Capítulo 38
1411palabras
2023-11-23 00:01
Pese a que dieron las once y media, Elvira seguía sin salir del apartamento de Damen, lo cual ocasionó que Graham se imaginara diferentes escenarios que ocurrían entre los dos. Debía hacer algo antes de que fuera demasiado tarde.
Puso su teléfono en medio de la mesa del centro y llamó al personal de mantenimiento del edificio. Al colgar, sonrió de oreja a oreja. En lo que bebía el último sorbo de vino en su copa, sus dedos golpeteaban el mueble sin cesar, y justo cuando puso el vaso en la mesa, escuchó una voz en el pasillo.
"¡Señor! ¡Abra la puerta, por favor!", el personal de mantenimiento llamó a Damen y presionó repetidamente el timbre de su residencia.
"¿Qué sucede?", el hombre inquirió al abrir la puerta con fastidio, y Elvira se asomó por detrás. Si bien parecía que habían estado bebiendo alcohol, a diferencia de la mujer, Damen todavía lucía sobrio.
"Señor, lamento molestarlo, pero debo informarle que alguien abolló accidentalmente su auto en el estacionamiento", explicó el trabajador. En realidad, no era un mentiroso, sino que solo seguía las órdenes que le dieron. Sobre todo, porque la persona que lo llamó era nada más y nada menos que el dueño de todo el conjunto residencial.
"¡¿Qué?! ¿Sabes quién lo hizo?", los ojos de Damen se abrieron como platos. El chico se quedó bastante desconcertado; no solo acababan de estropear su auto deportivo, sino que también interrumpieron su cita.
"Aún no, señor. Tiene que ir a revisar los videos de vigilancia conmigo y presentar una denuncia formal", el personal de mantenimiento continuó explicando.
Mientras tanto, el vecino de Damen empezó a impacientarse. Graham observaba todo por la mirilla y escuchaba a escondidas su conversación. A como pudo, alcanzó a ver a Elvira y se dio cuenta de que sus mejillas, que originalmente eran pálidas, estaban bastante rojas. Resultaba evidente que ya se había emborrachado.
"¡De acuerdo!", Damen no tuvo más remedio que acceder, respiró hondo y se giró para mirar a la joven Hidalgo.
"¿Qué pasó?", Elvira inquirió con nerviosismo y con los ojos vidriosos, hasta lo tomó del brazo y lo miró fijamente.
"Parece que ocurrió un problemita con mi vehículo, así que tengo que ir a revisarlo. ¿Te molestaría si me esperas aquí?", el hombre le pidió con sutileza a la vez que le daba unas palmaditas en la mano.
Tan pronto como Graham escuchó que Damen se fue por el ascensor, salió de inmediato de su vivienda y presionó con brusquedad el timbre de su vecino como si hubiese surgido una emergencia.
Elvira, quien esperaba con paciencia en el sofá, se puso de pie de un salto y caminó hacia la entrada. Tan pronto como abrió la puerta, alguien la agarró del brazo y la obligó a entrar al apartamento de enfrente.
"¿Qué haces?", Elvira se quejó, y antes de que pudiera reaccionar, Graham cerró la puerta de golpe. Pese a que no estaba tan ebria, tropezó y cayó en el pecho del hombre.
"¡Ay!", la señorita Hidalgo percibió el aroma del magnate. Estaba tan familiarizada con su esencia que podría reconocerlo aunque estuviera entre la multitud.
"Thiago, engañaste a Damen. Tú estuviste detrás de todo, ¿no es así?", ella lo miró con severidad y se rio con ironía.
"¡Cállate!", él rugió.
"¿Lo hiciste por mí? ¿Te preocupaba que él pudiera aprovecharse de mí?", parpadeó con torpeza y sus sensuales labios se fruncieron para formar un puchero.
En lugar de sorprenderse o alegrarse por sus preguntas, la expresión del hombre se volvió más sombría. No estaba para nada contento.
Como Elvira seguía tambaleándose, él no tuvo más remedio que cargarla y llevarla hasta el baño.
"¡Waaa! ¿Vamos a bañarnos juntos? ¡Me encanta la idea!", sugirió en un tono seductor y, con el dedo índice, comenzó a garabatear círculos en el pecho del empresario. Dado que aquello no le pareció suficiente, le acarició las mejillas, la nariz y los labios mientras murmuraba: "Thiago, eres un tipo malo, ¡eres malvado pero atractivo! ¡Jum! Prométeme que jamás vas a cargar a otra mujer, ¿sí?".
