Capítulo 41
706palabras
2023-11-13 14:55
Shenxing llevó a Cha hasta el Bentley negro que esperaba afuera, el cual era su auto exclusivo.
El vehículo era bastante llamativo, pero no únicamente por el diseño, sino por las modificaciones que tenía, las cuales no cualquiera podría notar. ¡Una de ellas era el doble cristal a prueba de balas que lo hacía bastante seguro! Cabe destacar que solo ese cambio costó ¡diez veces más que el auto como tal!
Por si eso fuera poco, ¡el conductor era nada más y nada menos que un soldado retirado de las fuerzas especiales!

Dentro del auto, Cha todavía se encontraba en los brazos de Shenxing, abrazándolo con fuerza.
Entonces, él tosió suavemente y le preguntó: "¿Cuándo me vas a liberar?".
Shenxing no estaba acostumbrado a que una mujer lo estrechara de esa manera; por eso se calentó cuando Cha lo hizo.
En el instante en que Cha se dio cuenta de lo que había estado haciendo durante todo ese rato, en medio de sus nervios, lo soltó y se sentó a su lado. Cabizbaja, susurró: "Gracias... estaba demasiado alterada y...".
"No es necesario que me agradezcas", le respondió Shenxing con indiferencia, aunque su voz sonaba muy tranquila.
"¿Cómo no voy a agradecerte si me ayudaste a recuperar a mi madre de las manos de mi padre y además, le pediste a tus hombres que me protegieran?", dijo Cha sollozando, mientras se secaba las lágrimas. A decir verdad, ella no quería parecer débil, no le gustaba sentirse indefensa, es más, se había prometido ser fuerte. Sin embargo, en ese momento no podía contenerse, solo el llanto la ayudaba a mitigar la ira que aún sentía.

"¡No fue nada!". De nuevo, Shenxing respondió con indiferencia.
Realmente parecía que nada le importaba.
Si bien para Shenxing todo lo que acababa de hacer por Cha era insignificante, para ella resultó ser todo lo contrario, y es que después de que su madre enfermó, nunca nadie la protegió ni resolvió sus problemas como él lo había hecho.
A Cha le impresionaba que a pesar de que el matrimonio era solo por contrato, él estuviera dispuesto a ayudarla de todo corazón, era justamente por eso que no sabía cómo expresarle su gratitud.

"Shenxing, debes haber gastado mucho dinero en todo esto, ¿no es cierto?", preguntó Cha con seriedad.
Él se sorprendió ante su pregunta y la miró, luego le respondió: "No".
Para Shenxing, gastar unas decenas de miles de dólares no era siquiera importante.
Tenía tanto dinero, que restarle esa cantidad a su cuenta bancaria era casi igual que sacarle una gota de agua al océano.
"Es que si lo analizo, para hallar a alguien que presionara a mi padre, debiste haber creado muchas conexiones. También están los gastos médicos de mi madre y la habitación, el pago de mi guardaespaldas...".
"¿Parezco alguien a quien le falte el dinero?", Shenxing interrumpió a Cha dirigiéndole una mirada penetrante.
"Por supuesto que no, sé que eres millonario, pero... En fin, solo quiero que sepas que te devolveré cada centavo que has gastado tan pronto como pueda, y para que tengas la plena seguridad de que lo haré, cuando lleguemos a casa, te firmaré un pagaré". Dijo Cha con firmeza.
"¡No hay necesidad de que lo hagas!", exclamó Shenxing frunciendo el ceño; era evidente su disgusto.
"Shenxing, sé que eres un hombre amable, pero algún día nos divorciaremos. ¡No quiero deberte demasiado!", Cha insistió.
"Detén el auto", le dijo Shenxing al conductor.
Sin importar dónde estuvieran, las órdenes del jefe debían ser cumplidas, así que pronto el chofer se detuvo al borde de la carretera. Eso hizo que en el interior del auto, la atmósfera, se tornara fría y tensa.
Enseguida, Shenxing le dirigió una mirada inexpresiva a Cha y luego dejó escapar de sus delgados labios una orden. "Sal del auto", dijo con brusquedad.
"Shenxing, ¿te enojaste?", le preguntó Cha mirando su semblante adusto. Era obvio que el hombre estaba molesto, pero ¿qué desató su furia?
"¡Hablas demasiado!".
"Shenxing dime, ¿por qué estás enojado?".
"¡Wei, sácala de aquí!", dijo Shenxing con un tono de voz áspero.
Wei, quien en ese momento se encontraba sentado en el asiento delantero, al escuchar la orden tan repentina tembló. Luego miró a Cha con simpatía y respondió: "¡Sí, señor!".