Capítulo 27
1839palabras
2024-01-02 10:42
"WJ, Wuotan y Júpiter".
Exhalé con pesadez mientras él me frotaba de una manera nueva, curvando sus dedos dentro de mí y creando la mejor sensación que jamás haya experimentado. Tenía muchas ganas de detenerme y enfocarme en el pl*cer.
"No creo que WJ lo apruebe", comenté, esforzándome por concentrarme en el camino.
"Opino lo mismo".
«Los criminales sí que son más escandalosos que otra gente», pensé.
"Mira, mira, mira…", señaló hacia delante. "Hay un policía ahí".
"¡Mi*rda!". Fue así como mi fiesta de líbido se detuvo.
Sin cesar los movimientos de sus dedos, dijo: "Tranquila, solo procura ir al límite de velocidad". Continuaba tocándome de una manera l*sciva y exasperante. "Puedo hacerte venir en cualquier momento".
Con el corazón latiendo a mil por hora, reduje la velocidad. "Tal vez deberías dejar de hacer eso", aparté su mano.
"Tch, tch, tch, no lo hagas". Regresó los dedos a donde estaban y volvió a frotarme el clít*ris. "Si te arrestan mientras conduces conmigo, pensarán que fuiste la mente maestra del robo en tu banco y te encarcelarán".
Le lancé una mirada penetrante, ya que estaba jugando con algo muy imprudente.
"Vamos, concéntrate. Sé que puedes lidiar con ello".
"No me gustaría jugar a las carreras contigo".
"¿Eso es un Mississippi?", preguntó de nuevo.
"¡M*ldita sea, ya te dije que no!". Mantuve mi atención en la vía, y él me sonrió.
Entonces, pensé que Thuner era como una montaña rusa de madera en una pequeña feria del condado que debía ser inspeccionada. Si bien era una atracción emocionante, también podía ser peligrosa.
Wuotan se parecía más a la elegante y torcida montaña rusa de metal del gigantesco parque temático, diseñada especialmente para ofrecer la máxima emoción.
En cuanto a Júpiter, él era la típica cueva del misterio que sabes que es peligrosa, pero que aun así quieres entrar.
En definitiva, Wuotan y Júpiter no considerarían que nuestro pequeño paseo fuera genial. Sin embargo, de ninguna manera diría Mississippi.
"¿En qué piensas?".
"En qué tipo de atracciones de parques de diversiones serían ustedes tres".
Él entrecerró los ojos. "Ve al límite de velocidad, incluso cuando estés pasando al policía". Metió dos dedos por mi entrada y aunque me sentía increíblemente exc*tada, empezaba a pensar que podía mantener el control en todo: me enfoqué en conducir y en monitorear al policía mientras Thuner me acariciaba mi s*xo, provocando que mi cuerpo estuviera al borde del org*smo.
Jadeando, me enfoqué en la vía. "¿Qué estarías haciendo si yo no hubiera aparecido? ¿Prendiendo fuego en la suite del hotel?".
Él sonrió antes de indicarme: "Pasa por enfrente de él".
"Déjame tomar cierta distancia".
"Hazlo ahora", demandó Thuner.
"Me estás j*diendo, ¿no?".
"Tendrás que hacerlo si quieres ser nuestra conductora. Necesito asegurarme de que vayas a seguir todas nuestras instrucciones".
"Esto no es un juego s*xual".
"No, es algo mucho más importante", espetó. "M*ldita sea, estás demasiado estrecha, ¿ya te lo he dicho?". Acto seguido, me sacó los dedos y se dispuso a frotar lentamente mis pliegues con su pulgar.
Conduje frente al policía, miré al espejo retrovisor y exclamé: "¡Madre mía!".
Me di cuenta de que Thuner también lo miraba mucho.
Estaba empezando a relajarme y de estar más confiada en lo que hacía. "Si ese policía hubiera planeado algo, ya lo habría hecho".
"Quién sabe", dijo Thuner, empujando un dedo hacia abajo, justo entre mis n*lgas, que estaban comprimidas en el asiento.
"No hagas eso", tragué saliva.
