Capítulo 27
1560palabras
2023-10-27 14:28
Al día siguiente, Elvira reservó un vuelo de regreso a Londres porque se arrepintió de haber seguido a Graham a Suecia. No solo la humillaron en el avión, sino que también fue testigo de lo cariñoso que era el hombre con Jacinta. Cuando presenció el beso, sintió como si varias espinas le pincharon el corazón.
Después de esos dos días, Jacinta también tuvo que regresar a Londres, ya que su padre acababa de regresar de un viaje de negocios y quería pasar tiempo con su queridísima hija.
Graham, quien planeaba quedarse por un período corto para atender asuntos de negocios, extendió su estadía por otros dos días para hablar con su tío sobre la colaboración entre sus empresas.
Cuando llegaron al aeropuerto, Jacinta se dirigió a la zona de salida y esperó a que Thiago terminara de hablar por teléfono con su tío. Después de que la llamada finalizara, él caminó hacia la chica y vio que estaba haciendo un puchero. "Si papá no me hubiera pedido que regresara a casa, me habría quedado más tiempo contigo", comentó de manera coqueta. Desde que el hombre le dio un beso en el parque de diversiones, pensó que él también sentía algo por ella.
"Podemos volver a visitar el lugar cuando quieras", el joven Liu respondió con indiferencia. En realidad, no le daba demasiada importancia a la actitud de su amiga, ya que siempre se comportaba de esa manera con él.
Tan pronto como ella entró a la zona de despliegue y desapareció de su vista, él caminó de manera apresurada hacia una persona que también estaba esperando en la fila. La había estado vigilando desde que la vio entrar por la puerta de cristal del aeropuerto.
Justo cuando Elvira estaba a punto de entregar su boleto y su pasaporte a la encargada del área, alguien la agarró de la mano. Aunque ella se sobresaltó, no tardó en alzar la cabeza y ver que un hombre observaba con enfado a la empleada que la estaba atendiendo. "¡Ella no va a viajar hoy!", exclamó.
Como la agente se quedó atónita y no entendía lo que sucedía, dirigió la vista hacia Elvira, quien estaba pasmada.
"¿Conoce a este hombre, señorita Hidalgo?". Pese a que el chico era extremadamente guapo, no podía hacer ninguna excepción cuando se trataba de la seguridad de los pasajeros. Después de todo, pensó que Graham podría ser un traficante de personas.
"Soy su esposo, y si no me crees, puedes solicitar el registro de los pasajeros que abordaron este vuelo hace dos días", dado que Thiago empezaba a frustrarse, le mostró una copia de su boleto de regreso a Suecia, dándole una pista del incidente que había ocurrido en la cabina de clase ejecutiva aquel día.
Para no complicar las cosas, Elvira le dijo a la agente del aeropuerto que Graham era su esposo. Cuando el empresario vio que ella cedió, la obligó a salirse de la fila y la llevó directo al estacionamiento.
"¿Qué haces, señor Zhang?", ella se sentía indignada. Como no podía alcanzar el ritmo de sus grandes pasos, se agotó con facilidad y empezó a agitarse.
Graham se dio la vuelta y se percató de que ella tenía la mano en el pecho, por lo que la preocupación invadió su hermoso rostro.
"¿Te encuentras bien?", preguntó al acordarse de que ella era una persona que se enfermaba con facilidad.
"¿Y ahora es que me lo preguntas? ¡¿Se puede saber qué te pasa?!", entre jadeos, se quejó en un intento de descargar su decepción y frustración.
Sin decir nada, la cargó en los brazos y terminó de llegar al estacionamiento. Si bien ella estaba luchando por liberarse, la fuerza de Graham pudo más. Una vez que llegaron al auto del joven Liu, él la dejó con delicadeza en el asiento del copiloto y colocó su lujoso equipaje en el maletero.
"¿A dónde me vas a llevar, señor Zhang?", Elvira inquirió confundida.
"A la mansión". Su breve y despreocupada respuesta la llevó a pensar en miles de posibilidades por las cuales la estaba «secuestrando» del aeropuerto.
"¿Y por qué quieres que regrese a la mansión?", aunque fue una pregunta inocente, su corazón empezó a latir con fuerza.
El magnate respiró hondo antes de contestarle: "¡Arruinaste mi viaje en estos dos días, así que tendrás que recompensarme con tu tiempo!". Tras terminar de hablar, fijó su atención en la vía.
"¿Eso significa que me vas a llevar a pasear?", su entusiasmo era notorio.
Thiago se rio entre dientes, alzó una ceja y sonrió con ligereza: "¡Voy a castigarte, Elvira!".
Si bien la señorita Hidalgo no lograba entenderlo del todo, se sentía en la séptima nube ante la idea de poder pasar tiempo a solas con él. No iba a estar la fastidiosa de Jacinta ni el descerebrado de Bagrat.
