Capítulo 57
749palabras
2023-11-13 15:44
Las piernas de Shenxing eran bastante largas, aun así tomando en consideración el hecho de que Cha llevaba un vestido y tacones, él desaceleró sus pasos. Tomados de la mano caminaron hasta el auto. Allí, él abrió la puerta y colocó una mano sobre la cabeza de la chica a fin de evitar que se lastimara; solo la retiró una vez que ella ya se encontraba dentro.
Justo después, el también se deslizó en el asiento trasero y el conductor cerró la puerta.
......

En un instante, las palmas de Cha se humedecieron.
"¿Estás nerviosa?", le preguntó Shenxing con una mirada fija e inclinándose un poco hacia ella, quien no paraba de juguetear con sus dedos, dejando en evidencia su sentir.
Cha, asintió repetidamente. "¡Un poco!".
Ya ella había visto a la abuela Li antes, ¡pero hoy lo haría como su nieta política! ¡Como su posición era diferente, entonces su estado de ánimo también lo era!
"No te preocupes", le dijo Shenxing bajando la mirada. Un segundo después tomó las manos heladas de Cha y las sostuvo. "Yo me encargaré de todo", él le aseguró.
¡La palma de ese hombre era tan cálida que en el momento en que él la tocó, su tensión desapareció! Fue como si una sensación de seguridad que nunca antes había experimentado, la envolviera y le diera valor.

Desde que se conocieron, él la ayudó en muchas cosas, pero ella aún no hacía nada para recompensarlo. Por eso daría lo mejor de sí misma al ir con su familia, ¡solo así su abuela estaría tranquila!
Cha, con decisión, dijo: "Shenxing, no te preocupes. ¡Actuaré lo mejor que pueda y no arruinaré las cosas!".
Shenxing respondió con un suave e indiferente "bien".
Al escucharla decir que ella actuaría, de inmediato se disgustó, pero Cha no se dio cuenta.

Una hora más tarde, el vehículo entró por la puerta de la mansión de los Li.
La propiedad era enorme, tanto que ocupaba un radio de diez millas. Justo en el centro, se ubicaba la casa familiar, una construcción realizada exclusivamente para ellos. De tal lugar, solo algunas personas sabían que pertenecía a una familia con más de cien años de prestigio. Sin embargo, pocos lo conocían a detalle.
Cha, al ver que el auto seguía en movimiento luego de haber cruzado aquel gran portón, miró con curiosidad por la ventana.
Entonces pudo ver que a ambos lados del camino asfaltado había arbustos verdes y sombra. Casi parecía una reserva nacional, solo que mucho mejor cuidada.
Las ardillas saltaban de un lado al otro entre los árboles. Los pájaros también se escuchaban cantar y gorjear, armonizando así con el murmullo de una corriente de agua que provenía de alguna parte. Todo allí era tan calmado.
Cuando Cha vio tal panorama, se sintió un poco confundida.
¿La familia de Shenxing vivía en la montaña?
Pero, ¿cómo si no había ninguna alrededor de la ciudad Jing, o sí?
Mientras Cha aún se encontraba aturdida, de repente su visión se aclaró y pudo ver el frondoso bosque repleto por un mar de flores. Era febrero, la temporada de la orquídea, así que todo era púrpura; aunque también había otro tipo de flores diversas.
¡Toda esa belleza dejó a Cha asombrada!
Detrás de aquella colorida espesura, asomaba la residencia de los Li; una villa moderna con un diseño arquitectónico oriental perfectamente integrado con la naturaleza. Desde la entrada ya lucía magnífica con el par de leones de piedra que parecían resguardar el lugar.
Finalmente, el coche se detuvo. Entonces, Shenxing salió primero y luego ayudo a Cha a bajar, de nuevo colocando una mano para proteger su cabeza; un gesto que Cha le agradeció en voz baja.
Shenxing, tan pronto como pudo, tomó la mano de Cha, pero ella quiso evitarlo. Aun así, él no se rindió y la apretó con más fuerza.
"Shenxing...", dijo Cha mirándolo confundida, aunque sonrojada por la calidez de la palma de aquel hombre.
Él la ignoró, y discretamente entrelazó sus dedos con los de ella. Incluso extendió su mano y la ayudó a arreglarse el cabello, oportunidad que no desaprovechó para decirle en voz baja: "Sabes que debes tomarme de la mano frente a la tía Lan, así que aquí también. ¿Qué sucede? ¿Acaso olvidas que eres mi esposa?".
Su voz era tan baja como un susurro del viento, muy agradable al oído.
Y sus ojos eran aún más atractivos, tan profundos como un estanque. Si fuese posible sumergirse en ellos, en definitiva se ahogaría.