Capítulo 39
1308palabras
2023-11-24 00:01
Era lunes y hacía buen tiempo. A pesar de que el abrasador calor del sol al mediodía provocaba dolores de cabeza y mareos a la gente, todos debían soportarlo para seguir realizando sus actividades diarias. Dado que Graham siempre paseaba a todas partes con su auto favorito, estaba acostumbrado. De hecho, había memorizado cada parte de aquellas vías tan congestionadas.
En ese momento, el magnate portaba unas gafas de sol y golpeaba de manera armoniosa el inicio de la ventanilla de su auto deportivo mientras esperaba a que el semáforo se pusiera en verde. No pudo evitar esbozar una sonrisa al examinar su entorno.
El dueño de la panadería, que tenía una barriga de cervecero y llevaba un largo gorro de cocinero y un delantal, siempre estaba ocupado limpiando su local temprano por las mañanas.
Al frente de la panadería se encontraba una mujer de unos treinta años, propietaria de una floristería, que regaba con delicadeza sus plantas y saludaba a los transeúntes al mismo tiempo.
En la esquina, justo encima de un edificio de poca altura, había un cartel de una reconocida modelo promocionando una famosa marca de perfumes ante los peatones y conductores que pasaban.
Aún sumergido en sus propios pensamientos, Thiago escuchó que sonó su teléfono, por lo que activó el altavoz de su vehículo Aston Martin azul y dijo: "¿Aló? ¿Qué sucede?".
De inmediato, la nerviosa voz de Naín sonó al otro lado de la línea: "¡Presidente, Bagrat se enteró sobre las águilas!".
"¡¿Qué?!", Graham se quedó perplejo. «Sus águilas» eran los hombres que trabajaban de manera clandestina para su familia. Llevaban casi ocho años protegiendo a los Liu y a los Exposito. El empresario había solicitado sus servicios hacía unos meses para que cuidaran a Elvira mientras estaba con su supuesto novio.
"Parece que esta vez planea ir detrás de usted, presidente. ¿Dónde se encuentra? Debemos protegerlo…". Como la llamada se cortó, Naín no pudo conseguir la ubicación de su jefe. No obstante, alcanzó a escuchar algunos golpes y los chirridos de unos neumáticos, así que de inmediato seleccionó un número de la marcación rápida de su celular.
"¡Encuentren al presidente Liu ahora mismo!", gritó con ansiedad y desesperación. Al finalizar la llamada, dio una vuelta en «u» con su vehículo con la esperanza de conseguirlo en la vía que usualmente tomaba para ir a la oficina.
…
Momentos atrás…
Justo cuando Graham estaba hablando con su asistente, vio que un Revo negro apareció de forma abrupta a su derecha. Acto seguido, el conductor de dicho vehículo bajó la ventanilla y lo apuntó con un arma. Por suerte, el empresario reaccionó rápido y giró el volante hacia la izquierda para esquivarlo. Sin embargo, aquello provocó que los autos cercanos se chocaran entre sí y crearan un accidente de tránsito masivo en el área.
Si bien la bolsa de aire evitó que el joven Liu se golpeara contra el volante, no evitó que quedara adolorido y mareado. Después de todo, el impacto fue tan fuerte que la sangre comenzó a escurrirse por su cabeza. Al momento en que llegaron los paramédicos y lo llevaron al hospital, estaba medio consciente.
Debido a la conmoción que ocurrió en la carretera, las personas del Revo negro se las apañaron para escapar en el auto.
Tan pronto como Naín llegó al hospital, se dirigió a la recepción para preguntar sobre el estado de su jefe, y como la enfermera le informó que se encontraba en la sala de emergencias del segundo piso, corrió hacia el ascensor.
La noticia del accidente que se dio lugar en el centro de la ciudad se esparció como la pólvora. Cuando Jael se topó con un artículo al respecto mientras revisaba sus ventas en internet, gritó de horror.
"¡Jael, casi muero del susto por tu culpa! ¡Pensé que te había pasado algo malo!", Elvira, quien se había apresurado en ir a auxiliarla, regañó a la asistente que se encontraba sentada frente a la computadora.
