Capítulo 48
1191palabras
2023-12-03 00:01
"¡Son un montón de inútiles!", Bagrat golpeó el escritorio de su oficina. "Le disparaste cinco veces y no les hiciste ni un rasguño… Pero ¡¿cómo es que terminaste en el hospital cuando solo te disparó una vez?!". Su ira alcanzó su punto máximo a la vez que se aferraba a su celular. Estaba regañando a dos de sus subordinados que por poco caían en manos de las águilas.
Markel se limitó a escuchar sus reprimendas y a observar a su jefe, juntó sus propias manos hacia enfrente y mantuvo la cabeza gacha. Jamás se atrevía a mirar a ese hombre cuando estaba furioso.
Aunque Bagrat estuvo a punto de lanzar su teléfono contra la pared, recordó que su madre se lo había regalado especialmente para vigilarlo a través del GPS.
"¡Buldog!", gruñó a la vez que observaba a Markel.
"¿Sí, jefe?", pese a que el subordinado alzó la cabeza de inmediato, no lo miraba a los ojos. En cambio, enfocó la vista en la pared.
"Eres el único en quien puedo confiar, así que secuéstrala de nuevo. ¡Mi madre la quiere urgentemente y tengo que cumplir con sus deseos antes de que ella llegue el próximo mes!", le exigió a la par que temblaba de ira y de miedo. Estaba consciente de que su progenitora pretendía ver cómo él trabajaba y llevaba a cabo su plan de venganza.
"¿La señora vendrá a Londres?", Markel se quedó estupefacto. Aunque Bagrat era una persona aterradora, su madre era mil veces peor porque fue la bestia que creó a aquel monstruo.
"¡Así es!", emitió un suspiro de frustración. "No entiendo por qué tiene que venir, ¿acaso no confía en mí?", murmuró con molestia.
…
Mientras tanto, en el Grupo Liu…
"¡Presidente, hemos confirmado que el conductor que le disparó era el subordinado de Bermudez!", Naín le informó a su jefe. Mientras que él se sentó en el sofá para analizar todas las fotos del sicario que Bagrat contrató, Graham se encontraba parado al lado de la pared de cristal, tenía las manos en los bolsillos y miraba fijamente el paisaje fuera de su torre.
Los pensamientos del empresario estaban hechos un completo caos por todo lo que había sucedido en los últimos meses. Sobre todo, el incidente del día anterior, ya que lo consideraba como el peor que había ocurrido en ese lapso. Hasta se culpó a sí mismo por poner a Elvira en peligro. Si no se hubiese dejado llevar por sus celos, posesividad y miedo a perderla, la mujer no habría vuelto a Londres. En definitiva, estaba más segura en China.
"¡Dame el azul!", el joven Liu ordenó a la vez que se giraba y miraba a su asistente con severidad.
Naín, quien estaba concentrado en las imágenes, alzó la vista con rapidez para contemplar al otro hombre. "¿Está seguro, señor?", se encontraba consternado de sus próximos movimientos, ya que «el azul» era una señal exclusiva de que Graham estaba listo para atacar «el patio del monstruo».
"¡Es hora de que terminemos con esto de una buena vez!", replicó a la par que le extendía la mano a su asistente.
Naín se levantó de su asiento, retiró un mini teléfono azul del bolsillo de su saco y se lo dio a Thiago. Solo había tres números guardados en el dispositivo: el primero era de Bagrat, el segundo era de la madre del joven Bermudez y el tercero era del director, el hermano de Elvira.
Tras seleccionar un número de la marcación rápida, la llamada se conectó con una persona del extranjero. "¿Aló? ¿Quién es? ¿Cómo conseguiste mi número?", la inquieta voz de una mujer resonó al otro lado de la línea.
"Mis hombres me informaron que visitarás a tu hijo el próximo mes", el joven Liu reveló en un tono autoritario mientras se daba la vuelta y se paraba frente a la pared de vidrio. Entonces, entrecerró sus intimidantes ojos al recordar todas las veces en las que Elvira estuvo en peligro.
La señora de la llamada jadeó de incredulidad, se levantó de manera apresurada de su sofá de cuero y se aferró al teléfono.
"¡¿Quién eres, hijo de p*ta?!", gritó con ira, provocando que el robusto hombre que estaba a su lado la mirara con preocupación. Aparte de fornido, el sujeto en cuestión también tenía una cicatriz en el rostro.
Graham solo se rio antes de continuar hablando: "No tienes que saber quién soy, pero ten en cuenta que mis hombres te han estado observando desde hace bastante tiempo".
Hasta Naín se quedó horrorizado por la astucia con la que hablaba su jefe. Aunque ya lo admiraba por manejar cinco empresas internacionales, en ese momento sintió como si estuviera viendo a un hombre completamente diferente. El empresario tenía un aura tan desafiante que podía hacer que cualquiera se encogiera de pavor con solo escuchar su voz. Si en verdad cumpliera con sus amenazas, sería extremadamente aterrador.
"¡Escúchame bien, señora! ¡Si no te rindes con tu plan de vengarte de los Hidalgo, te juro que revelaré tanto tu oscuro secreto como tu guarida!", Graham espetó con frustración y sus palabras crearon un fuerte impacto en los sentidos de la mujer.
De manera inconsciente, la señora sostuvo el celular sobre su pecho y se dejó caer poco a poco en el sofá, sintiendo que se iba a desmayar en cualquier momento.
"¿Qué ocurre?", el robusto hombre le preguntó consternado al ver que su jefa temblaba de miedo.
"¡No puedo creerlo! ¡Alguien se enteró sobre mi tesoro y mi escondite!", la mujer exclamó a la vez que miraba al sujeto fijamente.
"Todas las personas tienen secretos, tal vez ese tipo solo intenta hacerte una mala jugada. ¡Es imposible que otras personas lo sepan!", su guardaespaldas reflexionó.
Al escuchar su argumento, ella se sintió aliviada y dejó que una ira inquebrantable la envolviera, por lo que se levantó con brusquedad y le gritó a la persona de la llamada: "¡Oye! ¿En serio te crees tan listo como para querer hacerme una broma de mal gusto? Te lo advierto: ¡ten cuidado con quién te metes o podrías pagarla muy caro!".
Thiago sonrió al percibir que la furia de la mujer iba en aumento. "No me crees, ¿verdad?".
"¡Jaja!", la mujer se rio de su respuesta. "Si tan cierto es lo que alegas, ¿por qué no me dices cuál es mi secreto y dónde está mi guarida?", la señora se carcajeó de una manera tan espeluznante que hasta sus criadas se horrorizaron.
"Tu secreto es que Bagrat Bermudez es el hijo ilegítimo de Marcel Hidalgo. En estos momentos, te encuentras en Los Ángeles y estás junto a un guardaespaldas que tiene una cicatriz en la cara", Graham reveló sin realizar ninguna pausa.
Al escucharlo, sus piernas flaquearon y cayó al suelo. Lo que no sabía la mujer era que uno de sus subordinados formaba parte de «las águilas» y que habían instalado cámaras ocultas en cada rincón de su enorme casa.
Tan pronto como Graham colgó, sonrió y le arrojó el teléfono a Naín. "Me quedaré con ella por un tiempo, ¡así que encárgate de todo mientras tanto!".
"¡Sí, presidente!", el asistente accedió con una sonrisa victoriosa.