Capítulo 25
1706palabras
2023-10-27 14:28
Como era de esperarse, Graham y Jacinta acompañaron a Naín a la empresa Alonso. Si bien su negocio era del mismo rubro que el Grupo Liu, solo tenían oficinas en Suecia.
La empresa Alonso y el Grupo Liu planeaban construir un condominio de tres torres en el centro de la ciudad de Estocolmo. Iba a estar compuesto por apartamentos residenciales de cinco dormitorios y también de tipo estudio.
Los pisos subterráneos estarían destinados a ser estacionamientos. Afuera de los edificios iba a estar una amplia casa para fiestas y celebraciones especiales como bodas, cumpleaños y entre otros. Frente a esta, habría varias piscinas: la primera sería para entrenamiento, la segunda tendría toboganes para niños y el último estaría destinado al uso común de las familias.

Cerca de las albercas iban a estar jardines con modernas casas de nipa, y detrás del gran salón de fiestas habría un parque infantil y una pequeña cancha de baloncesto.
Decidieron realizar la construcción en el centro de la ciudad por su comodidad y excelente ubicación.
Además, el condominio también estaría situado cerca de la torre Hidalgo, un hotel de treinta y cinco pisos que le pertenecía a la empresa Hidalgo. El director no era otro que el hermano de Elvira, Ferran Jarrín Hidalgo, el director de uno de los mayores conglomerados.
Cuando dejaron a Elvira frente al hotel de su familia y ella salió del Maybach negro, su mánager fue inmediatamente a ayudarla.
"¡Fröken Hidalgo, välkommen Until Sverige! (Señorita Hidalgo, ¡bienvenida a Suecia!)", la asistente la saludó con una brillante sonrisa.
"¡Hej Mareeba! Du ser glad idag, är det nåt som händer? (¡Hola, Mareeba! Te ves muy contenta hoy, ¿ha pasado algo bueno?)", Elvira comentó en broma. Mareeba era una hermosísima dama que exudaba un aura intimidante. También era alta y esbelta.

"Nada en especial. ¡Es solo que tu hermano, el director Hidalgo, pasó por aquí ayer antes de regresar a China por la noche!", ella explicó con alegría y se sonrojó al instante. Era obvio que Mareeba estaba muy enamorada del hermano de Elvira.
"¡¿Qué?!", la señorita Hidalgo se quedó atónita. Dado que no quería que su hermano se enterara de que estaba en Suecia, se sintió aliviada al saber que se había ido.

"Por favor, no le digas que estoy aquí", le exigió a la asistente, y la otra mujer aceptó a pesar de no entender sus motivos.

Elvira se alojó en la suite presidencial que utilizó su hermano durante su estadía en Suecia. La joven tenía intenciones de descansar luego de salir de la ducha; no obstante, cuando recordó que Graham solo se iba a quedar dos días en el país, se levantó de la cama a toda prisa y se cambió de ropa.
Por otro lado, Graham planeaba llevar a Jacinta a Gotemburgo después de ir a la empresa Alonso y visitar el terreno en donde iban a construir los condominios. Si bien sabían que les llevaría casi cuatro horas de viaje en auto, no les importó. De hecho, disfrutaron los hermosos paisajes a pesar de que no había mucha diferencia con la primavera en otros países.

En marzo, los días eran más largos; y pese a que no llovía casi en la capital, la nieve aún persistía.
En plena primavera y bajo los cálidos rayos del sol, la isla de Gotland se cubrió de una alfombra de flores de amapolas que hacían un increíble despilfarro de colores espectaculares que adornaban las tierras.
"¡Thiago, me gustaría volver a visitar este país contigo en el futuro!", Jacinta exclamó con alegría y miró hacia afuera. Dado que la ventanilla del auto estaba abierta, su cabello despeinado se ondeaba con libertad junto al viento.
"Pensé que venías a menudo con tu familia", Graham arqueó las cejas. El apuesto hombre vestía una camisa sencilla de color gris y unas gafas de sol.
"Sí, pero es diferente hacerlo con alguien especial", la joven trataba de insinuarle algo.
Si bien Thiago estaba consciente de lo que ella quería transmitir, no le dio importancia. Justo cuando enfocó su atención hacia el frente, el delicado rostro de Elvira apareció de la nada.
¡Mi*rda!", se quejó. Ni siquiera estando en otro lugar aquella mujer dejaba de aparecerse en su imaginación como un fantasma.
«Me pregunto qué estará haciendo ahora», se dijo para sus adentros. Cuando llegaron a Gotemburgo, ya era casi de noche, así que fueron a cenar a un lujoso restaurante cerca del río.
Mientras los dos jóvenes estaban en medio de la comida, Graham vio una figura familiar entrando al restaurante: era nada más y nada menos que Bagrat Bermudez.
De pronto, temió por Elvira y esperaba que ella no hubiese abandonado la torre Hidalgo. Sin embargo, para su aterradora sorpresa, la mujer apareció en la entrada y saludó a alguien con una sonrisa tan amplia que daba la impresión de que había visto a su enamorado o marido.

Después de seguirla con la mirada y percatarse de la dirección a la que se dirigía, se quedó boquiabierto y dejó caer los cubiertos al suelo, lo cual ocasionó un molesto estruendo para los comensales del restaurante.
"¿Te encuentras bien, Thiago?", Jacinta se puso nerviosa al ver el rostro sombrío y los ojos penetrantes de Graham, parecía enojado. Entonces, siguió el curso de su mirada y atisbó a Bagrat y Elvira charlando con entusiasmo.


