Capítulo 9
1605palabras
2023-12-27 10:34
Miraba el paisaje con la cabeza en el respaldo del asiento, soñolienta y preguntándome qué estarían haciendo mis hermanas. Probablemente la policía estaba en la granja, y Valeria estaba cocinando galletas al horno. Hablé un poco con Thuner al respecto, y dijo que casi ningún rehén había resultado herido. Esperemos que la policía les haya dicho eso, o simplemente podrían ver la información en Google.
Tal vez yo podría enviarles un mensaje. Júpiter no me lo había prohibido. "Tienes que hacernos llegar ese tipo de cosas", eso fue lo que él dijo.
Yo seguía viendo los paisajes fugazmente. Cerré los ojos, y lo próximo que supe fue que estaba bocabajo en el asiento con la mejilla pegada al vinilo mientras una mano me sacudía suavemente por el hombro. Habíamos llegado.

Me recompuse, y todos los que formábamos parte del grupo atravesamos un estacionamiento y fuimos hacia la ostentosa entrada, dorada y llena de palmeras, del Hotel Molino.
Nunca había puesto un pie en un lugar tan elegante. Supuse que gran parte del dinero que se habían robado se gastó en el Hotel Molino.
Thuner, Wuotan y yo nos quedamos en un sitio con columnas de mármol y plantas tropicales en macetas, en un rincón del vestíbulo. Entretanto, Júpiter iba en dirección a la recepción.
Thuner y Wuotan incluso se habían vuelto a poner las corbatas. Imaginé que parecíamos un grupo de empresarios. Sin embargo, mi minifalda con el dobladillo rasgado desentonaba. Ellos eran los príncipes, yo era la mendiga.
"¿No necesitan nuestras identificaciones?".
Thuner se encogió de hombros. "No. Nosotros somos especiales".

"¿Dioses?".
Wuotan se sentó en una elegante silla de terciopelo. "Así es, bebé".
"¿Entonces, pasaremos inadvertidos por un tiempo?", pregunté. "¿La idea es esa?".
Thuner tenía una expresión diabólica en los ojos. "Esa es una forma de decirlo".

