Capítulo 14
1243palabras
2023-10-23 16:21
Pasaron dos semanas después de la fiesta de cumpleaños de Graham en Suite Largavida, y Elvira no volvió a buscarlo, lo que hizo su vida un poco más tranquila y pacífica. El chico estaba revisando en su celular algunas llamadas y mensajes de texto, tenía una mano en el dispositivo y otra apoyada sobre el escritorio.
“¡Señor!”. Naín apareció frente a él con una gran pila de documentos en las manos.
El chico frunció las cejas, haciendo aparecer cierta confusión en el rostro enfurruñado de su jefe, que lucía como si hubiese perdido muchísimo dinero.
Graham primero lo miró fijamente y luego a la enorme pila de documentos que tenía en las manos. “¿Qué estás esperando? ¿Piensas dejarlos todo el día en mi oficina?”, preguntó con su mirada aguda y entrecerrando los ojos.
“Estos son los contratos que firmaron nuestros nuevos socios de diferentes empresas. Y estos los informes de nuestros ingresos anuales y las revisiones de diferentes departamentos. Hasta ahora, ¡hemos triplicado las ganancias para este año!”. Naín declaró alegremente.
Si la empresa tenía éxito, él se sentía satisfecho. El treinta por ciento del trabajo de su jefe recaía sobre sus hombros, por lo que compartía los éxitos y fracasos de Graham casi todo el tiempo.
Este último simplemente golpeó suavemente el escritorio y se levantó. “¡Buen trabajo!”, exclamó, dándole unas palmaditas en el hombro y se fue. “¡Tómate el resto del día libre! Ve a prepararte para nuestra cita de esta noche. Deja que Rita se encargue de lo que falta”. Graham de inmediato caminó hacia la entrada, dejando a Naín estupefacto.
Había olvidado ponerse el traje que estaba colgado en el perchero. Así, fue directamente al estacionamiento y se subió a su deportivo Aston Martin azul. Luego abrió el GPS conectado a su teléfono y buscó un nombre en específico. Al ver la ubicación, entrecerró los ojos, ya que la persona estaba a dos horas en coche de la ciudad.
El hombre aceleró de inmediato y se alejó a toda velocidad. Cuando por fin llegó al lugar, encontró a quien buscaba, la cual estaba ocupada, viendo una sesión de fotos junto a los estantes de vestidos y disfraces.
'Entonces, ¡eso es lo que la tendrá ocupada durante dos semanas!', pensó sonriendo para sí mismo.
La observó desde su auto. Tenía la ventanilla abajo y recargaba la mano sobre ese espacio mientras golpeteaba con los dedos. No apartó su mirada de ella, que estaba atendiendo a una bella modelo.
La mujer traía puesta una blusa sencilla de color rojo claro y un pantalón ajustado blanco. Su gran b*sto se veía atractivo a través del escote en V de su prenda superior e incluso se podía observar una parte de sus p*chos, lo cual lo hizo fruncir el ceño. Combinó su atuendo con unas botas rojas hasta la rodilla y su cabello castaño y rizado caía libremente sobre sus delgados hombros. Algunos mechones le tapaban el rostro, lo cual hacía que luciera aún más seductora.
Elvira se encargaba del atuendo de la modelo cuando el maquillador caminó hacia ellas. “Señorita Hidalgo, tus diseños son verdaderamente impresionantes. Solo mira esta muñeca, ¿acaso no es la más hermosa?”. El maquillador era gay, pero su alegre mirada era imperceptible a menos que hablara. “¡Y tú también! ¡De no saber que eres diseñadora, habría pensado que eras una de las modelos de aquí!”, exclamó mientras le daba a Elvira un abrazo.
“Gracias, Abdiel. ¿Cómo has estado?”. Elvira conocía a Abdiel desde hacía bastante tiempo. Como este era un famoso maquillador, si había sesiones fotográficas o campañas publicitarias, casi siempre se encontraban.
“¡Últimamente, he estado ocupándome de muchas mujeres que necesitan mi magia! ¡Abracadabra!”, pronunció entusiasmado, mientras agitaba su mano e imaginaba sostener una varita.
