elisa ya no sería miembro de la familia James y ya no podría vivir una vida lujosa. Por consiguiente, Fabián estaba totalmente seguro de que ella se arrepentiría cuando las cosas se le complicaran.
En ese momento, ambos entraron juntos al tribunal en silencio.
Cuando salieron del juzgado, estaban finalmente separados. Ahora era como si fueran extraños, pues ni siquiera podían considerarse amigos.
Fabián miró a Elisa y dijo: "Aunque estemos divorciados, Cecilia perdió a su hijo por tu culpa. Así que deberías disculparte con ella".
De repente, un frío viento resopló en el rostro de Elisa, lo cual simpatizó con el vacío emocional que sentía en su pecho. De hecho, se sentía como una t*nta al pensar que ese hombre podría estar de su lado al menos por una vez en su vida.
Ella se acomodó el cabello por detrás de la oreja y miró a su exesposo. "Tienes razón, y justo por eso he preparado un regalo para Cecilia. Sinceramente, creo que le gustará".
Tras esto, Elisa miró por última vez al hombre y se fue.
Fabián observó la alta figura de la esbelta chica desde detrás y pensó en que en todos estos años jamás la había visto como una mujer. Entonces, se sintió preocupado al respecto.
Honestamente, aunque nunca quiso casarse con ella, tampoco creyó que se divorciarían algún día.
Por lo tanto, ahora que estaban separados de verdad, el hombre se sintió un poco triste, como si hubiera perdido algo valioso. Sin embargo, se recompuso de inmediato. A fin de cuentas, nunca estuvo enamorado de Elisa.