Capítulo 21
1959palabras
2023-12-28 10:25
Pasamos muchas horas en la camioneta escuchando el audiolibro que Wuotan eligió para el viaje. Era evidente que a mis Peter Pan malotes les gustaban las historias de ciencia ficción. Gracias a la trama de aventuras espaciales, la tensión en la miniván se apaciguó.
Nos detuvimos en otra gasolinera solitaria donde decidimos comprar unos dulces. Por mi parte, tomé un Kit Kat y lo llevé al mostrador.
"Oye", escuché una voz detrás de mí. Era Júpiter.
Mi corazón se aceleró, me volteé y lo encontré mirándome con el ceño fruncido. Estaba demasiado cerca y usaba su corpulencia para intimidarme, cosa que me pareció muy injusta.
"¿Qué?".
Me retiró la barra de Kit Kat de mis dedos y miró el código en la parte posterior. "Ven acá", regresó al área de chocolates, y yo lo seguí. Devolvió el producto a su lugar, retiró otro que estaba en el fondo del estante y examinó el envoltorio antes de entregármelo. "Los dulces de las gasolineras suelen estar vencidos. Toma este, que está más fresco", explicó enseguida, como si yo hubiera estado a punto de discutir con él. ¿Acaso era su forma de pedirme disculpas?
"Ah, de acuerdo", dije en un tono delicado, asintiendo con cautela como si tuviera miedo de provocar a un animal salvaje que podría atacarme en cualquier momento. "Gracias".
"Solo para que lo sepas: no te habría disparado en la cabeza".
Intenté no sonreír, pero fallé.
"¿Qué es lo que te parece tan gracioso?".
"Eso fue lo más dulce que alguien me haya dicho jamás".
Él frunció el ceño.
"Es broma", susurré.
Las comisuras de sus labios se levantaron para formar una media sonrisa, y no tardó en girarse para dirigirse al mostrador.
Suspiré y me quedé pensando: si él no me quería cerca, no estaba bien que me quedara. Después del robo en Omaha, regresaría a la granja, aunque me volvería a ir lo antes posible y bajo mis condiciones. Estar con esos muchachos me hizo ver lo grande que era el mundo y cómo podría construir mis propias reglas.
No obstante, cuando traté de imaginar qué clase de vida podría tener, no se me ocurrió nada mejor que esta: viajar y quedarme en hoteles con los Peter Pan perdidos. Y, por supuesto, tener s*xo y conectar con ellos. Me encantaba la sensación que me provocaba ser Aset y vivir al límite.
Thuner se quedó dormido tan pronto como volvimos a la carretera. Se había tumbado de lado, con la cabeza apoyada en la puerta y las piernas sobre mi regazo. Puse mis manos sobre sus extremidades, disfrutando de lo sólidas que se sentían. La pernera de su pantalón se había levantado lo suficiente como para que hubiera un espacio entre el dobladillo y la parte superior de su calcetín, por lo que recargué la mano en su pantorrilla para disfrutar de los pálidos y suaves vellos que cubrían la piel de esa zona.
Había una extraña familiaridad entre nosotros, y era aún más raro sentir su dominancia mientras dormía, aunque era más acertado decir que me sentía como una presa pequeña que disfrutaba ver el cuerpo de un león dormido, uno que podría despertar y consumirme en cualquier momento. Y, ciertamente, no me importaría.
Me apreté los muslos al rememorar las cosas que me dijo durante el almuerzo. El deseo de tener más s*xo con estos irresistibles e impredecibles bandidos me estaba matando poco a poco.
También debía reconocer que sentía más curiosidad por el suspenso que me había dejado: esas cosas que podían sonar desagradables y que me iban a gustar hacerlas. ¿A qué se refería?
El audiolibro se seguía reproduciendo y estaba en la parte de política espacial ultraterrestre. Hacía mucho que dejé de recordar los nombres y las razas alienígenas. ¿Cómo podría concentrarme en ello cuando cada cartel y marcador de milla que pasábamos nos acercaba al siguiente hotel y a más s*xo desenfrenado?
