Capítulo 51
1310palabras
2023-12-06 00:01
En cuanto volvieron a la sala, Graham preparó enseguida la pequeña bañera. Era una sala VIP, así que estaba bien equipada. Luego tomó una toalla limpia del armario y la colocó en el perchero.
Cuando Graham salió del baño, pulsó el botón de emergencia del servicio de enfermería y declaró: "Por favor, tráiganos un juego de ropa del hospital, ¡gracias!"
A los cinco minutos entró la enfermera con un juego de ropa en la mano. También traía una funda de almohada, una manta y una funda de colchón limpias.

Al ver aquello, Elvira se incorporó de su asiento y presenció cómo la enfermera le cambiaba la ropa de cama.
"¡Ven aquí!", Graham, que se encontraba en el baño, llamó su atención. Al entrar al cuarto, lo vio en cuclillas en el suelo delante de la pequeña bañera.
"¿Qué haces?", preguntó al ver al hombre atareado ajustando la temperatura del agua.
"¡Preparándote el baño!", se limitó a contestar.
"¡No me digas que me vas a... a...!", sus ojos se abrieron de par en par ante su repentina fantasía.
Cuando se puso de pie y se dio la vuelta, Graham se burló y añadió: "¿Bañarte? Qué suerte tendrías si yo hiciera eso", y a continuación salió del baño.

"¡Báñate bien! ¡Hueles mal!", afirmó en un tono algo alto mientras se sentaba en el sofá.
"¡Thiago!", se disponía a dar otro pisotón, pero Graham la interrumpió.
"¡No pises fuerte! ¡El suelo está resbaladizo!", declaró al tiempo que prendía su notebook, sintiendo que ya estaba familiarizado con sus acciones.
Elvira se enfadó un poco, así que cerró la puerta de un portazo. Iba a desvestirse cuando oyó un fuerte golpe en el exterior. Cuando abrió, vio una cara sombría y severa que la observaba fijamente: "Prohibido cerrar las puertas, ¿de acuerdo?", exclamó él enarcando una ceja.

