Capítulo 36
1495palabras
2023-10-30 13:49
Como habían trabajado extras aquella noche, decidieron mantener cerrado el estudio todo el día, debido a que sus cuerpos y mentes se sentían cansadas y agotadas, por lo que cada una permaneció en sus respectivas casas, descansando por el día.
Al mediodía, Elvira aún se encontraba dormía; sin embargo, el sonido de su teléfono la sacó de su mundo de sueños. Con voz aturdida y llena de evidente cansancio, respondió a la persona al otro lado de la línea.
"¿Hola, quién es?" sus ojos se entrecerraron tratando de leer el número del remitente.
"¡Elvira, soy yo, Damen!" Damen respondió emocionado. "¿Todavía durmiendo?" la mente dormida de Elvira reconoció el tono alegre con el que el hombre le hablaba.
"¡Hola, Damen! Anoche tuvimos horas extras. Regresé a casa a las cuatro de la mañana". Su voz sonaba un poco tosca pero suave.
"¡Aw! No te molestaré entonces. Sólo quiero invitarte a mi casa esta noche. Es decir, ¡es mi cumpleaños y quería invitarte a cenar!" exclamó con emoción el hombre al otro lado de la llamada.
"¿En serio? ¡Feliz cumpleaños!" Elvira se levantó de repente y se sentó en la cama con las piernas cruzadas.
"¡Gracias! Entonces, ¿puedo invitarte a cenar?" Damen realmente no esperaba que ella aceptara su invitación.
"Sí, ¿por qué no? ¡Cenaremos juntos esta noche!" respondió Elvira.
"¡Entonces te recogeré a las ocho! ¡Adiós!" Cuando Damen colgó, no podía entender sus sentimientos. Se sentía entre alegre y nervioso.
Elvira iba a regresar a dormir cuando, de pronto, apenas colgó, otra llamada la interrumpió. Esta vez era Graham quien la llamaba.
"¿Hola, quién es?" Todavía sonaba somnolienta y su voz se escuchaba ronca, lo de inmediato hizo que el hombre, al escucharla, frunciera el ceño.
"¡Levántate! ¡En diez minutos paso por ti!" exclamó Graham, lo que de inmediato sobresaltó a Elvira.
"¿Quién habla... ?" Entrecerrando los ojos una vez más, revisó el número de la persona con quien mantenía aquella llamada y, al darse cuenta de que era Graham, saltó de la cama de inmediato.
"¡Espera! ¡Estaré lista!" Elvira comenzó a caminar de un lado a otro de su habitación mientras sostenía su teléfono, confundiéndose incluso a ella misma hasta el punto de no saber lo que estaba haciendo.
Cuando iba a continuar hablando por el teléfono, la mujer notó que Graham ya había cortado la llamada.
Elvira entró al baño y se preparó rápidamente. Y, tal cómo lo había dicho el hombre, exactamente diez minutos después, el deportivo Aston Martin de Graham se estacionó delante de su apartamento.
"¡Ahí voy!" Elvira gritó de alegría, aún con sus zapatillas en las manos. Graham frunció el ceño al verla correr descalza por el suelo.
Cuando finalmente Elvira subió al asiento del pasajero, estaba jadeando mientras se ponía los zapatos. Sus ojeras era inmensas y su apariencia era un total desastre.
Mientras encendía el motor, el hombre la miró y preguntó descaradamente.
"¿Por qué te ves más feo que antes? ¡Son las doce y media y todavía pareces como si acabaras de levantarte de la cama!", exclamó molesto, imaginando que la mujer había estado despierta toda la noche porque haber salido con alguien más.
"¡Tienes razón! ¡Acabo de levantarme de la cama debido a que tú y Damen me llamaron!" Elvira continuó sonriendo sin darse cuenta de que había dicho algo que había provocado que el hombre la mirara con recelo.
"¿Por qué te llamó?", intentó preguntar de la forma más casual posible, mientras conducía, con la mirada fija en el camino.
"Me invitó a cenar esta noche. Es su cumpleaños. ¡Ay! Debería comprarle un regalo. Thiago, ¿puedes acompañarme al centro comercial más tarde? Necesito comprarle un regalo", Elvira volvió a comentar hablando casualmente, sin notar el cambio de humor de su acompañante debido a ese tema.
"Está bien", respondió Graham con indiferencia, pero las venas de sus puños eran notorias debido a la fuerza con la que sostenía el volante, en un intento por reprimir sus sentimientos.
"¿A dónde vamos?" Elvira preguntó de repente mientras trataba de arreglar con ambas manos su despeinado cabello.
"A mi guarida" respondió el hombre mientras daba con el auto un giro hacia la izquierda, entrando por una calle estrecha con solo unas pocas casas cerca.
Cuando el coche se detuvo frente a una gran villa, los ojos de Elvira se abrieron como platos.
"Thiago, ¿esta es tu casa?" La mujer no pudo evitar preguntar. La fachada de la villa era sencilla pero elegante. Era sólo una casa de dos pisos pero se veía espaciosa y moderna.