"Cállate y conduce", ordenó, presionando un dedo mojado sobre los pliegues de mi tr*sero. Jadeé cuando comenzó a entrar en mí, llenándome con una sensación pl*centera que se extendió hasta mi cabeza.
"Creo que tendrás que tomar el volante", susurré de manera delirante.
"Vas muy bien, preciosa. Solo mantén las manos firmes en ambos lados del volante".
Su dedo solo estaba enterrado entre mis n*lgas con la hondura de un nudillo, pero lo sentía más profundo cuando lo movía. Su pulgar se aceleró sobre mi clít*ris, y me resultó sorprendente todo lo que podía hacer con una sola mano. Observé una vez más al policía por el espejo retrovisor en lo que el pl*cer aumentaba. Fue todo lo que pude hacer para no desmayarme de pura adrenalina.
Cuando por fin vi un semáforo en rojo, me detuve, incliné la cabeza hacia atrás y lo miré.
"¿Sabes? Me encanta verte cuando estás delirando de pl*cer", comentó.
A mí también me encantaba observarlo y dejarme llevar por esas sensaciones. Tenía muchas ganas de besarlo.
Entonces, sin sacar su dedo de mi tr*sero, se dispuso a acariciar mi hendidura con un nudillo en un vaivén. Me sentía como en el cielo y en el infierno a la vez, y era una tortura tener que enfocarme en el volante. Por un instante, cerré los ojos mientras el pl*cer me abrumaba.
"Ya está en verde".
"¿Qué?", inquirí.
"¡Está en verde!".
Reaccioné, solté el embrague y cambié de velocidad. "Eres un malvado".
"¿Y tú no lo eres?".
Mientras conducía, movió el dedo que todavía estaba entre mi c*lo. Aunque no lo metió más profundo, la forma en la que se retorcía en mi interior me estaba volviendo loca. ¡Fue lo más emocionante que jamás hubiera experimentado!
"Contéstame".
"Sí", respondí, sin recordar cuál era la pregunta.
Empujó otro poco como para sondearme y me acarició con más intensidad el clí*toris con el pulgar. Luego, se inclinó, acercó la boca a mi oreja y me susurró: "Vamos, déjame ver cómo te c*rres".
¡Uy!
"Anda, hazlo", ordenó con insistencia y me pellizcó una n*lga, lo cual hizo que alcanzara un clím*x alucinante. En lo que las olas de pl*cer me recorrían, mantuve la mirada fija en la vía y me obligué a concentrarme en conducir.
"Uuuf", respiré hondo, con la mente nublada todavía.
Él agarró el volante en algún momento. ¿Eso fue lo que pensó al principio? ¿Agarrar el volante en caso de que algo sucediera? "¡Concéntrate!", indicó a la par que se reía.
Despacio, retiró la mano cuando llegamos a otro semáforo rojo.
Lo observé, sin saber si debía besarlo o darle un puñetazo en la cara.
Se reclinó y apoyó la cabeza en el respaldar de su asiento. "Eso fue divertido".
Más que divertido, diría que fue una carrera demasiado loca. Me sentía… conmocionada.
"Sin embargo, necesitaremos un poco de lubricante", añadió. "No puedo esperar para enterrar mi p*ne en ese c*lo tan apretado que tienes… Por cierto, gira a la derecha en el siguiente semáforo. ¿Alguna vez te han f*llado por el an*?".
"¿Eh?", pronuncié.
"Está en verde".
"¡C*rajos!", puse el carro en marcha y giré a la derecha en la siguiente intersección. Alejarme del policía fue un gran alivio. "No puedo creer que acabáramos de hacer eso".
Thuner se rio. "¿Estás evitando mi pregunta?".
"No, y nunca me lo han hecho por detrás", respondí.
"Te va a gustar. Haré que lo disfrutes, Aset, aunque lo mejor será tomarlo con calma. Para alguien que nunca lo ha hecho y que está tan estrecha como tú, lo ideal es que nos tomemos un par de días en hacer que te acostumbres".
Después de eso, hubo un silencio en el auto, ya que ambos sabíamos que no teníamos tiempo para llevarlo a cabo.
Suspiré con decepción. "Me siento como una panda triste, porque no tenemos tiempo para tener s*xo an*l".