Además, lo mejor de todo era que Júpiter se había disculpado. Me preguntaba si se uniría a nosotros. Parecía que había vuelto a aislarse en su propio mundo, con la mirada fija en la vía. ¿Qué iba a pasar? Las ansias me carcomían.
Entonces, bajé la mirada y vi que Thuner se había despertado. Supe de inmediato que ambos estábamos pensando en las cosas indecentes que había dicho. Era la primera vez que un viaje por carretera me ponía tan cach*nda. ¿Era por las vibraciones del vehículo? ¿Por la testosterona que me rodeaba? ¿O simplemente fue debido a la charla que tuve con Thuner? Él movió las piernas para que se frotaran contra mi pelvis, cosa que me hizo sobresaltar un poco. No pensé que se daría cuenta, sin embargo, sus pupilas se dilataron, arqueó las cejas, se enderezó y me besó. Aquello parecía una invitación, aunque todavía no sabía a qué.
"Solo veinte minutos más", indicó Wuotan. Al parecer, estábamos llegando.
"La paciencia es una virtud", dijo Thuner.
Cerré los ojos mientras él besaba mi cuello. Y menos de veinte minutos más tarde, entramos a una nueva y elegante suite de un lujoso e inigualable hotel que se llamaba Imperio. Nuestra exclusiva habitación, que quedaba en el último piso, tenía vistas panorámicas, además de mucho mármol y una bañera de hidromasaje que parecía muy atractiva para mis fríos pies.
Júpiter revisó el menú del servicio de habitaciones, y Thuner me lanzó una mirada ardiente.
Wuotan se quitó las gafas, un movimiento que nunca dejaba de exc*tarme, y era algo que él sabía muy bien. Luego, se removió la camisa negra, se sentó y se quitó las botas de motociclista de estilo roquero.
"Ustedes tienen más cambios de vestuario que Britney Spears", comenté.
"¿Nos acabas de comparar con Britney Spears?", preguntó Wuotan. "¿Deberíamos azotarte y f*llarte antes de entrar al jacuzzi?".
Se me tensó el abdomen bajo. «Sí, por favor», pensé, pero todavía tenía los dedos de los pies fríos, así que podía esperar hasta que me hicieran todo eso en el jacuzzi. Aset también quería disfrutarlo.
"Pues, ustedes mismos me dijeron que siempre debía expresar cómo me sentía. ¿A qué debería hacerle caso entonces?", inquirí.
Wuotan se bajó los pantalones, dejando al descubierto su cuerpo esculpido y su mi*mbro medio erecto. "A ambas cosas. Todo forma parte de una sola verdad". Se acercó y metió un dedo del pie en el agua. "¿No vas a venir?".
"Ella no quiere que la despeinemos", le avisó Thuner, quitándose su propia camisa.
"¿Ah, sí?", Wuotan entró, bajó las escaleras y se sumergió en el agua. "Eso lo hará más emocionante… Ven acá, Aset"
Me desaté los cordones de mi corpiño de verano.
Entretanto, Júpiter seguía examinando el menú con su característica mirada feroz. Parecía que no iba a dejar de ignorarme.
Al poco tiempo, alguien llamó a la puerta, y Júpiter dejó pasar al camarero de servicio de habitaciones, quien entró con un carrito que cargaba whisky y bocadillos que habían pedido durante el registro del hotel.
De algún modo, me alivió ver que a ese empleado no lo obligaron a beber champán adulterado hasta que se desmayara; simplemente dejó el carrito, tomó su propina y se dio la vuelta para irse.
"Espera", Thuner tomó el jarrón de flores que estaba en el carrito y se lo llevó al camarero. "No las necesitamos".
«¡Sí, amigo, llévatelas o Júpiter las destrozará!», grité en mi mente.
Cuando el chico se fue, Thuner cerró la puerta detrás de él, regresó a nosotros e hizo de barman.
"¿Alguno de ustedes recuerda cómo sabían los filetes de este hotel? ¿Alguien más quiere pedir comida?", preguntó Júpiter antes de tomar el teléfono para hacer el pedido.
Agarré un puñado de cereales y me lo metí a la boca. "Estoy bien por ahora".
