Capítulo 18
1756palabras
2023-12-28 10:21
"Cuéntamelo", exigí.
Se quitó la mano del cuello y me miró, con las pestañas pálidas bajo el sol de la mañana, lo cual hacía contraste con el intenso azul de sus ojos. No dije nada más, estaba consciente de que Thuner era el más perspicaz, el más comunicativo y el más rebelde. Algo me decía que si yo sacaba parte del tema, él solito me iba a revelar la información. Y no me equivoqué, fue precisamente eso lo que hizo.
"Ella es la razón por la que no puedes quedarte", confesó.
"Pero yo no quiero irme". Pese a que ni yo misma creía lo que acababa de decir, era verdad.
Entrecerró los párpados ante la luz del sol, y sospeché que fue para ocultar su felicidad más que para protegerse los ojos. "Tus hermanas…".
"Puedo ayudarlas desde lejos. La gente de mi edad sale de casa todo el tiempo, ya veré cómo me las arreglo para resolverlo".
"No sabes lo que dices ni mucho menos en qué te estás metiendo".
"Sé lo suficiente como para decir que me encanta. ¡Amo todo esto!".
"Solo has estado un día con nosotros".
"A veces, la gente simplemente sabe cosas. Hay ocasiones en las que debes tomar grandes decisiones porque el destino te presenta ciertas situaciones. ¿Nunca lo has hecho?".
Por la forma en la que me miró, supe que la respuesta era afirmativa y que me entendía. "Quiero que te quedes", confesó al fin. "Lo digo en serio, y sé que Wuotan piensa lo mismo."
Se me aceleró el pulso. ¿Podría ser que funcionara? "Serán dos contra uno", enfaticé.
Él sonrió con amargura. "Debo reconocer que eres muy observadora, sin embargo, esa no es una decisión que se pueda tomar con votos. Es algo en lo que todos debemos estar de acuerdo. La cuestión es que…", hizo una pausa. "Te lo voy a decir porque te tengo confianza y porque… Bah, ni yo mismo sé la razón".
"De acuerdo, adelante".
Thuner se pasó la mano por el cabello. "El problema con Sedna fue que se suponía que solo era cuestión de s*xo. La conocimos en el bar de un hotel y le hicimos pensar que estábamos en un viaje de negocios. Le dijimos que si quería viajar con nosotros, tendría que seguir las reglas", realizó otra pausa cuando una pareja pasó cerca de nosotros. "Fueron las mismas reglas que te dijimos. La acababan de despedir de su trabajo, congeniamos al instante y nos divertimos demasiado. Además, ella nos ayudó porque estábamos en apuros. ¿No te suena familiar todo eso?".
"Sí", coincidí, recordando las miradas que Wuotan y Thuner intercambiaron en la azotea.
"Fue genial y todo iba bien, pero luego confiamos en ella para que hiciera unas cosas y la policía la tuvo en la mira. La vincularon a un robo y jamás pudo volver a casa. Ella tenía una familia; aunque decía que estaba bien con la situación, sabíamos que no era lo que deseaba. Fue así como se vio obligada a quedarse con nosotros".
Se detuvo para observar cómo un hombre descargaba cajas de la parte trasera de un camión y las apilaba afuera del supermercado vietnamita al otro lado de la calle.
"Hasta condujo por nosotros varias veces. Sin embargo, más tarde la c*gó. Por mero descuido, cometió un error que nos delató en muchos aspectos. En este juego, es normal que a veces sintamos la necesidad de que nos atrapen solo para sentir un poco de alivio. Puede que no te des cuenta, sin embargo, a la larga, esto puede cansarte mentalmente. Fue así como dejamos de incluirla en nuestros trabajos y solo la llevábamos a hoteles o la manteníamos en nuestros escondites. Sin saberlo, eso fue el principio del fin. Júpiter piensa que la destrozamos, pero yo no estoy tan seguro. Lo único que sé es que no llegamos a ayudarla".
"Ah, ya veo", pronuncié.
"Quiero que sepas que no estoy hablando mal de ella. Era hermosa", me explicó mientras me miraba fijamente. No quería que lo malinterpretara. "Era una persona maravillosa. Fue ella quien nos unió, nos conectó, nos cambió por dentro y nos reconfiguró, incluyendo a Júpiter. A pesar de los errores que cometió, la amábamos".
"Sí, se nota", afirmé, sorprendiéndome de lo importante que le parecía a Thuner hacerme saber lo hermosa que era esa chica y lo mucho que la querían.
"Un día, después de todos los problemas que tuvimos, encontramos un mensaje escrito con labial en el tablero del Camaro que conducíamos. Decía: «Estarán mejor sin mí». La buscamos por todas partes, y Júpiter fue quien más se esforzó en hacerlo".
Hubo otra pausa, y yo contuve la respiración para esperarlo.
"Los trabajadores de una cantera encontraron su cuerpo", reveló Thuner. "Había saltado por un acantilado. Júpiter se sentía culpable por haber sido tan duro con ella, por haber arruinado las cosas y por no haber evitado el trágico final. Él puede llegar a ser un intenso porque ha tenido menos éxito en la vida. Le pidió que hiciera cosas muy extremistas".
Recordé lo sorprendida que me había dejado la violenta patada de Júpiter. Era como si supiera todas las formas habidas y por haber de atacar a otra persona, incluyendo a aquellas que lo tomaran por sorpresa.
