Capítulo 43
891palabras
2023-11-13 14:57
Mucho más tarde, después de ducharse, Cha se acostó en la cama.
Se sentía agotada, pero no podía conciliar el sueño.
Y es que la noche, era el momento más adecuado para pensar.

Pero, ¿en qué estaba pensando Cha?
En ese momento, por la mente de la chica pasaban ideas fantasiosas. Por ejemplo, se imaginaba a Shenxing llevándola a casa y cuidándola toda la noche, tal y como la tía Lan le dijo.
¡Ah, nuevamente, él la cargó!
Hacía solo unos pocos días desde que se conocieron, pero Cha ya no era capaz de contar cuántas veces él había hecho eso.
Sumado a esto, ella también se cuestionó cómo era posible que ese hombre con misofobia no la hubiera dejado después de haberle vomitado encima.
Cha, en medio de su sesión de introspección, recordó el vaso vacío que vio en la mesa de noche al levantarse por la mañana, entonces consideró el hecho de que era muy probable que Shenxing le hubiese dado de beber agua con miel y limón.

Al analizar todo eso, ella comprendió que, a pesar de que Shenxing parecía ser un hombre extraño, realmente tenía un corazón cálido.
Y respecto a la camiseta en el cubo de la basura... Bueno, es posible que como estaba sucia, y no quiso lavarla, la tiró.
Un segundo más tarde, Cha sacó su teléfono y escribió un mensaje de agradecimiento dirigido a Shenxing. Sin embargo, justo antes de enviarlo, lo borró.
Él parecía tan enojado por la mañana cuando le pidió que saliera del auto, que era casi seguro que no quería hablar con ella. Entonces, si esas eran las circunstancias, ¿por qué ella se crearía un problema?

¡Mejor olvidarlo y dormir!
Así que enseguida, ¡Cha se cubrió la cabeza con la manta y se dispuso a descansar!
......
En la tarde del día siguiente, Aiguo llamó a Cha cuando ella recién despertaba de su siesta del mediodía.
Al ver tal cosa, se burló. Desde que Dehua y Sisi se mudaron, su padre nunca la llamaba. ¿Qué pasaba ahora que de repente tomó la iniciativa de hacerlo?
¿Acaso el sol había salido por el oeste?
Cha no quería saber nada de su padre, pero al recordar que después de que los guardaespaldas de Shenxing se lo llevaron a rastras, no tuvo noticias sobre él y tampoco supo qué pasó después, entonces respondió.
Cuando escuchó a Aiguo este sonaba serio, pero cariñoso; era obvio que fingía ser un padre amoroso. "Hija, ¿por qué no contestabas?".
"¿Qué? ¿Señor Chu, acaso se tomó el medicamento equivocado o sufrió un derrame cerebral?". Cha dijo con un rastro de ironía en su voz. En los últimos diez años, Aiguo se refería a ella como "b*starda" o "m*ldita niña". ¡Rara vez la llamaba por su nombre con tanto cariño, y mucho menos le decía hija!
"Querida, sé que solía tratarte mal, ¡pero he cambiado! Sé que me equivoqué, ¿podrías perdonarme?", dijo el hombre de una manera casi convincente.
En circunstancias normales, si Cha le hablara de la misma forma en que él acababa de hacerlo, en definitiva Aiguo la abofetearía, él era un hombre muy injusto con ella. Siendo así, ¿cómo se atrevía a pensar que la persuadiría con unas cuantas palabras bonitas? ¡Ja! ¡Qué iluso!
"¿Perdonarte? ¡Oh, papá, qué considerado eres al pedirme eso! Con que no quieras m*tarme a golpes ya es más que suficiente. Por mi parte, prometo que no discutiré contigo de nuevo", dijo Cha entre risas, burlándose de Aiguo.
"Cha, un padre y su hija no pueden estar peleados. Por favor, vuelve a casa esta noche, te he preparado la habitación más grande en el segundo piso. Ven y mira si te gusta, ¿de acuerdo?". Mientras Aiguo decía esto, en su cabeza planeaba cómo m*tar a Cha, solo trataba de mantener la calma para que ella no se diera cuenta de sus intenciones.
¿La habitación más grande del segundo piso?
¿No era ahí donde se quedaba Sisi?
¿Por qué después de tanto tiempo su padre se la ofrecía de nuevo?
¿Acaso quiso darle a entender que echaría Sisi?
Hace diez años, dicha habitación era la de Cha; y tenía una decoración digna de una princesa. Pero cuando llegó Sisi, lo primero que hizo fue arrebatársela, enviándola así a la habitación más pequeña, la de la esquina, que en realidad no era más que un cuarto de almacenaje. Allí, en esos escasos siete u ocho metros cuadrados, Cha había pasado la última década, sin derecho a réplica.

Aunque Cha no tenía ni la más mínima intención de volver a la casa de la familia Chu, ¡la verdad era que escuchar esa noticia le resultaba satisfactorio!
"Está bien, iré por la noche", dijo antes de colgar.
A ella no le parecía mala idea ir, siempre que viera la mirada exasperada de Sisi.
Además, también tenía interés por saber qué plan malévolo se traía Aiguo entre manos.
No era difícil adivinar que como Shenxing había hecho algo para que el Grupo Chu quebrara, estaba desesperado y a eso se debía su repentino cambió de actitud; justo por eso la había llamado para suplicarle.
Cha conocía bien a su "padre". Ese hombre, si tenía un objetivo claro en mente, era capaz de renunciar a todo, incluso a su dignidad.
Y sí, la dignidad era algo esencial, pero Aiguo nunca la tuvo, es más, parecía no necesitarla.