Desvió la mirada hacia otra parte. Él también lucía como un panda afligido o, más bien, un puma; uno peligroso pero triste.
"Cuánto me habría gustado mostrarte nuestros escondites; en especial, el de California. Tenemos cosas increíbles allí… en pocas palabras, contamos con una habitación especial".
"¿Especial para qué?".
"Para f*llar y castigar a las diosas que se portan mal y nos desobedecen".
Sentí hormigueos al nivel de mi abdomen bajo. Aquella habitación sonaba exc*tante, peligrosa, aterradora y maravillosa a la vez. Era una lástima que nunca pudiera verlo.
"Viéndolo por el lado positivo, creo que eres muy capaz de conducir un auto bajo intensas presiones y distracciones".
Le golpeé el hombro, a lo que él me agarró de la muñeca y me besó la mano.
"Estás loco", le dije.
Me besó un dedo, y fue entonces cuando recordé lo que me dijo acerca de que Sedna quería que la atraparan.
"¿Vas a contarles a Wuotan y a Júpiter sobre nuestro pequeño paseo de la tarde?".
"Si me apetece, lo haré", replicó.
Le quité la mano. "Eso fue demasiado arriesgado. ¿Qué tenía de diferente de cuando Sedna quería que la atraparan?".
"¿Que qué tenía de diferente?", repitió. Sonaba ofendido y, cuando lo miré, sus ojos habían perdido su brillo amistoso. "¿Acaso quieres que nos atrapen?", quiso saber.
"Por supuesto que no", contesté.
"Qué curioso. Aunque tuviste la oportunidad de decir Mississippi y ponerle fin a todo, insististe en no hacerlo. ¿Por qué fue eso?".
Su pregunta me sorprendió un poco. Tenía razón, ambos queríamos seguir jugando.
"¿Por qué?".
"Quería continuar y dar lo mejor de mí", confesé.
"¿Y por qué más?".
"Porque fue divertido y emocionante".
Puso los pies sobre el tablero. "Una de las ventajas de ser un forajido es que puedes vivir al límite".
Me encantó esa frase, ya que pensaba lo mismo que yo. Sentía que encajaba a la perfección con el grupo. "¿Crees que Júpiter vaya a cambiar de opinión alguna vez?".
"Sus sentimientos por Sedna son muy profundos, así que no creo que cambie de parecer con tanta facilidad", dijo Thuner.
"Necesitan a alguien que conduzca por ustedes o a alguien que les cuide los autos. No contaron con eso en el último robo, ¿qué habría pasado si otros vehículos los hubiesen bloqueado?".
"A decir verdad, teníamos a alguien en mente, pero Wuotan lo ahuyentó a último momento. Como ya habrás notado, él tiene muy buena intuición. De todos modos, ya habíamos observado tu banco por el suficiente tiempo como para sentirnos seguros de perpetrar el robo".
"Sí, pero no siempre tendrán tanta suerte en todos los bancos".
"Estamos conscientes de ello, pero, lo lamento, Aset, sin importar que conduzcas mañana o no, te dejaremos con los ojos vendados en una parada de camiones en Nevada. Podrás deambular hasta entrar a un restaurante y tener tus quince minutos de fama".
"Ah, eso suena tan grandioso".
Él suspiró.
"¿Qué va a pasar con mi parte del dinero?". Ni yo misma podía creer lo que acababa de decir, pues soné como toda una criminal.
"Compraremos un montón de edredones de Paris Hilton que no tendrás que entregar. Júpiter ya lo tiene todo planeado".
Mi corazón se estrujó al escuchar lo último. Así que ya habían preparado todo para que me fuera.
"Míralo de esta forma: si te quedas con nosotros, jamás podrás volver a casa. Mientras más tiempo permanezcas con nosotros, más posibilidades hay de que cruces una línea que no deberías. Además, no es algo que Júpiter permitiría".
"Deseo quedarme con ustedes", confesé. "Quiero seguir siendo Aset".
Thuner frunció el ceño y señaló hacia la derecha. "Querer no hace que las cosas se vuelvan realidad".
Giré el volante hacia donde me indicó, teniendo la sensación de que la prueba había terminado.