Un hombre con un delantal blanco salió del supermercado de enfrente para apilar unas cajas.
Esperé de nuevo a que siguiera hablando. Estaba bastante asombrada por lo mucho que me había contado hasta ese momento.
"Por eso, no es suficiente que quieras quedarte con nosotros, o que solo Wuotan y yo aceptemos que lo hagas. Ha pasado casi un año desde aquel incidente… Si te unes a nosotros, será difícil para Júpiter. Se siente responsable por lo que le pasó a Sedna. Fue a quien más le afectó de los tres. Él no tuvo la culpa, ninguno de nosotros nos dimos cuenta de lo mal que estaba ella. Aun así, él asumió toda la carga y se volvió malhumorado con otras personas. Nuestro estilo de vida hace que un año se sienta como una década. Todo es más grande de lo que se piensa. Estamos rodeados de peligros, recompensas, miedo y placer. Arrastramos a Sedna demasiado rápido y nos encariñamos mucho con ella. Cuando murió, nos destrozó en muchos aspectos que jamás imaginarías".
Pensé en las flores y también en lo que Thuner no expresaba con palabras. Cuando habló en sus sueños, percibí el dolor en su voz: «No, no, no te vayas, Sedna».
"Lo siento tanto", dije.
"Es por eso que no podemos dejar que te quedes".
"No soy una cachorra callejera y tampoco soy Sedna".
Permaneció callado por un instante y luego añadió: "En ese caso, no te pintes el pelo de castaño". Su frase fue mitad orden y mitad petición.
"Bueno, entonces de rubio será", repliqué a la par que sentía un brote de esperanza en mi interior.
Entré al salón de belleza y le pedí a la estilista que me cortara el cabello tan corto como el de un chico y que me lo pintara de rubio platino. Por su parte, Thuner se fue a hacer unas diligencias misteriosas.
"¿Estás segura de que no lo quieres de un color oscuro? Después de todo, se trata de tu cabello", preguntó.
"Por supuesto".
La estilista no estaba de acuerdo porque pensaba que mi «novio» me estaba oprimiendo y restringiendo cosas. Sin embargo, ella no sabía que, por primera vez en mi vida, yo era verdadera y vertiginosamente libre y que quería que las cosas siguieran así.
Reflexioné sobre lo que Thuner me contó y me sentí mal por la pérdida que no habían podido superar del todo. Mis Peter Pan malotes estaban solos en el mundo.
Thuner me recogió un par de horas más tarde. Entró y pagó con el dinero que habían robado del Banco Nacional de la Primera Ciudad. Luego, deslizó las manos a mi trasero y me alzó para darme un beso. "Te ves preciosa".
"Gracias, jefe", dije.
Después, llegó el momento de mandarle el mensaje a mis hermanas. Lo teníamos todo resuelto.
Tomamos un taxi hasta una parte privilegiada de la ciudad y fuimos a una tienda exclusiva de accesorios de baño y ropa de cama que había encargado nuestros edredones con anterioridad.
Me agarró la mano cuando entramos. Con mi nuevo vestido y corte de pelo y todo su look de Hollywood, parecíamos una pareja bastante acaudalada. Hicimos como si hojeáramos la sección de edredones, y una asesora vino a atendernos. No obstante, lo que no sabía era que nada de lo que vimos servía.
"Estoy buscando un edredón de lana orgánica de oveja que no sea tóxica", indiqué. "Ah, y que sea en tamaño king. ¿Tienen algo así o pueden ofrecernos algo parecido?".
La muchacha le preguntó a su gerente y, diez minutos más tarde, nos llevó a la caja. Nos quedamos mirando el monitor de la gerente mientras esta hacía uno que otro clic.
"No me importa lo que cueste, quiero el que sea de mejor calidad", comenté.
"Pues, uno de nuestros proveedores tiene uno bastante costoso. Junto al cargo del despacho, sería un total de veintidós mil dólares", ella alzó la vista con una expresión neutral.
Había un margen de dos mil. "¿Es lana orgánica de oveja?", pregunté con una sonrisa.
"Sí, y es de muy buena calidad. Este proveedor es excelente. Nuestra tienda de Atlanta ha trabajado con ellos. El edredón Paris Hilton solo tienen dos colores para elegir: crema o beige".
En realidad, eran el mismo color. Cuando creé el sitio web, quería darle a la gente la ilusión de poder elegir. "Tomaré el de color beige".
La mujer frunció el ceño. "Bien, pero deben tener en cuenta lo siguiente: no se aceptan devoluciones de este producto y se debe pagar por adelantado. El despacho tomará un lapso de entre seis a ocho semanas, así que los llamaremos cuando esté listo". Ella volvió a mirar el exorbitante precio, y me pregunté si se había espantado al verlo.
"¿Aceptan American Express?". Thuner y yo nos habíamos cerciorado previamente de que no aceptaran ese tipo de tarjetas, ya que, si bien teníamos el dinero para pagarlo, sería sospechoso entregar un monto tan grande en efectivo de buenas a primeras.
La gerente sacudió la cabeza, a lo que Thuner rodó los ojos.
"Bien, supongo que tendremos que ir al banco hoy. Aceptan efectivo, ¿verdad?".
"Por supuesto", respondió.
Thuner era muy bueno interpretando el papel de mocoso privilegiado, cosa que hizo que sintiera curiosidad por su pasado. ¿Quiénes eran antes de ser ladrones?