Mis mejillas se calentaron. No me hizo falta mirar debajo de mi chaqueta para saber que mis p*zones se estaban poniendo duros como dos balines que anhelaban ser disparados.
"Me encanta cuando te sonrojas", susurró Thuner. "Ni siquiera te he dicho lo que haremos allí arriba y ya te estás sonrojando. Esto ya comenzó a ponerse bueno". Se me acercó y deslizó un dedo por un lado de mi cuello.
Cerré los ojos. Sus dedos parecían varitas mágicas, pero en lugar de polvo de hadas, parecía que me estaba echando unos escalofríos que me desarmaban; unas sacudidas placenteras, fantásticas.
"¿Tenías algo específico en mente?", pregunté.
"Bueno, está de más decir que primero te quitarás toda la ropa", dijo Thuner.
"Despacio", gruñó Wuotan desde la silla, mirándome fríamente. "Despacio, paso a paso".
"¿Es así?", le dije con un poco de apatía. No obstante, para ser franca, me encantó la obscena atención que me prestaban.
"Sí, Aset", dijo Thuner. "Es así". Se acercó y me besó, allí mismo, en el vestíbulo, presionándome contra una columna de mármol.
Cada nervio de mi cuerpo se encendió, particularmente las fogosas fibras nerviosas de mi entrepierna, que estaba bajo la presion del duro f*lo de Thuner.
Este contacto, repentino e intenso, me hizo sentir un alborozo total.
Le rodeé el cuello con mis brazos, disfruté la solidez de su cuerpo contra el mío y me sentí seducida por las plantas en las macetas. Además, me gustó que Wuotan estuviera allí mirando.
Thuner se alejó. "Tú sabes que quieres".
Respiré profundamente. Quería saborear más esta euforia. Quería seguir sintiendo su duro cuerpo atlético. Mientras me besaba y me mordisqueaba en el cuello, me dije que debía tomar nota y preguntarle luego si jugaba fútbol o tenis. Empero, la nota se esfumó, se hizo pedazos en mi mente y simplemente cerré los ojos, perdida en la maravilla.
"Di que quieres", susurró él con su voz áspera y delicada.
"Quiero", dije. "Repite la pregunta".
Él rio por lo bajo. "¿Es importante que lo haga?".
"No". Agarré su corbata y lo miré a los ojos, con las mejillas ardiéndome y el pulso acelerado.
"Vamos a recapitular", dijo Thuner. "Te diremos cuándo puedes quitarte toda la ropa, y lo harás despacio, o Wuotan se pondrá muy furioso".
Wuotan miró ceñudo desde su asiento. ¡Furioso!
"Aset, te desnudarás completamente ante nosotros, y no debes intentar cubrirte aunque lo desees. Cuando estemos listos, vendrás hacia nosotros. Dejarás que te toquemos donde queramos. Y no creas que no estábamos prestando atención a tu impúdica exhibición en la camioneta. Te vamos a abrir bien las piernas, como si nada. Además, te tocaremos como tú misma te tocaste, pero más, mucho más. Porque habrá otras manos palpándote, ¿verdad?".
Hizo una pausa, parecía estar a la espera de una respuesta. "Correcto", dije, preguntándome cuántas manos. Tenía la sensación de que solo éramos nosotros tres, los que estábamos conversando ¿O Júpiter también participaría? De verdad, yo quería que lo hiciera. ¿O ese gigante se limitaría a mirar en silencio con los ojos abrasadores?
"¿Entiendes cómo las manos adicionales podrían ser una ventaja?".
"Sí". Respiré.
"¿Y qué más tendremos?".
P*jas, pensé. ¿De veras él quería que dijera la palabra?
"Oh, sé lo que estás pensando. Tienes una imaginación muy depravada", susurró Thuner. "¿Qué vamos a mostrar? ¿Qué fue lo que hablamos en la camioneta? Sé que, incluso en ese momento, pensabas en cosas sucias".
Sonreí. "Habilidades".
"Habilidades inimaginables. Te vas a sorprender. Y tengo que advertirte que somos implacables con nuestras habilidades. Los dioses no tienen vergüenza".
"Thuner no tiene vergüenza", replicó Wuotan desde su silla.
Eso era cierto. Thuner no tenía nada de vergüenza, él y su charla sucia. De cierta manera, yo lo amaba.
Volví a preguntarme de dónde serían estos tipos. ¿Por qué robaban bancos? Parecían tener un alto nivel de instrucción, así como pericia técnica. Carecían totalmente de esa imagen de delincuentes curtidos.
"¿Y esa corbata que aprietas con tanta fuerza?", prosiguió Thuner. "¿Imaginas lo que podríamos hacer con eso? Cada uno de nosotros tiene una y, como sabes, las corbatas son un material muy fuerte. ¿Has tenido oportunidad de descubrir exactamente cuán fuerte es una corbata?".
Me puse nerviosa. "No".
"Bueno, esperemos que no tengas que descubrirlo", dijo Thuner.
Wuotan mostró su sonrisa malvada. La sonrisa de Thuner era pícara, pero Wuotan tenía una sonrisa malvada. Cuando sonreía, sus ojos brillaban de un modo que te hacía sentir como si estuvieras mirando de frente a tus secretos más profundos y oscuros, y violando l*scivamente todos y cada uno de ellos.
En ese momento, me di cuenta de que seguía aferrada a la corbata de Thuner; estaba aterrada.
La solté.
Thuner se frotó el pecho con ella, sin quitarme sus ojos azules de encima. Hasta la forma en que frotó la corbata fue sugerente. Luego me quitó un mechón de pelo de la frente, y puso una mano en la columna que estaba al lado de mi cabeza.
Me d*snudó con la mirada y miré para otro lugar por instinto, como si con eso me protegiera más. Sin embargo…, yo también lo disfruté.
Entonces, seguí mirándolo, después de dejarme atrapar por su mirada. Le hice saber que podía tenerme.
Y él lo sabía, y sabía que yo lo sabía. Fue una euforia repentina total.
"A una corbata se le puede dar varios usos con una diosa inquieta, ¿sabes?", continuó con voz ronca.
Mi respiración se aceleró. Intercambié miradas con Wuotan, que estaba tumbado en la silla del vestíbulo como un príncipe malhumorado.
Thuner prosiguió: "Una corbata es muy útil con una diosa inquieta cuyo cuerpo usaremos para nuestra completa y absoluta satisfacción".
Logró infundir un fuerte sentido obsceno a la frase completa y absoluta satisfacción. Me quedé allí, inmovilizada sobre una fría columna de mármol, como una mariposa indefensa y presa de sus penetrantes ojos azules y su charla sucia.
"No te olvides del jacuzzi", dijo Wuotan. "Meterse en él tiene muchas facetas".
"Oh, sí", prosiguió Thuner. "Muchas facetas. ¿Has pasado mucho tiempo en jacuzzis?".
Negué con la cabeza.
"Bueno, ahora lo harás. Aprenderás todo sobre los jacuzzis. Pero veremos cómo es el diseño. A veces, las cosas tienen que funcionar como un sistema desde el diseño, y dejar que el diseño nos hable. Lo siento, pero no siempre hay mucho que podamos hacer al respecto".
¿Funcionar como un sistema desde el diseño? ¿Dejar que el diseño hable? Contuve una sonrisa. "¿Vamos allí a tener s*xo o a practicar feng shui?".
"Oh, querido", dijo Wuotan. "Parece que Aset se está pasando de la raya".
Sentí miedo. Tragué en seco y miré hacia la recepción justo a tiempo para ver a Júpiter atravesando el vestíbulo, maletín en mano.
Júpiter movía su corpulento cuerpo sin mirar a nada ni a nadie. La gente que estaba en el vestíbulo probablemente veía en él un viajero acaudalado y no un asaltante de bancos realmente poderoso. Y, en este momento, yo estaba viéndolo y sintiéndolo.
Él mantuvo el contacto visual conmigo... Porque podía, pensé.
La presión de su mudo dominio se hizo más fuerte a medida que se acercaba. Pero había algo más: una luz fría en sus ojos que parecía una acusación.
¿Él realmente no me quería allí? ¿O era solo mi imaginación? Desvió la mirada cuando llegó donde estábamos. "Vamos, gente", dijo.
Con las rodillas débiles, los seguí a los tres hasta los ascensores.
Júpiter presionó el botón del último piso y tomamos el ascensor hasta nuestra habitación. Íbamos como normales viajeros de negocios, no como tres bandidos y su rehén, que estaban a punto de tener un ménage à trois desenfrenado. O, tal vez así era como los bandidos que estaban a punto de tener un ménage à trois frenético entraban a un ascensor, todo huraños y circunspectos antes del acontecimiento.
¿Cómo iba a saberlo? Me crié en una granja de ovejas.