"¡Señorita Hidalgo, tienes que ver esto!", Jael pronunció en voz baja, señaló el monitor con la mano derecha y se cubrió la boca con la izquierda.
"¿Qué? ¡No me digas que hubo un accidente en la carretera y que Thiago resultó herido!", la otra mujer dijo en broma y se rio entre dientes.
Jael tragó saliva al escucharla y le explicó: "¡Señorita Hidalgo, el señor Zhang está en las noticias!".
Cuando Elvira vio la reacción de su asistente, la empujó y miró el monitor. Al ver que los paramédicos atendían a Graham mientras él tenía la cabeza llena de sangre, abrió los ojos como platos y su rostro palideció. Al instante, tomó su cartera que estaba en la mesa y salió del estudio. Tras llegar al hospital, vio a Naín hablando con el doctor Heredia.
"Aunque sus heridas no son graves, tiene que quedarse en el hospital para hacerse exámenes más detallados. Ya revisamos la radiografía y hasta el momento no hemos encontrado ninguna lesión cerebral de la cual preocuparnos", el médico explicó.
"¡Naín!", la diseñadora de moda corrió hacia ellos con la respiración agitada. "¿Dónde está Thiago? ¿Cómo se encuentra?".
"El representante Zhang está a salvo, señorita Hidalgo. Se encuentra en la sala VIP del quinto piso y está con…", el muchacho no pudo terminar su oración debido a que la mujer estaba tan preocupada que corrió directo al ascensor.
Al llegar al quinto piso, Elvira comenzó a examinar cada habitación, ya que no hallaba la sala VIP. Justo cuando estaba a punto de abrir la última puerta, escuchó una voz familiar en el interior.
"¿Cómo pretendes que no me preocupe? ¿No ves cómo estás, Thiago? ¡No seas tan terco, por favor!", Jacinta sollozó a la vez que le hablaba al hombre que estaba sentado en el borde de la cama. Graham se dispuso a acariciar la espalda de su amiga, y pese a portar prendas del hospital, se seguían resaltando sus fuertes brazos.
"Vamos, deja de llorar. Deberías mirarte en el espejo, ¡te ves demasiado fea!", el magnate comentó en broma, le sonrió a la muchacha y le secó las lágrimas con el pulgar.
"¡Te odio!", Jacinta le dio un golpecito en el pecho y se rio entre dientes.
Elvira, quien se hallaba en el marco de la puerta, se sintió desplazada y tuvo que morderse el labio con fuerza para evitar llorar, hasta llegó al punto de clavarse las uñas en las palmas de sus manos. Pese a que una gota de sangre cayó al suelo, a ella no le importó, simplemente se dio la vuelta y se fue caminando a grandes pasos mientras se secaba algunas lágrimas que rodaban por sus pálidas mejillas.
Cuando el ascensor abrió, vio que Naín estaba a punto de salir. "¿Ya vio al representante Zhang, señorita Hidalgo?", inquirió consternado tan pronto como la atisbó.
"Sí, ya lo hice. Menos mal que no fue nada serio… Lo siento, debo irme porque aún tengo trabajo pendiente. ¡Adiós!". Una vez que entró al elevador y las puertas se cerraron, sus piernas flaquearon y por poco cayó al suelo.
Dentro de la habitación VIP…
Si bien Jacinta se fue después de quedarse con Graham durante unas horas, le prometió que le traería sus cosas favoritas. Justo en el instante que el hombre quiso descansar, su asistente entró con el ceño fruncido.
"Presidente, ¿llegó a hablar con la señorita Hidalgo?".
Thiago lo miró confundido y le preguntó: "No, ¿por qué?".
"Vino a visitarlo hace rato y me dijo que ya había hablado con usted".
El joven Liu se quedó atónito ante la revelación, se frotó las sienes y pensó: «No puede ser, no me digas que…».
"¡Señor, vi que estaba llorando cuando se fue por el ascensor!".
La última declaración de Naín confirmó la teoría de Graham: ella debió haberlo visto con Jacinta. Entonces, el magnate observó el techo, suspiró hondo y susurró: "Elvira Hidalgo…".