Capítulo 20
1096palabras
2023-12-28 10:24
"La clienta que realizó este pedido quiere que sepan que está entusiasmada con su edredón orgánico y…".
"Aguarde, por favor", indicó la mujer, encendiendo el monitor para empezar a teclear.
Repetí: "La clienta que realizó este pedido quiere que sepan que está entusiasmada con su edredón orgánico y que tal vez Paris Hilton llegue a comprar uno para cada habitación de su casa. Hasta podría comprarle uno a su perro. Sin embargo, mientras tanto, estará en un hogar muy pero muy feliz".

Extrañada, la mujer se me quedó mirando por un largo rato antes de comentar: "Bueno, eso fue… un mensaje muy dulce". Sabía que quiso decir que era un mensaje muy loco, pues solo una chiflada haría un comentario sobre Paris Hilton y su perro. Luego, anotó mi número y me dio su tarjeta.
Salí de allí, sintiéndome aliviada y contenta. Mi hermana sabría al instante que fui yo y entendería que yo estaba bien.
Esperamos a los otros muchachos en la esquina acordada. Júpiter y Wuotan se detuvieron en una miniván. Tenían aspecto de rocanroleros, ya que portaban botas negras y camisas a cuadros, luciendo mucho menos elegantes que Thuner y yo.
Enseguida, nos subimos al asiento trasero.
Wuotan se giró y me miró fijamente, demostrando lo mucho que le encantaba mi atuendo y mi peinado nuevo. El vestido de verano era de color carmesí y tenía cordones en la parte delantera en forma de cruz, como las que suelen estar en las botas altas; en combinación con mi pelo de color platino, sentí como si de verdad me hubiera transformado en Aset. En cuanto a Júpiter, solo me echó un vistazo al momento de subirme al auto y luego fijó su atención en la vía con el ceño fruncido mientras conducía, emanando un aura prepotente y confiado.
"¿Dioses conduciendo una miniván? ¡El mundo se va a acabar!", comenté en broma.

"¿Tratas de molestar a los dioses que atracan bancos? ¿En serio te estás burlando de nosotros?", inquirió Wuotan.
Ladeé la cabeza y encogí un poco los hombros. En efecto, me estaba burlando de ellos.
Wuotan sacudió la cabeza con tristeza. "Mal, muy mal."
El deseo enardeció al nivel de mi vientre ante esas simples palabras.

"¿Cómo les fue?", preguntó Júpiter.
"Todo salió según lo planeado", Thuner les relató los detalles de lo que hicimos en el día, así como las cosas que vio en el salón de belleza y en el restaurante. Me sorprendió la manera tan minuciosa con la que había monitoreado nuestro entorno en todo momento. Al rato, Wuotan le informó a Thuner que los diamantes no eran una buena idea, aunque no entendí a qué rayos se refería.
"Todavía no han sabido nada del banco. La policía dio una conferencia de prensa y tus hermanas estaban allí", reveló Júpiter.
"Un momento… ¿Qué? ¿Cómo se veían?".
"¿Cómo crees que se iban a ver? ¡Estaban demasiado indignadas y tristes!", respondió Júpiter, y yo vislumbré su mirada acusadora a través del espejo retrovisor. "Al fin y al cabo, eres su hermana. Te tomaron como rehén y desapareciste. ¿Qué más esperabas?".
"Tenía que hacerlo".
"Admito que no tenías otra opción cuando apenas te llevamos con nosotros, pero no actúes como si no pudieras regresar ahora. El robo adicional es solo producto de tu propio juego, bien podrías cancelarlo todo y volver a casa esta misma noche".
"Pronto recibirán el mensaje y el dinero. Sabrán que estoy bien", argumenté.
"Eso jamás podría compensar a una persona", casi espetó. Sus palabras me resultaron como un puñetazo en el estómago.
"Tuve que irme", seguí dando excusas.
"Hay otras maneras de retener la granja".
"Pero así es como se dieron las cosas". No sabía cómo hacerle entender lo que sentía y lo miserable que me encontraba en esa situación.
"¡Ja!". Aunque solo lo veía a través del espejo retrovisor, su despiadada mirada me atravesó. "Lo dices como si no tuvieras ni una pizca de responsabilidad en esto. Qué conveniente, ¿no?". Desvió la mirada con desdén. Su voz era como un cuchillo, solo Júpiter era capaz de transmitir esa sensación.
"Sí, puede que tengas razón. Tal vez solo soy una persona horrible", espeté.
"Ya basta, mejor bájenle dos", nos regañó Wuotan.
"Solo quiero que sepa que aún está a tiempo de hacer las cosas bien", justificó Júpiter. "Deberías ver la conferencia de prensa. Hazlo apenas lleguemos a Omaha".
"Eso sería de mucha ayuda", contribuyó Thuner.
"Necesita verla", insistió Júpiter.
"Sí, quiero hacerlo". Crucé los brazos sobre mi pecho. Sabía que me desmoronaría si lo hiciera, pero sería lo más sensato.
Thuner cruzó sus largas piernas y agregó: "¿Qué tiene de malo que se esté aprovechando de una oportunidad? No actúes como si no lo hiciéramos todos los m*lditos días".
Los ojos de Júpiter ardieron de ira, y yo me negué a apartar la vista del espejo retrovisor. Sentía como si estuviéramos haciendo una guerra de miradas. No obstante, al final tuvo que mirar hacia otro lado porque estaba conduciendo.
Aun así, se sentía la tensión entre nosotros, era como si algo oscuro y peligroso estuviera creciendo.
"Sea como sea, vas a volver pronto", refunfuñó Júpiter. "Pienso que nos bastará un día de vigilancia. Simplemente irrumpiremos y atracaremos el banco".
"¡¿Un día?! ¡¿Estás bromeando?!", bufó Wuotan.
"Entraremos y solo robaremos las cajas", explicó Júpiter. "Seguirá siendo un robo. Como ya tenemos los diamantes, no hay necesidad de ir más lejos".
"Si vamos a iniciar algo, hagámoslo bien", dijo Thuner.
"¿Y quién dijo que no lo haremos bien?", gruñó Júpiter. "Lo ideal es cambiar nuestro patrón y es justo eso lo que haremos. Será en un área urbana, por lo que va a ser muy fácil salir de allí".
"¿Por qué elegiste la sucursal en la que trabajaba si es más fácil escapar en una zona urbana?", pregunté.
"Nos dijeron que no era tan estricta. Si no lo hubiéramos hecho nosotros, alguien más la habría derribado", dijo Júpiter.
"Pero un día es muy extremo, ¿te volviste loco?", se quejó Wuotan.
"¿Quién es el experto aquí? ¿Acaso yo no soy el rey en esto?", inquirió Júpiter.
"Analicémoslo a detalle primero", propuso Wuotan.
"No, hagámoslo como les digo", rugió Júpiter.
"Hablemos de esto en privado", dijo Wuotan. Querían discutir sobre ello sin que yo los escuchara.
De pronto, recordé la conversación que tuve con Thuner: Júpiter estaba desesperado por que me fuera. Me pregunté si de verdad debía irme por el bien del grupo, pues parecía que mi presencia los estaba haciendo pelear, y hasta podrían cometer un robo arriesgado.
Sin embargo, la realidad era que yo necesitaba de eso tanto como ellos.