Capítulo 3
1227palabras
2023-10-23 14:16
«¡Plaf!», un sonido fuerte y nítido resonó en la habitación silenciosa y aterradora. De inmediato, la huella de una mano se marcó en el lado izquierdo de su rostro y la sangre brotó de la comisura de sus labios, lo cual indicaba que la bofetada fue brutal.
"¡Eres un inútil y un idi*ta!", un hombre con traje rugió de ira mientras observaba al sujeto que se inclinaba ante él.
"¡¿Cómo pudiste dejar que una insignificante mujer se escapara de ti, pedazo de basura?!", espetó con furia.

El otro hombre mantuvo la calma y estuvo con la cabeza gacha todo el tiempo. No había manera de refutar sus regaños, ya que fue su culpa. Jamás pensó que una chica de apariencia tan frágil iba a salir con un as bajo la manga.
Dado que Elvira dijo que tenía hambre, fue a la tienda a comprarle algo de comida. Aun así, procuró no ausentarse por demasiado tiempo, ya que sabía lo importante que era la mujer para ellos, pues era nada más y nada menos que la hermana menor de su rival.
Pese a que el director Hidalgo era su objetivo principal, no eran capaces de hacerle daño debido a que siempre estaba armado y acompañado de múltiples guardaespaldas. Por tal razón, optaron por secuestrar a su hermana.
"¡Más te vale que lo resuelvas pronto si no quieres morir!", el hombre con traje seguía expresando su enfado y frustración contra el joven que raptó a Elvira.
"¡Sí, jefe! ¡Ten por seguro que lo haré!", lo observó con pavor y nerviosismo.
"¡Ahora vete!", el líder exigió al tiempo que golpeaba el enorme escritorio de caoba que se hallaba frente a él. Como el jefe era demasiado intimidante, el pobre empleado abandonó la habitación a toda prisa.

Tan pronto como el subordinado se retiró y cerró la puerta, el hombre con traje se dejó caer en su lujosa silla de cuero, miró hacia el techo y suspiró.
Permaneció en la misma posición por un rato hasta que sonó el celular que descansaba sobre la mesa, por lo que entrecerró los ojos con sospecha y examinó la pantalla. Le pareció extraño que no reconociera al remitente, ya que solo tres personas conocían su número privado: el hombre al que abofeteó hacía unos minutos, el dueño del burdel donde solicitaba la compañía de jovencitas y una mujer que vivía en Los Ángeles.
«¿Quién es esta persona y cómo consiguió mi número?», pensó a la par que presionaba el botón para aceptar la llamada.
"¿Aló? ¿Quién eres y cómo conseguiste mi número?", su arrogancia y molestia se notaba a través de su tono.

"¡No necesitas saberlo, solo tienes que escucharme atentamente!", una voz igual de dominante y amenazante respondió al instante, lo cual provocó que al hombre con traje se le erizara la piel.
"¡¿Qué es lo que quieres?!", preguntó con impaciencia.
El hecho de que la persona al otro lado de la línea hubiese obtenido su número privado significaba que se trataba de alguien con mucho poder e influencia.
"¡No te atrevas a lastimarla otra vez!", exigió, enfatizando cada una de sus palabras.
Al oírlo, el hombre frunció el entrecejo. ¿Acaso el remitente de la llamada sabía algo sobre la mujer que secuestraron la noche anterior? De ser ese el caso, quería decir que estaban en graves problemas. Para colmo, seguía sin entender cómo supieron que ellos eran los autores intelectuales.
Con todos aquellos pensamientos en mente, el sujeto con traje comenzó a temblar. Hasta se imaginó al hombre de la llamada parado frente a él, erguido, inquebrantable y autoritario.
"No sé de qué me hablas…", tartamudeó un poco.
El hombre al otro lado de la línea se rio entre dientes y advirtió con severidad: "Sé que ayer raptaste a la «garantía». Escúchame bien: si algo así vuelve a suceder, ¡cierta mujer de Los Ángeles va a sufrir!". Fue entonces que colgó después de haber intimidado al líder de los secuestradores.
"¡¿Qué quiso decir?!", gritó sin poder creer lo que acababa de escuchar. ¿Cómo supo de ella?
Enseguida, marcó un número de forma frenética, y cuando la llamada conectó, dio una orden contundente mientras jadeaba: "¡Detén el plan en este preciso instante! ¡¿Lo entendiste?! ¡No hagas nada por ahora!".
El subordinado que abofeteó con anterioridad se quedó confundido, y antes de que pudiera reaccionar, su jefe le colgó. No le agradaba para nada la actitud de su superior, ya que jamás lo trataba como a un humano, sino que siempre le daba órdenes como a un perro. Sin embargo, no podía hacer nada al respecto, puesto que sabía a qué se iba a someter cuando aceptó el trabajo. Era como si su jefe le hubiese puesto un bozal en la boca y una cadena en el cuello para esclavizarlo. De pronto, sintió impotencia y rabia al pensar en su lamentable situación.
La persona que secuestró a Elvira aquella noche era un joven bien parecido que vivía en un suburbio de otro país. A pesar de que tenía un sueño maravilloso, todo se derrumbó por culpa de una mujer. Debido a sus excelentes habilidades de lucha, obtuvo un trabajo como guardaespaldas, pero nunca imaginó que esa no sería su única labor. A veces, tenía que lastimar e intimidar a las personas que ofendían a su jefe. Sus servicios eran tan bien remunerados que adquirió una casa propia y un auto en un período bastante corto. Hasta tenía un apartamento en otra ciudad.
Si bien se esmeró muchísimo en ahorrar dinero para su futuro y el de su mujer, sus sacrificios y esfuerzos se fueron a la basura. Todo se debía a que su pareja se había estado acostando con otro hombre, y esa persona era nada más y nada menos que el enemigo principal de su jefe, el director Hidalgo y el hermano mayor de la muchacha que secuestró la noche anterior.
Por esa razón, sentía una rabia inmensa hacia el director y juró que lo destruiría a como diera lugar. Pensaba que su plan se llevaría a cabo con éxito gracias al apoyo de su poderosísimo jefe, aunque primero tuvo que indagar cuál era la debilidad del enemigo, que resultó siendo Elvira Hidalgo, su hermana.
Por su parte, el jefe en cuestión era el rival del director Hidalgo en el mundo empresarial. Ambos sacaron adelante los negocios multimillonarios que heredaron de sus familias. A pesar de que no era chino, conoció al director Hidalgo en el liceo cuando cursaban la preparatoria en el extranjero.
Además, había deseado a Elvira por muchísimo tiempo. Solo la vio dos veces: durante su graduación y en el desfile de la señora Tabita hacía unos meses. Se propuso a sí mismo que conquistaría a la mujer para luego engañarla. Su plan era presumirle al director Hidalgo que él, su enemigo principal, había jugado con los sentimientos de la hermanita que tanto adoraba y consentía.
Se rio entre dientes ante tales ideas, ya que pensaba que sería maravilloso si pudiera lograrlo. No obstante, alguien parecía haber descubierto su plan, por lo que necesitaba mantener un perfil bajo durante un tiempo y observar su entorno. Tenía que trazar una estrategia alterna y llamar la atención de Elvira de otra manera.
De repente, un plan perfecto y cruel se estructuró en su mente, lo cual ocasionó que sonriera con maldad y que pronunciara en su habitación: "¡Señorita Hidalgo, pronto serás mía!".