Capítulo 26
1700palabras
2023-10-27 14:28
Al día siguiente, Elvira se despertó muy temprano y estaba muy emocionada por ir al famoso parque de atracciones de Gotemburgo. Recordó haber visitado aquel lugar con su familia, aunque eso fue cuando solo era una niña. Ahora que ya era adulta, extrañaba los días en que podía gritar desde el fondo de su corazón sin preocuparse por lo que opinaran los demás.
Llevaba unos jeans ajustados de color azul y un vestido marrón con mangas de murciélago que le descubrían los hombros. Combinó su atuendo con unas grandes gafas de sol negras que favorecía su delicado rostro redondo y su cabello castaño rizado. Aparte, llevaba un bolso hobo y unas botas Chelsea de color café que eran sus favoritas.
Cuando Bagrat fue a recogerla frente al hotel, la elogió: "¡Te ves muy hermosa hoy, Elvira!". Sonrió con admiración a la par que conducía su Mercedes Benz Clase E Cabriolet negro, y no pudo evitar echarle un vistazo a la mujer antes de enfocarse en la vía.

"¡Gracias, Bagrat! Tú también te ves genial", respondió por educación.
Por su parte, el joven Bermudez llevaba un sencillo suéter tipo cárdigan de color gris y con cuello chal, acompañado de unos jeans negros. Sus lentes le daban un aire misterioso, y lucía tan guapo que se convirtió en el centro de atención de algunas damas.
Tras llegar al estacionamiento, la mayoría de las personas se quedaron asombradas de ver a una «pareja tan perfecta» bajar elegantemente del auto convertible.
Bagrat colocó una mano en la espalda de Elvira y la guio hacia la entrada. Por otro lado, ella miraba a su alrededor; tanto su mente como su vista buscaban a alguien. «Espero que esté aquí para que vea lo bien que me llevo con Bagrat», se dijo para sus adentros.

Ella sabía que aquella actitud era negativa. Sin embargo, dado lo problemática que era, no le importaba provocar al hombre que le gustaba para ponerlo celoso. Quería obtener lo que deseaba a como diera lugar.

Justo como si el universo la hubiese escuchado, la multitud volvió a armar un alboroto cuando vieron a otra «pareja perfecta» saliendo de un Porsche GT3 RS blanco de último modelo. Graham estacionó su auto al lado del Mercedes Benz de Bagrat, los dos vehículos superdeportivos llamaban más la atención que sus pasajeros y parecía que el famoso parque de diversiones tenía una exhibición de carros.


"¡Waoh! ¡Mira esos bebés!", un joven que llevaba gafas de sol contempló los lujosos vehículos, puso las manos sobre su cabeza y se quedó boquiabierto.

"Vaya, ¿cuánto crees que cueste uno de esos?", preguntó el amigo del primer chico. Aunque tenía muchas ganas de tocar a cualquiera de los dos carros, se abstuvo de hacerlo debido a que temía estropearlos.
"Mi amor, quiero un auto deportivo como regalo de cumpleaños", una joven dama le pidió a su pareja en un tono coqueto y mimado.
"Pues, em…", el novio de la señorita tartamudeó con vergüenza, ya que era un asalariado común y corriente que no podía permitirse vehículos tan pomposos.
Cuando la segunda «pareja perfecta» se acercó lo suficiente a la primera, Elvira les dedicó una sonrisa forzada. Agradecía haberse puesto las gafas de sol, ya que, de lo contrario, podrían haber visto lo sombría y seca que era su verdadera expresión.
Jacinta vestía pantalones cortos blancos y un cárdigan rojo con estampado de puntos y cuello de cisne. Sus suaves y delgadas piernas estaban cubiertas por unas botas negras que le llegaban a las rodillas y que tenían tacones de siete centímetros. Se había atado su larga y lisa cabellera en una cola de caballo, lo cual resaltaba su rostro ovalado.
Los dedos de la joven Ávila estaban entrelazados con los de un hombre increíblemente hermoso que vestía una sudadera con capucha blanca y de manga larga junto a unos pantalones ribereños de color beige. Aunado a eso, su cabello medio desordenado lo hacía lucir más atractivo. La mirada penetrante de aquellos ojos castaños podían hacer que cualquiera se derritiera o se congelara en cuestión de segundos.

Por tal razón, cuando Bagrat y Elvira notaron su presencia, se sintieron un tanto intimidados. Para la señorita Hidalgo, Thiago caminaba con movimientos cuidadosos, dominantes y encantadores a la vez, lo cual hizo que su corazón palpitara más rápido de lo habitual.
Pese a que Bagrat escuchó algunos latidos, no supo de dónde venía el sonido.
"Hola, representante Zhang y señorita Ávila, es un gusto verlos de nuevo", Bagrat los saludó primero. Si bien les dedicó una sonrisa a ambos, sus ojos miraban con l*juria las piernas de Jacinta. Al igual que Elvira, agradeció poder ocultar sus verdaderas emociones detrás de sus gafas de sol.

"Hola, presidente Bermudez", Graham respondió con un semblante frío.
"Hola, señorita Hidalgo, te ves muy bonita hoy. ¿No lo crees, Thiago?", Jacinta la contempló, y cuando ladeó la cabeza para mirar al joven Liu, mostró parte de su hermoso cuello.
Bagrat se rio entre dientes, y Elvira los observó con atención.
"Gracias por el cumplido, señorita Ávila. También luces muy linda, ¿pero no tienes frío?", Elvira inquirió en un tono burlón antes de quitarse lentamente las gafas de sol.
Jacinta entrecerró los ojos al notar el sarcasmo en su comentario, y Graham no pudo evitar fruncir el entrecejo al ver lo seductores que fueron los movimientos de la joven Hidalgo. «¿Lo hace a propósito para atraer a ese tipo?», Thiago pensó, dejándose llevar por los celos.