Graham arrugó la frente y ladeó la cabeza para evitar sus toques juguetones. "¡Elvira Hidalgo, compórtate!", la regañó. Sentía tanta rabia que estaba a punto de explotar. Segundos después, abrió la llave del agua fría y metió a Elvira en la bañera.
Debido al impacto de la temperatura sobre su cuerpo, ella forcejeó como una gatita feroz, haciendo que el magnate la sostuviera con fuerza. Estaban tan cerca que sus ropas empapadas se rozaban entre sí.
"¡Thiago, suéltame, hace demasiado frío!", Elvira continuó luchando para liberarse, lo cual provocó que el escote de su vestido revelara más de lo esperado.
El muchacho, quien siempre se podía concentrar en todo, se distrajo al ver algo que no debió haber visto. Por ello, abrió los ojos como platos y tragó saliva. De manera inconsciente, se quedó mirando el encantador pecho de la mujer durante unos largos segundos.
«¡M*ldita sea!», maldijo en su mente y sacudió la cabeza. No podía creer que hubiese pensado en algo s*xual cuando la jovencita estaba claramente borracha. Más bien, se las había arreglado en alejarla de su vecino para evitar esa clase de incidentes.
Entonces, cerró los ojos y respiró hondo para calmarse. Antes de que las cosas empeoraran, sacó a la señorita Hidalgo de la bañera y la llevó a su habitación. En lo que la sostenía en los brazos, aprovechó para tomar una toalla limpia y una camisa de su armario.
Elvira seguía temblando cuando él la recostó con delicadeza en la cama. Después de un rato, Graham agarró otro conjunto de ropa y salió de la habitación.
Al día siguiente, la señorita Hidalgo se despertó con un terrible dolor de cabeza. Cuando miró a su alrededor, se dio cuenta de que se hallaba en la habitación de un hombre, por lo que se aferró con fuerza a su camisa y esbozó una sonrisa risueña. Enseguida, se bajó de la cama, caminó hacia el comedor y se detuvo una vez que vio a la persona que buscaba.
"¿Fuiste tú quien me cambió de ropa anoche?", a pesar de que preguntó con alegría, Graham ni siquiera se molestó en mirarla, sino que la ignoró y continuó comiendo.
"Bien, sé que estás enojado", la mujer dijo con timidez antes de esconder algunos mechones de su cabello detrás de las orejas. Justo cuando ella se sentó para desayunar con él, Thiago se levantó, por lo que ella hizo lo mismo y lo siguió. "¡Espera! ¿Ya te irás a trabajar?", ella le sujetó de la manga, y él frunció el ceño.
"¿Qué quieres, señorita Hidalgo?", inquirió de manera distante y con molestia.
"¿Puedo quedarme en tu apartamento mientras vas al trabajo?", la joven Hidalgo propuso a la vez que pestañeaba de manera insistente. "¡Anda, di que sí! ¡Por favooor!".
Él suspiró profundamente y sacudió la cabeza. "¡Como quieras!", susurró.
Al llegar a la puerta, echó un vistazo por la mirilla y vio a un hombre que no deseaba ver parado frente a su apartamento. Graham jadeó, se detuvo unos segundos para pensar y luego abrió la puerta de par en par.
Antes de que Elvira pudiera decir algo, el joven Liu le dio un apasionado beso en los labios. Si bien ella se quedó confundida por su repentino contacto, también se alegró de sobremanera y sentía que su corazón iba a estallar de felicidad. Entonces, puso las manos sobre el pecho del hombre y se dedicó a disfrutar de sus cálidos labios.
De pronto, ambos escucharon un fuerte gruñido, lo cual provocó que Graham la sostuviera con posesividad.
"¡Elvira!", Damen exclamó con incredulidad.
Al escuchar la voz del muchacho, ella trató de zafarse de Thiago; sin embargo, él se negó a soltarla.
"¿Qué d*monios es esto?", a pesar de que a Damen le invadió la ira, no pudo hacer nada, así que se limitó a observar el apasionado beso que se daba lugar delante de él.
Tan pronto como el magnate la soltó, se rio, le guiñó un ojo y le susurró: "Anoche lo pasé muy bien contigo". Acto seguido, se retiró y dejó tanto a Elvira como a Damen estupefactos en el pasillo. Cuando sus miradas se encontraron, la señorita Hidalgo entró corriendo a la residencia de Graham y cerró la puerta con rapidez. Luego, jadeó con incredulidad, se recargó en la puerta y puso una mano en el pecho.
"¿Qué fue eso?", murmuró, aún sin poder asimilar lo que acababa de ocurrir.