"Yo también, ya luego comeré… de alguna u otra manera", Thuner añadió lo último a la par que me miraba de arriba abajo. "Ahora que lo pienso, quizá voy a comer más temprano que tarde. ¿Qué dices, Aset?".
Me imaginé tanto su boca como las manos de Wuotan sobre mí. Mi líb*do pareció acelerarse de forma palpitante. Quería decir algo ingenioso, pero todo lo que pude hacer fue quedarme allí, temblando mientras él se me acercaba para desatar el lazo en la parte superior del corpiño.
Júpiter procedió a pedir comida suficiente para un caballo.
"Entonces, ¿ya no desconfían del personal de servicio de habitaciones?", pregunté.
Pequeñas arrugas aparecieron en el contorno de los ojos azules de Thuner mientras desataba mi vestido poco a poco. "Eso no va a suceder, no solemos tropezarnos con la misma piedra", lo decía con tanta confianza que hasta rayaba en la arrogancia.
Abrí los ojos como platos en dirección a Júpiter. "¿Deberíamos esperar? Ya saben…". Me gustaba la idea de que Júpiter nos viera, sin embargo, también odiaba la idea de que lo hiciera solo porque no tuviera otra opción.
Thuner arqueó las cejas. "¿Eso es un no?".
Júpiter estaba en otra llamada y se había sentado en el sofá al otro lado de la habitación, hablando con alguien que trabajaba en un taller de reparaciones o algo así. Sea como fuera, parecía una conversación que podría durar mucho tiempo. De manera lenta, Thuner jaló los cordones sobre mis hombros, y mi vestido cayó al suelo, rodeándome los pies.
"No", susurré. "Quiero decir, parece que él no quiere…".
Thuner pasó las manos por mi ropa interior de encaje y susurró: "Júpiter ya es un adulto, así que hace lo que quiere y va a donde se le dé la gana. Todos somos libres de hacer lo que nos plazca". Llevó las manos hasta mi espalda para desabrocharme el sostén.
Tenía razón. Aparte, Júpiter no parecía la clase de persona que se dejara convencer tan fácil.
Tan pronto como me terminó de desnudar, señaló la bañera, a lo que yo me acerqué, me sumergí y caminé hasta donde nos esperaba Wuotan. Me moví hacia sus brazos o, mejor dicho, hacia el misterio y la emoción de no saber qué me harían esos dos.
Thuner entró y se acurrucó a mi otro lado, apretujándome en el medio.
Bajo la superficie burbujeante, Wuotan deslizó una mano sobre mi muslo y se deslizó hasta la hendidura que se hallaba entre mis piernas. Debido a lo sensible que me encontraba, la hábil presión que ejerció con los dedos envió oleadas de placer por todo mi interior.
Cuando Thuner me tocó el abdomen bajo, llevé las manos hasta sus p*nes. Nos estábamos acariciando los unos a los otros bajo el agua. Sentía como si estuviera descifrando un maravilloso secreto o como si estuviéramos juntos en un capullo er*tico.
«Háganme todo lo que quieran, por favor», quise rogarles.
Júpiter colgó el teléfono y salió de la habitación.
Thuner pasó un dedo por mis suaves pliegues. A juzgar por la facilidad con la que sus dedos se deslizaban en esa zona, supe que estaba muy m*jada, incluso estando debajo del agua.
"¿Y bien?", empezó a decir Wuotan, deslizando su mano sobre mi vientre. "¿Qué deberíamos hacer contigo?". Besó mi mejilla y mi cuello, haciendo que mi v*gina se sintiera como miel caliente. Por mi parte, tanteé sus piernas con caricias. Nos estábamos estimulando los unos a los otros de manera lenta.
De repente, Júpiter regresó, se quitó las botas, se subió los vaqueros, agarró la botella de whisky y la dejó en el borde de la bañera, justo frente a nosotros. Luego, se sentó y se mojó los pies en el agua caliente, como si fuera un día cualquiera estando en la bañera con sus amigos.
Junté las piernas, haciendo que Thuner tuviera que apartar la mano. Lo más probable era que Júpiter no pudiera ver debajo de la superficie del agua, ¡pero, aun así, yo deseaba que lo hiciera!
"¿Qué pasa?", Thuner preguntó a modo de advertencia.