Cinco horas antes de que Graham y Jacinta arribaran a Gotemburgo, Naín llamó a Elvira y le informó que los otros jóvenes planeaban ir a ese lugar. Por ello, se alistó tan rápido como pudo y salió de su habitación. No obstante, al terminar de bajar por el ascensor, se encontró con Bagrat en el vestíbulo por mera casualidad.

"¿Señorita Hidalgo? ¡Qué grata sorpresa encontrarme contigo!", Bagrat fingió estar sorprendido cuando, en realidad, la había estado siguiendo desde el día que la llevaron al hospital.
"Hola, señor Bermudez, también me sorprende verte aquí", ella sonrió con incomodidad.
"Vine por un viaje de negocios y estaba a punto de irme a Gotemburgo. ¿Te gustaría acompañarme y visitar el lugar?", el sujeto le propuso.
Aunque ella quiso negarse, recordó que Graham y Jacinta irían al sitio mencionado. "Qué coincidencia, también iba para allá".

"¿Qué tal si vamos juntos? Si tomas el tren, tardarás entre cuatro y cinco horas en llegar".
"Bueno, si no es mucha molestia, te lo agradecería mucho", accedió de manera cortés, por lo que Bagrat sonrió de oreja a oreja.

Al ver aquella escena, Graham ya no podía concentrarse en comer. Por su parte, Jacinta estaba igual de molesta, le enojaba que cada vez que pretendía pasar tiempo a solas con el hombre que amaba, esa mujer siempre se aparecía frente a ellos. De forma abrupta, el joven Liu se levantó y tomó la mano de Jacinta, lo que la dejó aún más confundida.
"¿A dónde vamos, Thiago?". Él la apretó con mayor fuerza.
"¡A arruinarle la cita a ciertas personitas!", Graham respondió con brusquedad y, sin darle tiempo a que la señorita Ávila reaccionara, la llevó hasta donde se encontraban las dos personas que acababan de entrar al restaurante.

"¿Representante Zhang?", Bagrat se quedó atónito cuando vio al hombre que se paró detrás de Elvira, aunque se sorprendió más al reconocer a Jacinta.
Tan pronto como Elvira escuchó aquel nombre, sonrió internamente. Al darse la vuelta, se encontró con el semblante sombrío de Graham, quien no dejaba de observarla con severidad.
"¡Señor Zhang y señorita Ávila! ¡¿Qué hacen aquí?!", ella se levantó para saludarlos.
"Acabamos de llegar, y como vimos que estaban aquí, pensamos que sería buena idea cenar juntos", el joven Liu explicó de manera casual, aunque su puño no dejaba de temblar.
"Thiago, estábamos…", Jacinta no pudo terminar su frase debido a que Graham le pellizcó la mano, haciendo que ella torciera los labios de dolor. Entonces, ella lo miró con indignación, y él solo le dedicó una sonrisa.

"Ah, claro, qué idea tan estupenda", Bagrat no tuvo más remedio que aceptar la situación. Él se sentó al lado de Elvira, mientras que Thiago y Jacinta se acomodaron frente a ellos.
"¿Qué hace en Gotemburgo, presidente Bermudez?", Jacinta le preguntó en un intento de avivar su penoso estado de ánimo.
"Vine por una pauta que tengo para mañana, ¡pero me encontré con Elvira y me dijo que quería conocer la ciudad, así que aproveché para traerla!", Bagrat reveló y le sonrió a la diseñadora de moda.
"¿Desde cuándo empezaste a llamar a la señorita Hidalgo por su primer nombre?", Graham inquirió sin rodeos y con una expresión seria, provocando que las dos mujeres lo miraran.
Por su parte, Bagrat se rio entre dientes e hizo una pausa antes de responder con indiferencia: "Desde hace un tiempo. Ella misma me dio permiso de llamarla así". Al finalizar, contempló a la chica que estaba a su lado.

"Si quieres, mañana puedo llevarte al parque de diversiones después de que me desocupe", le susurró de manera intencional a Elvira, quien todavía seguía tan asombrada que no se percató de que asintió ante su invitación.

Bagrat sonrió con satisfacción, y aquella interacción hizo que Graham y Jacinta tuvieran pensamientos diferentes. Mientras que a la joven Ávila le alegró que alguien estuviera con Elvira, a Graham lo enfureció de sobremanera.

"¿No dijiste que te ibas a quedar en el hotel de tu familia?", Thiago le preguntó a la joven Hidalgo en un tono molesto.
"¿Eh? ¿Qué?". Cuando Elvira por fin reaccionó, le había perdido el hilo a la conversación.
"¡Mañana no irás a ningún parque de diversiones! ¡Tendrás que volver a Estocolmo!", el joven Liu le ordenó como si le estuviera hablando a un subordinado.
Elvira se enfureció por su trato. Sintió como si su propio padre o hermano la hubiera regañado.
"¿Y por qué te haría caso? ¡Saldré con Bagrat y no podrás hacer nada al respecto!", ella espetó con severidad y se levantó.
"Bagrat, ya comí lo suficiente. ¿Podrías llevarme al hotel, por favor?", le pidió, sin darse cuenta de la sonrisa victoriosa que traía el hombre.
"Por supuesto, ¡vamos!". Cuando el señor Bermudez se levantó, vio que Graham estaba a punto de explotar de la ira.
Tan pronto como esos dos salieron del restaurante, la expresión de Thiago se llenó de rabia y de notables celos.