Capítulo 17
1149palabras
2023-10-23 16:28
En el burdel de Cibeles.
Maura seguía en su burdel, pero servía exclusivamente a Markel. Con el paso del tiempo, se enteró de algunos de sus antecedentes y cosas por el estilo. Ella era una niña dulce y encantadora y solo tenía veinte años, mientras que él tenía veintitrés.
En la habitación, Maura estaba acostada en la cama junto a él. “Markel, ¿por qué decidiste ser guardaespaldas?”, le preguntó, acariciando suavemente su pecho. El hombre tenía los ojos cerrados y las manos en la parte posterior de su cabeza, cual si fueran una almohada. Estaba semidesnudo.

“Porque quería ganar mucho dinero para alguien”, respondió con honestidad. Tenía el rostro severo y sombrío.
“¿Para una mujer?”, siguió preguntando.
Esta vez la joven se levantó y se recostó de lado, apoyando la cabeza en su brazo.
Markel abrió poco a poco los ojos y miró a la chica que también lo observaba. “Sí, para mi novia de la adolescencia”, le respondió, tocando suavemente el delicado rostro de la joven y con sus dedos puestos sobre su barbilla.
“¿Dónde está ella ahora?”. Maura se interesó de repente en saber más sobre la mujer a la que él había llamado cuando estaban teniendo int*midad. Pensó que esta debía de ser muy especial.
“Ahora ella está con otra persona”. El rostro del chico, de pronto se ensombreció, al igual que su mirada.

Maura podía sentir la intensa ira en la voz del hombre mientras decía esto, y vio que apretaba los dientes.
Así, dándose cuenta de que estaba a punto de explotar, dejó de hacerle más preguntas. Por el contrario, se acercó a él y apoyó la cabeza en su pecho.
Se quedaron así durante bastante tiempo hasta que un golpe en la puerta perturbó su privacidad. Era Cibeles y estaba frenética.
“Markel, tienes que esconderla. Él está aquí y busca a alguien nuevo. ¡Está hurgando en todas las habitaciones, así que apresúrate!”, susurró ella, presa del pánico.

El chico comprendió de inmediato lo que quería decir, así que le dijo a Maura que se preparara para irse. Debían de huir de él antes de que fuera demasiado tarde para ella.
Cibeles abrió un pasaje secreto en la parte trasera del armario que daba a una pequeña puerta en el garaje. En realidad, este era un pasaje secreto, el cual nadie había conocido hasta ahora.
Cuando estaban a punto de cruzar la puerta, Cibeles le lanzó al hombre la llave del auto, “Cuídala mucho. ¡Es mi hija!”. Lo miró con tristeza.
Pero el chico no le pudo responder, ya que ella erró la puerta y puso el armario en su posición original.
Luego salió de la habitación, y cuando oyó alejarse el coche, sintió alivio. Maura era su hija, pero se había enterado de ello hasta hacía poco.
Cuando Maura se alojaba en su burdel, algunos incidentes desconcertaron a la mujer. Maura le había dicho que había crecido en un orfanato y que una anciana la había llevado allí. Esa mujer era su abuela. La pequeña tenía solo seis años cuando entró por primera vez en un lugar donde la mayoría de los niños se agrupaban para estudiar, hacer tareas domésticas o recados y jugar de vez en cuando. Antes de ello, al vivir con su abuela, esta la mimaba y la adoraba mucho, y aunque no tuvieran un centavo, jamás permitió que sufriera carencias o dificultades.
La razón por la que la había llevado al orfanato, era porque estaba enferma y moribunda, y no quería que ella viera su enfermedad y sufrimiento. Por ello, murió sola en una pequeña casa vacía y en ruinas.
Maura fue el resultado de la rebelión y la terquedad de Cibeles, quien se había enamorado de un c*brón cuando era muy joven, y quien, al enterarse de que esta estaba embarazada, la había abandonado inmediatamente.
Cuando Cibeles dio a luz a Maura, tuvo que salir a buscar mejores oportunidades, y fue entonces cuando conoció a Bagrat Bermudez, y fue, de hecho, la primera mujer de este.
Cibeles nunca se arrepintió de haber conocido a su hija en el burdel, ni de haberle presentado a Markel. Le agradaba mucho ver que el joven estaba interesado en ella y confiaba en que este la cuidaría bien.
Estaba muy pensativa cuando Bagrat la sacudió para que reaccionara. “¡Oye! ¿No tienes ninguna nueva? ¡Me muero de hambre y nadie aquí puede servirme! ¡Tendrás que cerrar mañana mismo si no puedes darme carne fresca esta noche!”. Sus palabras rugientes y sucias eran órdenes, y verdaderamente la asustaban. Le temblaban las piernas y hablaba tartamudeando.
“¡Cla... claro jefe! ¡Ya mandé a buscar una nueva chica para ti esta noche!”, respondió Cibeles.
Bagrat se limitó a mirarla con molestia, y cuando este estaba por irse, ella le preguntó por Reka.
“Jefe, ¿y Reka? ¿Cómo está?”. Tenía curiosidad ya que hacía solo un mes de que Bento la había traído a su villa.
“¿Reka? Oye, ¡parece que no me conoces! ¡No me satisface una sola mujer, est*pida!”. Bagrat se burló de ella con desdén mientras la sujetaba de la barbilla. Luego se fue.
Cuando su auto se alejó, ella cayó al suelo. Había sido muy bueno que Markel y Maura hubiesen escapado. No quería ni imaginar que ese hombre ab*sara de su hija…
En el auto.
Maura seguía ansiosa y el joven miraba por el espejo retrovisor para ver si alguien los seguía.
“¿Crees que nos están siguiendo? ¡Tengo mucho miedo!”. Ella estaba temblando.
Aún recordaba lo que había dicho Cibeles antes de irse. Ella era su hija y Bagrat estaba buscando una nueva mujer. Ese hombre era un absoluto maníaco psicópata.
“No te preocupes. Nadie nos sigue. De ahora en adelante, te quedarás conmigo. Tengo una pequeña casa fuera de la ciudad”, le explicó tranquilamente a Maura, pero seguía jadeando.
“Es pequeña, pero está limpia y el aire no está contaminado. Además, los vecinos son amables”. Le angustiaba pensar que a Maura tal vez no le gustara, por lo que, de vez en cuando, miraba su expresión.
Esta era la segunda vez que cortejaba a una mujer. La primera vez le había hablado de su sencilla forma de vida a la chica, y esta lo había despreciado. Eso lo había convertido en la persona que era ahora.
Pero para su sorpresa, Maura sostuvo sus manos temblorosas que se agarraban con fuerza al volante, y dijo sonriendo: “No me importa si vivimos incluso en un túnel. Siempre que estés conmigo, me sentiré segura y protegida. Muchas gracias, porque si no hubieras estado conmigo, seguramente ahora estaría en una horrible situación. ¡Prométeme que no me dejarás!”.
Él estaba tan feliz que sonreía mientras conducía, y tenía los ojos un poco llorosos. Así, tomó la mano de Maura y se la besó. Por primera vez en dos años, se sentía muy emocionado. La joven también estaba muy feliz, y pensó que por fin había encontrado un verdadero hogar.