"¡Sí, señor!", declaró ella mientras le hacía la venia. Tenía los ojos llenos de ira.
Él esbozó una sonrisa y regresó al sofá.
Tras cerrar la puerta, murmuró: "No es posible que seas tan pesado como yo, Thiago. ¿Será este mi karma?"
En cuanto se sumergió en la bañera, sintió una sensación de alivio. Soltó un suspiro y cerró los ojos. Graham mezcló tan bien la temperatura del agua que cayó rendida.
En el exterior del baño, Graham se entretuvo llamando a alguien cuando miró su reloj. "¿Cómo es que todavía no ha salido?", se preguntó. "¿Será...?", se levantó de su asiento y fue hacia el baño.
En la bañera, observó que la cabeza de Elvira casi desaparecía en el agua. Enseguida la levantó y le dio unos golpecitos en la cara. "¡Elvira! ¡Elvira! ¡D*monios!", le entró el pánico.
Ella se despertó cuando estaba a punto de sacarla del agua.
"¿Ah? ¿Qué ha pasado?", se sobresaltó al ver la cara de preocupación de Graham.
"¡Tú!", gritó. Al ver que estaba bien, la abrazó de inmediato. "¡Me has dado un susto de muerte!", la regañó.
"¡Me quedé dormida!", susurró mientras era abrazada con fuerza.
"¡M*erda!", Graham se puso de pie y se arremangó.
"¿Qué es lo que estás haciendo?", ella estaba inquieta por su próximo movimiento y trató de tapar su cuerpo d*snudo con las manos.
"¡Ah! ¡Detente!", gritó. Tenía la cara roja de vergüenza.
Graham tomó la esponja y el jabón y le frotó el cuerpo como si fuera una mascota peluda. Mientras más luchaba ella, más la sujetaba él con fuerza.
"¡No te muevas o permaneceremos así hasta la noche!", exclamó enfadado.
Al escuchar su última frase, Elvira dejó de forcejear y se rindió ante él. Cerró los ojos para evitar que la mirara d*snuda.
Conforme pasaba el tiempo, sus movimientos bruscos se volvieron suaves. Iba frotando la esponja con jabón líquido suavemente por su cuerpo, por su mano e incluso por sus piernas. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que Graham los tenía completamente cerrados. Soltó una risita divertida y le quitó la esponja sonriendo.
"Yo lo haré. Juro que no me dormiré", le susurró y le dio un golpecito en el brazo que la sujetaba.
Una vez que el muchacho, tembloroso y jadeante, abrió los ojos, le lanzó una mirada asesina. "¡Lávate bien!", ordenó, se levantó y se marchó.
Después de darse un baño, salió de la habitación con la ropa del hospital puesta y la toalla enroscada en el cabello mojado. Al mirar a su alrededor, no pudo encontrar a Graham en la sala.
"¿Dónde estará?", murmuró ella.
Mientras se dirigía a su cama, vio una nota que decía: "¡Vuelvo en la cena! Gracias".
La joven sonrió y se puso la nota en el pecho, junto al corazón. "Thiago Zhang, ¡ya te echo de menos!", susurró.
En cuanto llegó la hora de cenar, Elvira se inquietó. Se paseaba de un lado a otro con las manos entrelazadas mientras veía el reloj de la pared.
"¿Por qué aún no ha venido?", se preguntaba. Cada cierto tiempo, se miraba en el espejo de cuerpo entero de la esquina para ver si estaba lo bastante presentable.
En cuanto se abrió la puerta, Graham apareció en el marco. "¿No estás contenta con tu fea mirada o pasa algo con el espejo?", le preguntó mientras caminaba hacia ella con algo de comida en la mano.
Entonces, la mujer vio al hombre que esperaba desde hacía 'un siglo', corrió hacia él y lo abrazó con fuerza.
"¿Por qué has tardado tanto?", inquirió ella al tiempo que escondía la cara en su robusto pecho.
"¡Estaba ocupado!", se limitó a contestar mientras le acariciaba la espalda. "¿Tienes hambre?"
"¡Mmm! ¡Mucho!", lo miró resentida.
La expresión de Graham le hizo reír. Agachó un poco la cabeza y le susurró: "¡Pato feo!", mientras le daba un pequeño beso en los labios fruncidos.
Dejó los alimentos sobre la mesa con ruedas y los fue abriendo uno a uno. "Hay un restaurante nuevo cerca. Fui allí una vez con Jacinta y la comida estaba buenísima. Es donde compré todo esto".
Apenas oyó el nombre de Jacinta, perdió el apetito. "No quiero comer ahora. ¡He perdido el apetito!", declaró ella mirando por la ventana. Ya había anochecido.
"¡Celosa!", Graham se echó a reír mientras intentaba darle de comer.
"¡Sí!", replicó ella sin darse cuenta y aceptando la comida en la boca.
Cada vez que le daba de comer, le sonreía.
"Thiago, si un día te casas, ¿la mimarás así?", preguntó de repente.
"¡Depende!", contestó enseguida y continuó metiéndole comida en la boca. En ese momento su cara parecía la de una ardilla mientras masticaba lo que tenía dentro.
Se rio a carcajadas. "¡Eres adorablemente fea!", afirmó mientras entrecerraba los ojos. Ante su comentario, ella frunció el entrecejo.
Al terminar de masticar, continuó preguntando: "¿Por qué dependerá?", inquirió y luego tomó el agua del vaso.
"Si fueras tú, ¡Sí! La mimaría mucho. Pero de no ser tú, ¡no!", se limitó a responder al tiempo que le limpiaba la boca.
Elvira se puso muy contenta al enterarse de que Graham había pensado en ella como esposa. Enseguida agarró algunas de las sobras y las tiró al cubo de la basura sintiéndose como una devota ama de casa. Y él se la quedó mirando encantado.
"¡Por favor, quédate a dormir esta noche! Me da miedo dormir sola en el hospital", le suplicó mientras parpadeaba.
"No hace falta que hagas eso. Esta noche te acompañaré", comentó él.
El día había pasado y los dos tortolitos descansaban juntos en la cama. La cama era un poco estrecha y tenían que abrazarse mientras dormían de lado.
A medida que la silenciosa habitación se iba calmando, la lluvia empezaba a caer fuera. Fue la primera lluvia de la primavera y su olor era fresco y agradable. Esto hizo que Elvira se encogiera más en el abrazo de Graham. "¡Tengo frío!", murmuró.
"Te voy a abrazar fuerte. ¡Duerme bien!", le contestó a medida que envolvía su mano alrededor de su cuerpo con fuerza.