Capítulo 47
1216palabras
2023-12-02 00:01
El doctor Heredia preparó una sala VIP para Elvira y tuvieron que ponerle un suero intravenoso a la mujer para calmar sus nervios.
"Señor, aunque el trauma la sigue afectando, se pondrá mejor después de un par de días", le explicó a Graham con paciencia. Habían ido a la oficina del médico para hablar del tema, ya que el magnate no quería que la mujer supiera sobre su propio estado. Dado que el físico de la señorita Hidalgo era muy susceptible a enfermarse, resultaba peligroso para ella vivir situaciones tan extremas.


"De acuerdo. Asegúrate de que nadie la moleste mientras esté descansando", el empresario comprendió las indicaciones del doctor y le instruyó sobre qué hacer.
"¡Sí, presidente! No se preocupe", el otro hombre le dedicó una sonrisa.
Graham salió de la oficina y caminó con rapidez hasta la habitación de Elvira. Tan pronto como abrió la puerta, vio a la mujer garabateando algo en un papel que se hallaba sobre la mesa.
"¿Te sientes mejor?", Thiago le preguntó con una sonrisa. Sin embargo, ella lo ignoró y ni siquiera alzó la vista cuando él entró. El magnate se quedó sin palabras, puesto que no esperaba que lo tratara de una manera tan fría y distante.



"¿Estás enojada conmigo?". Pese a que era notable la desesperación del joven Liu, la muchacha seguía mirando sus dibujos en silencio. "¡Elvira, di algo, por favor!", le suplicó con la voz ronca y la contempló con el rostro lleno de preocupación y angustia.
A pesar de sus intentos, la señorita Hidalgo no apartaba la vista de la mesa. Era como si lo considerara un fantasma, así que a Graham se le estrujó el corazón. Le dolía su trato, y más porque la extrañaba demasiado, pues hacía medio año que no la veía.
Cuando ya no pudo soportar más la situación, le apartó la mesa y la abrazó con fuerza. Por su parte, la mujer quedó con las manos y la cara contra el pecho del magnate, por lo que tuvo que girarse hacia un costado para poder respirar.
"Lo lamento tanto", él pronunció con una voz profunda, cerró los ojos y recargó la barbilla en su cabeza. "Por favor, di algo. ¡Lo que sea!".

"¡Me mentiste!", ella susurró sin apartar el rostro de su pecho. "Conoces la identidad de las personas que están detrás de mí, ¿pero por qué no quieres decirme quiénes son?", inquirió entre sollozos.
Dado que el empresario sintió alivio de que ella hablara, la tomó de la cara y la observó con intensidad. "No te he mentido, es solo que no quiero revelarte quiénes son. ¡Te prometo que siempre estaré para ti!", le explicó como si estuviera consolando a una niña pequeña.
Elvira no dijo nada en ese momento, sino que dedicó unos segundos en admirar aquellos profundos ojos marrones. "Oye, hazme un favor, ¿sí?", le suplicó al tiempo que pestañeaba.
"¿De qué se trata?", él le sonrió sin soltar su rostro.
"¡No le cuentes a mi tía lo que pasó!".
"¿Por qué no quieres que tu familia se entere? Estoy seguro de que podrían protegerte si lo supieran. En especial, tu hermano…".
"¡Thiago! ¡Por favor, prométeme que no se lo vas a contar!", ella exclamó de forma abrupta, interrumpiendo la frase del hombre.
"Bah, de acuerdo. ¡Lo prometo!", el joven Liu se rindió, le depositó un dulce beso en la frente y la miró de nuevo. Fue entonces que se dio cuenta de que ella no dejaba de verlo, así que le preguntó con preocupación: "¿Hay algo más que quieras decirme?".


"Siéntate a mi lado. Hay varias cosas de las que me gustaría hablar contigo", Elvira respondió con una leve sonrisa, a lo que Graham se sentó en el borde de la cama, justo a su lado. Luego, puso una mano sobre el hombro de la chica y la acercó de tal modo que impulsó a que ella recargara la cabeza sobre su fornido pecho. Una vez que se acomodaron, ambos miraron hacia la pared de enfrente.

"¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres decirme?", el empresario inquirió en un tono tan sutil que solo Elvira alcanzaba a oírlo.
"¿Es en serio que no sientes nada por mí?", ella preguntó de la nada, lo cual hizo que él se alarmara y pensara: «¿A qué viene esa pregunta tan repentina?».
"¡A-ajá…!", mintió con una voz ronca y vacilante. "¿Por qué?".
"Porque quiero cerrar mi ciclo contigo", replicó de manera directa, lo que lo dejó estupefacto. El pecho del magnate comenzó a agitarse, su semblante se ensombreció y miles de emociones lo invadieron.
"¿Qué quieres decir con eso? ¿Y-ya has encontrado a alguien más?". Por primera vez en su vida, el convincente Graham tartamudeó mientras hablaba.
Si bien conversaban sobre terminar su relación de forma definitiva, no se daban cuenta de que todavía se estaban abrazando el uno al otro. No obstante, segundos después, Elvira decidió enderezarse y apartarse de él, haciendo que el corazón del empresario se estrujara y que su brazo se quedara colgando en el aire.
"Sí, conocí a una persona muy buena y me gustaría abrir mis sentimientos hacia él", Elvira declaró sin hacer pausas y lo miró a los ojos en un intento de descifrar sus verdaderas intenciones.
La mirada de Graham se trasladó de la pared hasta los ojos de la mujer. "¿Qué quieres que haga?", preguntó en un tono firme.
"Quiero que apruebes mi relación con él", ella respondió.
Al escucharla, el magnate apretó las manos en puños y se esforzó mucho en controlar sus impulsos de golpear la pared. "¿Y qué pasa si te digo que no quiero?", una mueca exasperante apareció en su semblante furioso.

"Thiago, ya me has dicho miles de veces que no sientes nada por mí y que yo era como una comida que se te había servido en bandeja de plata", Elvira exclamó con frustración.

El joven Liu se quedó sin palabras. No obstante, rugió luego de unos momentos de silencio: "Tienes razón, no siento nada por ti, ni siquiera un pequeño cosquilleo. Aun así, eres mi comida favorita y no tengo intenciones de compartirte con otros. ¡Espero que nunca lo olvides!".
"¡Pero Thiago…!". Si bien la señorita Hidalgo lo miró con incredulidad e intentó decir algo, Graham selló sus insistentes labios con los suyos.
El beso no fue suave, sino áspero; era como si el hombre estuviera descargando toda su ira y decepción en sus bocas. Por su parte, ella se quedó atónita, por lo que abrió los ojos como platos y no pudo mover las manos de su pecho.
"¡Mmn!", aunque ella intentó forcejear para liberarse de su agarre, Graham la sostuvo con más fuerza.
En medio de la faena, Elvira percibió el sabor de la sangre, y sabía que provenía de ella misma porque el magnate le había mordido los labios. Cuando él terminó de besarla, se limpió la boca, la miró fijamente y la sostuvo de la barbilla.
"Escúchame muy bien, princesa mía: sin importar si te referías a Damen o a Renato, ¡jamás voy a permitir que salgas con ninguno de ellos!". Dicho aquello, se dio la vuelta y se fue.
"¿Cómo te enteraste de lo de Renato?". Elvira no sabía qué hacer, pues en el momento que Graham cerró la puerta de golpe, supo que ya no tenía escapatoria.