Capítulo 29
1041palabras
2023-10-27 14:29
El viaje de cuatro días a Suecia fue una mezcla de recuerdos agridulces, no solo para Elvira, sino también para Graham. Después de decirle que él no sentía nada por ella, se mantuvo alejada de él y se concentró en su trabajo como diseñadora.
Al mediodía, un cliente incómodo se apareció inopinadamente en el atelier de la tía Tabita, en el umbral de la puerta. Jael estaba tan ocupada preparando los inventarios que ni siquiera levantó la cabeza para ver quién era.
"¡Dios mío! Entonces, así es como tratas a tus vips ahora. Simplemente los ignoras porque ya tienes lo que querías", exclamó Jacinta al ver que Jael no le hacía caso.

"¡Ah! Señorita Ávila, por favor, pase ¿En qué puedo servirle?". Jael se sobresaltó.
Los inventarios en la computadora la tenian agobiada. Elvira la dejó ocupándose de ese asunto mientras ella estuviera trabajando fuera del atelier.
"¿Cómo puedes servirme? Dímelo tú. ¿Estás sola aquí? ¿Dónde están tu gerente y tu supervisora?". Su ráfaga de preguntas mareó a Jael, quien se frotó las sienes antes de responder.
"No tengo gerente ni supervisor. La dueña de este atelier me trata como a ella le gustaría que la trataran, así que todos estamos en la misma posición. Y no, ahora no están aquí", respondió, con una sonrisa irónica.
"¡Ah! Mira qué bien, ¿dónde están?", preguntó Jacinta con altivez. En realidad, ella no fue al atelier por vestidos nuevos, sino a buscar información.
"La dueña de este atelier está en un desfile de modas en el extranjero y la señorita Hidalgo salió con su novio". A Jael no le gustaba mentir, pero veía la intención de Jacinta, por lo que quiso alardear de que Elvira tenía alguien que le gustaba y que Graham ya no le interesaba.

Desde el incidente en el atelier, unos meses atrás, ella había estado observando a Elvira en secreto. Esta sobrina de Tabita Hidalgo estaba perdidamente enamorada de Graham, pero este la trataba con frialdad y arrogancia.
"Entonces, la señorita Hidalgo ya tiene novio. ¿Quién es?". Jacinta levantó una ceja y contrajo los labios al oír la buena noticia.
"Sí. ¿Se llama Darin? ¿Damen? No recuerdo, pero es súper guapo. Creo que es más atractivo que el señor Zhang, su novio". Jael siguió echando leña al fuego. Había visto a Damen una vez cuando recogió a Elvira en el atelier, y notó que él también era un hombre bien parecido. Aunque Graham lo superaba, nuevamente tuvo que mentir para proteger a Elvira.
"Ya veo. De todos modos, muéstrame algunas de las nuevas colecciones", le pidió.

Compró algunos de los diseños de Elvira y salió del atelier de inmediato. Cuando estaba a punto de subir a su coche, la vio salir de un Maybach negro.
"Hoy me divertí. Gracias", le dijo Elvira a la persona que ocupaba el asiento del conductor.
En realidad, Jacinta no vio con quién estaba hablando, pero sabía que era un hombre. Vio una parte de sus piernas cuando Elvira se inclinó.
En sus labios se dibujó una sonrisa burlona mientras se alejaba. "Hola, Thiago. Estoy libre esta noche. Quiero comer mariscos", le comunicó al paso que fruncía los labios, imaginándolo a su lado.
"Claro. Te recogeré en tu casa esta noche", respondió Graham del otro lado.
Mientras tanto, en el Liu Group, en Londres...
Después de la llamada de Jacinta, Graham colgó y se puso a trabajar. No había dejado de hacerlo después de regresar de su viaje de negocios en Suecia. Sin embargo, independientemente de lo que hiciera, no salían de su mente las últimas expresiones de Elvira.
Golpeó el escritorio con la pila de documentos y se jaló el cabello mientras miraba al suelo. Apoyó los codos en el borde de la mesa y reflexionó por un instante.
Habían pasado semanas desde la última vez que se vieron. ¿Qué estaba haciendo ella ahora? ¿Cómo se veía en estos días? No pudo evitar hacerse una serie de preguntas sobre Elvira.
Tenía la intención de llamarla, pero lo estaba pensando. ¿Cómo iba a iniciar una conversación si ella respondía? ¡Ah! Simplemente lo intentaría, pensó, y que pasara lo que tuviera que pasar.
Al marcar, oyó una voz del otro lado de la línea, pero no era Elvira.
"Hola, Elvira. ¿Eres tú? Olvidaste tu teléfono en mi auto. Iré a tu casa esta noche". Le respondió una encantadora voz masculina.
Graham se quedó frío. Después de unos segundos de silencio, preguntó quién estaba en la línea. "¿Quién es?", dijo con severidad, pero también con ansiedad.
La otra persona también estaba confundida sobre quién había llamado. Debido a la larga pausa, Graham pensó que había colgado. Pero antes de que pudiera finalizar la llamada, la persona respondió su pregunta. "Soy su novio".
Graham no conseguía entender sus emociones, pero de alguna manera sintió que su mundo se había puesto patas arriba.
"¿Tiene algún recado para ella? Yo se lo hago llegar", dijo el hombre, como si se tratara de algo incidental.
Pero Graham enmudeció. Clavó los ojos en la pared. "Entonces, voy a colgar. Adiós".
Colgó, pero mantuvo el teléfono en la mano. Solo unas semanas sin verse y ya había encontrado un nuevo hombre, pensó. ¡Qué rápido! Sus labios mostraron una sonrisa burlona, y su nublada vista dejó ver unos ojos melancólicos.
"Presidente, tenemos nueva información sobre Bermúdez. Está vigilando a la señorita Hidalgo", informó Naín mientras entraba a su oficina. "¿Qué vamos a hacer ahora?", añadió.
Graham, que seguía mirando la pared, desvió la mirada hacia Naín. "Déjalo. Ya no tengo nada que ver con ella". Su voz era tranquila, pero sus sentimientos eran un remolino.
"¿Presidente?". Naín estaba confundido. ¿Lo había entendido bien? ¿Su jefe ya no tenía nada que ver con ella? ¿Cómo era eso? ¿Desde cuándo?
Naín no olvidaba nada. Si Elvira estuviera en problemas o en peligro, él personalmente la salvaría o la protegería. Hasta sería capaz de volar como un águila o correr como un guepardo con tal de protegerla.
"Ya me oíste. Ya tiene quien la proteja. Olvidémonos de su caso", dijo Graham sin una pizca de emoción en la voz.
"De ahora en adelante, deja que su novio la proteja". Logró formular esa última frase y miró a Naín, quien, por su parte, estaba confundido y preguntó: "¿Qué?".