Al llegar a la mansión de Naín, ella regresó a la habitación en donde se había quedado la última vez. Luego de acostarse en la cama, Graham abrió la puerta de forma abrupta.
"Alístate, saldremos en diez minutos", ordenó con prisa.
"De acuerdo", Elvira no tuvo más remedio que obedecerle.
Después del lapso que le dio el empresario, la mujer salió y lo vio al final del gran tramo de escaleras, esperándola con impaciencia.
"¿A dónde iremos?", preguntó con la ilusión de que la llevaría a un lugar romántico.
"Lo sabrás una vez que lleguemos", se rio, y Elvira notó que había algo raro en su actitud.
Graham detuvo el vehículo en una amplia zona verdosa que se hallaba cerca de la mansión de los Exposito. Debido a lo extensa que era la propiedad, tenían que llegar en auto o en un carrito de golf.
El terreno estaba constituido por cinco puestos de tiro alineados en sentido horizontal. Frente a cada uno de ellos había una diana de silueta que estaban a unos cincuenta metros de distancia entre sí.
"Em… Thiago, ¿qué vamos a hacer aquí?", su corazón volvió a palpitar con intensidad.
"Te voy a enseñar a utilizar un arma", respondió con seriedad. Después de ver lo habilidoso que era Bagrat en el tiro al blanco, pensó que Elvira tenía que aprender a disparar para defenderse en el futuro.
Al oír su declaración, la joven Hidalgo se apretó las manos con fuerza. Desde pequeña, siempre le había tenido miedo a los ruidos fuertes, por lo que solo su hermano recibió entrenamientos de esa índole.
El magnate la llevó a uno de los puestos de tiro y le dio instrucciones de cómo sostener un arma. Debido a que notó que ella temblaba, se puso detrás de ella, tomó sus manos y las levantó para apuntar al objetivo. Dado que básicamente la estaba abrazando por detrás, la chica sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
"Espérame aquí. ¡No te muevas y quédate en esa posición!", el hombre gritó en lo que se alejaba a pasos veloces. Tan pronto como regresó, le puso orejeras para reducir el ruido y lentes de seguridad para que se protegiera los ojos. Al finalizar, le removió con sutileza el cabello que le cubría el rostro y no se resistió en sostener su mirada por unos segundos.
"Es importante que aprendas esto", el empresario pronunció de manera sutil y le acarició su delicada mejilla con suavidad. Al instante, aquel tacto provocó que una sensación insondable se extendiera por todos sus sentidos.
"¿También le enseñaste esto a Jacinta?", Elvira preguntó en un tono firme, y su molestia le resultó evidente a los ojos de Thiago.
"No, solo a ti y a mis hermanos", replicó con sinceridad y le sonrió.
Aunque su respuesta fue breve, provocó que el corazón de la mujer se acelerara. La joven Hidalgo sintió que su felicidad alcanzó su punto más alto.
"Bien, ¡ya estoy lista!", declaró con entusiasmo y se acomodó como si fuera una tiradora experta.
Graham se rio entre dientes al verla, se posicionó detrás de ella y, justo como hacía un rato, le apretó las manos con fuerza y procedió a enseñarle con paciencia y delicadeza.
"Lo primero que tienes que hacer es posicionarte más o menos a diez metros del objetivo. Procura mantener la calma al momento de sostener el arma, concéntrate en la diana, separa los pies y aprieta el gatillo cuando estés lista", le fue explicando. Ambos estaban tan cerca que Elvira alcanzaba a oler su fresco aliento.
"¿Estás lista?", inquirió en un tono suave, a lo que ella solo asintió.
Todo se sentía irreal para la señorita Hidalgo; y si en verdad era un sueño, no quería despertar.
Para la sorpresa de ambos, cuando ella apretó el gatillo, dio en el lugar correcto.
"¡Nada mal, eh!", Graham exclamó y sonrió con orgullo.
"¿En serio lo logré?", ella no podía asimilarlo. Si bien era la primera vez intentaba algo de ese estilo, lo hizo sin problemas.
"¡Thiago, qué buen maestro eres!", se sentía tan feliz que se abalanzó sobre el joven Liu. Por su parte, él la recibió con gusto y la cargó.
Al bajarla, le susurró y le guiñó un ojo. "Esa fue la parte más fácil".
"¡Jum! ¡Eres un aguafiestas!", la mujer frunció los labios y entrecerró los ojos.
Graham se quedó asombrado por su adorable expresión y no se resistió en acariciar sus labios con el dedo índice. "No hagas pucheros delante de otras personas, ¡son demasiado feos!".
Su inesperado comentario ocasionó que Elvira se petrificara.