Bagrat tosió luego de oír las palabras de Elvira, y antes de que la situación se volviera más incómoda, la tomó de la mano y la guio hacia el parque de diversiones. Graham y Jacinta los siguieron y vieron sus interacciones.
Como el pecho del joven Liu comenzó a agitarse por la ira, apretó la mano de la pianista por accidente, ocasionando que ella pensara que era su manera de demostrarle su afecto.
"Thiago, me estás apretando la mano con demasiada fuerza. ¡No te preocupes, no voy a huir!", la chica dijo en broma, y la «pareja» frente a ellos alcanzó a escucharla.
Después de que Graham se quedara pensando en Elvira por un buen rato, por fin reaccionó, le sonrió a Jacinta y le susurró: "Y aunque quieras escapar, no dejaré que lo hagas".
La diseñadora de moda los escuchó en silencio y se mordió el labio inferior ante la envidia y la decepción. Si hubiera sabido que las cosas iban a terminar de esa manera, no habría ido a Suecia.
"¿Te gustaría jugar el tiro al blanco?", Bagrat le propuso, interrumpiendo repentinamente sus pensamientos. Aquel era un juego simple en donde usaban pistolas y rifles falsos.

"Me encantaría, pero soy muy mala en esas cosas", ella respondió con franqueza.
Al igual que ellos, las dos personas de atrás también se detuvieron. Ambos observaban a Bagrat y Elvira que no dejaban de susurrarse entre ellos.
"Elvira, ¡como me vuelvas a hacer enojar, te juro que te sacaré de aquí!", Thiago murmuró con enfado.
"¿Eh? ¿Dijiste algo?", la señorita Ávila preguntó confundida, a lo que Graham se limitó a negar con la cabeza mientras sus ojos estaban fijos en las otras dos personas.

"¿Te gustaría participar, representante Zhang? Te reto a una competencia: ¡el que recolecte más juguetes será el ganador!", Bagrat sugirió en un tono altivo. Sus palabras engreídas atrajo a los transeúntes del parque, por lo que muchos se detuvieron con entusiasmo para presenciar el desafío.

"Claro, ¿por qué no?", el joven Liu accedió con impaciencia y sonrió de forma retadora.
Jacinta lo siguió con orgullo, pues sabía que Graham era muy bueno en ese tipo de cosas.
Cuando empezó el juego, Elvira se puso demasiado ansiosa, como si fuera una gatita que acababa de escuchar a un ratón dentro de la pared.
Bagrat fue el primero en tomar el arma; se enderezó, alzó los hombros y elevó ligeramente la pistola. Utilizó su mano izquierda para sujetar mejor el arma y apuntó hacia la diana, dando en el blanco de un solo tiro.
Elvira se alegró tanto que aplaudió, y la gente que los rodeaba también elogió su gran destreza. Bagrat, tan presumido como siempre, se rio en la cara de Graham, quien se mostraba sumamente sereno.
Una vez que llegó el turno del joven Liu, Jacinta lo animó: "¡Vamos, Thiago! ¡Será pan comido para ti!".
Aquello provocó que Elvira hiciera pucheros de ira. «¿Cómo estás tan segura? ¿Crees que lo conoces bien?», pensó a la vez que observaba a Jacinta, y cuando se volteó hacia Graham, se encontró con su mirada.
Thiago, quien estaba de espaldas a la diana mientras cargaba el arma, le dedicó una sonrisa arrogante. Sin darle tiempo a que los espectadores reaccionaran, estiró su brazo con rapidez y apretó el gatillo. Para sorpresa de todos, logró dar en el blanco sin que apartara la vista de la mujer.
Elvira se quedó perpleja, y sin dejar de verlo, juntó las manos y las colocó al nivel de su pecho.
"¡Sí! ¡Eres increíble, Thiago! ¡Ni siquiera miraste el objetivo!", Jacinta corrió hacia Graham y lo abrazó emocionada.
Bagrat se molestó con lo sucedido y hasta se sintió humillado por el joven Liu. ¿Quién hubiera imaginado que era un tirador experto?
La multitud también comenzó a aplaudir y a gritar que Graham era el ganador.
Luego de que el encargado del puesto notó que los dos jugadores tenían excelentes habilidades, anunció que se tomaría un descanso y les dio un peluche a cada uno de los participantes antes de cerrar la atracción temporalmente.
Graham recibió el oso de peluche más grande y se lo dio a Jacinta. No contento con eso y para enojar más a la señorita Hidalgo, sostuvo el rostro de su amiga y le dio un dulce beso en los labios.
Elvira y Bagrat se quedaron atónitos, y la diseñadora de moda apretó los dientes con fuerza para contener sus lágrimas. Cuando ya no soportó seguir viendo la escena, tomó la mano del señor Bermudez y se alejó de inmediato. En cuestión de segundos, ambos desaparecieron de la vista de Graham.

Por su parte, Jacinta se sorprendió tanto que su corazón latía con frenesí. Luego, colocó las manos en la cintura del hombre después del beso.