Elvira se rio de sus divertidas acciones y la modelo que tenía al lado hizo lo mismo, tapándose la boca.
Aún estaban conversando, cuando Abdiel abrió de repente la boca y los ojos de par en par, sorprendido. “¡Oh, por Dios! ¡Un Adonis de carne y hueso! ¡No, es la encarnación de Héctor! ¡No, no, la de Aquiles! ¡Dios mío, es la de cualquier hermoso y perfecto Dios griego! ¡Creo que me voy a desmayar!”. Se agarró el pecho con sus manos y se inclinó ligeramente hacia atrás, sin poder evitar tragar su propia saliva.
Graham caminó lentamente hacia ellos, mostrando su poderosa aura, y cuando por fin entró, todos lo miraron. Sus pasos eran como los de los modelos de pasarelas, que imponían poder y gracia. Todos en el set admiraron cada parte de su rostro, como si se tratara de un diamante precioso protegido en una caja de cristal.
Tenía el cabello castaño oscuro, espeso y lustroso, peinado de una forma desordenada. Sus ojos eran de un fascinante color marrón oscuro intenso con un brillo plateado en ellos. Su rostro era fuerte y definido, como una escultura tallada en granito y sus oscuras cejas le daban una expresión seria. Siempre se veía distante, pero ahora también reflejaba dureza. Sus labios perfectos estaban listos para recibir un beso.
Sus brazos, notablemente fuertes a través de sus mangas largas arremangadas y un poco ásperas por el ejercicio, sostuvieron a Elvira al tiempo que observaba sus ojos color marrón claro. La chica no pudo evitar sonrojarse.
“¿Qué haces aquí?”. Su corazón comenzó a latir con fuerza.
“¡Termina de hacer esto y te llevaré a casa!”. Desde la profundidad de sus ojos hasta las expresiones severas, pero gentiles de su voz, este hombre era sumamente guapo. Su sola aura hizo a todos detenerse a observarlo.
“¡Oye, Elvira!, ¿te gustaría presentárnoslo?”. Abdiel fingió una tos para poder cubrir su cara enrojecida.
Había visto muchos modelos, pero jamás se había topado con un hombre como este, que impusiera tanto con su sola apariencia perfecta y su voz encantadora.
“Señorita Hidalgo, ¿es tu novio?”. La modelo de inmediato se interesó por Graham, así que parpadeó con sus ojos tentadores, se mordió el labio inferior y movió sus caderas para lucir su despampanante cuerpo.
Pero Elvira ni siquiera pudo responder, pues Graham se adelantó: “¡No!”. Lo comentó con una actitud fría e indiferente, pero su suave sonrisa estaba fija en la modelo, a la cual se le iluminaron los ojos.
Elvira puso los ojos en blanco con molestia y asombro. Luego miró a Graham quien se burlaba con frialdad de ella: “¡Basta!”, advirtió.
El incómodo momento entre los tres, consternó al maquillador. “¡Eh! Entonces, ¿qué relación tienen?”. Posó sus ojos en el atractivo rostro de Graham.
“Somos compañeros de negocio”, respondió este último. Los otros dos quedaron sorprendidos ante su respuesta.
“¡Anda! ¡Termina de hacer eso para que pueda llevarte a casa!”. Graham miró a la joven, quien seguía estupefacta por su repentina aparición.
“No puedo, estoy trabajando. ¿No ves?”. Comenzó a molestarle su actitud autoritaria.
“Entonces te esperaré aquí”. Graham vio una silla en la esquina y fue a sentarse en ella, como si fuese un rey.
Elvira se cruzó de brazos y caminó hacia él. “¡Esta sesión de fotos durará todo el día! ¿Podrás quedarte aquí todo ese tiempo?”.
“Eso no me importa”. Su indiferencia la estaba enfureciendo.
Graham de pronto agarró una revista de moda del estante, y al ver la fotografía de su prima Lesath, sonrió con orgullo.
Pero Elvira malinterpretó su expresión, le lanzó una mirada aguda y murmuró algo antes de darse la vuelta para ir al vestidor.
El hombre frunció el ceño: '¿Acaba ella de decir que soy un Don Juan?'.