En la entrada, se extendía un paisaje que compuesto de orquídeas silvestres y algunas rosas rojas y amarillas.
"Ven conmigo", respondió simplemente Graham y, sin decir más, la tomó de la mano y comenzó a caminar con ella.
Al entrar en el lugar, una mujer de mediana edad se acercó a ellos y de inmediato saludó al hombre. "¡Joven maestro!"
"Hola, Heidi. Esta es la señorita Hidalgo", dijo Graham.
"Señorita Hidalgo, es un placer conocerla", respondió de inmediato la mujer de manera respetuosa, mientras hacía una venia.
Elvira, que permaneció sin palabras, simplemente asintió.
"Hola, Heidi. Es un placer conocerte también" respondió ella luego de unos segundos, sosteniendo con fuerza la mano de Graham.
Cuando Heidi se fue, miró al hombre junto a ella, quien llevaba una expresión fría y severa.
"Sígueme", de pronto Graham dijo.
"Thiago, ¿adónde vamos?", preguntó Elvira, pero de todas formas caminó junto a él, tratando de mantener el paso mientras el hombre caminaba rápidamente.
Graham guió a Elvira a lo que parecía ser un sótano. Al bajar y entrar al lugar, la mujer notó de inmediato el ring de boxeo en medio de la habitación y algunos implementos relacionados con aquel deporte.
Graham tomó algunos de los implementos y se los arrojó a la sorprendida mujer. "Póntelos. En ese lado está el vestuario".
Luego de decir aquello, procedió tomar algunos implementos para él mismo un poco y luego entró a una pequeña habitación.
Después de un rato, cuando ambos salieron de sus respectivas habitaciones, se miraron el uno al otro.
"Mmm... Thiago, ¿qué estamos haciendo aquí?", preguntó Elvira, aún confundida con todo lo que estaba ocurriendo. Ya tenía una idea, pero necesitaba escucharlo de él.
"Necesitas aprender algo de defensa personal", dijo el hombre con naturalidad. Luego de ello, guió a la asustada Elvira dentro del ring y la colocó frente a un pesado saco, el cual colgaba en medio de la plataforma cuadrada.
"Thiago, no puedo hacer esto hoy. Anoche trabajé horas extras en el estudio y regresé a casa alrededor de las cuatro de la mañana". El rostro de Elvira imploraba clemencia y esperaba que él estuviera de acuerdo con ello.
Ante aquellas palabras, Graham preguntó de inmediato, levantando una ceja mientras sus ojos la miraban con furia: "¿Quieres decir que aún no desayunaste?"
Elvira asintió rápidamente. La mujer había olvidado hasta aquel momento que no había podido ni desayunar ni almorzar. Anoche había estado tan cansado al llegar a casa que se había acostado en su cama de inmediato a penas llegó a casa y había dormido de corrido hasta hace unos minutos.
Al escuchar esto, Graham suspiró profundamente y llamó a Heidi.
"Prepara una comida ligera para Elvira" le ordenó.
Luego tomó su mano y la guió hacia abajo. "Ten cuidado. Primero vamos al comedor. ¡Siempre debes comer a tiempo!" la regañó mientras la sujetaba por la cintura, ayudándola a salir del ring.
Ante tal contacto, el corazón de Elvira se sintió realmente cálido. Le gustaba cuando Graham la regañaba como si fuera su amante o su marido dispuesto a protegerla en cualquier momento.
Después de cambiarse de ropa nuevamente, el hombre entrelazó sus dedos con los de ella mientras subía las escaleras.
Al llegar al comedor, acercó una silla a Elvira y se sentó a su lado de inmediato. Tomó la cucharada de sopa y la sopló antes de ofrecérsela. De esa forma, continuó alimentando a la mujer con dulzura y preocupación.
"¡Estoy satisfecha!" dijo Elvira radiante de alegría luego de un rato.
"Descansa hoy. Te enseñaré un poco de defensa personal en otra oportunidad", le dijo suavemente Graham mientras le limpiaba los labios con el pulgar.
"¿Qué haré mientras descanso?" preguntó Elvira mientras miraba alrededor de la habitación.
"Te acompañaré al centro comercial más tarde, ¿recuerdas?, para comprar un regalo para tu 'novio'" mencionó el hombre toscamente y luego se levantó de la mesa.
"Descansa una hora en la habitación de huéspedes. Heidi te mostrará el camino" dijo efusivamente antes de él retirarse a su habitación.
Elvira quedó atónita en el comedor, sin entender qué había ocurrido. No podía entender sus acciones en absoluto. ¿Acaso estaba bien para él el hecho de que ella tuviera otro hombre en su vida? Sin embargo, lo que Elvira no sabía era que, dentro de su habitación, Graham estaba ardiendo de ira.
"¡Mujer estúpida! ¿Pedirme que lo acompañe a comprar un regalo para otro hombre? ¡Estúpida!", murmuró Graham mientras pateaba el sofá frente a la ventana.