Capítulo 21
1601palabras
2023-10-21 00:44
Capítulo Veinte
Pesadilla
El frío había paralizado mis bronquios. Ya no respiraba, solo sentía el agua salada en mi boca y mis pulmones, ahogada, cansada y casi desvanecida. El peso aplastaba mi cuerpo pequeño y el movimiento del oleaje me hundía cada vez más en las profundidades.
Mis bracitos habían dejado de luchar y mis ojos buscaban desesperados el barco de mi padre. Allá arriba solo se veía el oscilar furioso de las olas y los relámpagos de la tormenta. Estaba muerta, lo sabía, mi organismo no podía aguantar mucho más aquella agonía, mi pecho parecía estallar por la cantidad de líquido que había dentro.
Ya no tenía miedo, ese momento había pasado cuando las olas lamieron mis pies y me arrancaron de la borda del barco llevándome con ellas. Ahora sentía tranquilidad, mis oídos estaban sordos y mis ojos pronto se encontrarían vedados, y ya nada dolería. Lo único que lamentaba era no haberme podido despedir de mi padre.
De pronto algo tiró de mí con fuerza. Imaginé que sería imposible que me sacaran de allí abajo, pero estaba equivocada. El agua a mi alrededor se arremolinó mientras me arrastraban hacia arriba.
Seguía sorda, sin ver y sin poder respirar. No sabía cómo aún mantenía la conciencia cuando colocaron sobre algo duro y mojado. Una presión en el pecho me hizo sentir una terrible punzada y quise gritar para que se detuvieran, pero no podía hablar. Una nueva presión, aplastó mi caja torácica y el agua que tenía dentro luchó por salir. Recién en el cuarto intento encontró la salida, abrí la boca y escupí el torrente que llevaba adentro. El aire ingresó en una bocanada desesperada y el dolor me hizo gemir mientras las lágrimas corrían por mis mejillas.
El sonido comenzó lejano, como un pitido, y luego pude volver a escuchar y tener conciencia de la realidad. Abrí los ojos y me encontré en medio del mar sobre una tabla de madera. Miré alrededor en un intento por encontrar a mi padre, mi salvador. Pero solo vi los restos del barco flotando a la deriva como un animal muerto, despedazado. Sollocé despacio al percatarme que quien me había salvado ahora me dejaba abandonada. Grité el nombre de mi progenitor lo más fuerte que pude, dolía demasiado hablar, pero yo estaba nerviosa y no podía callarme.
Unas luces me encandilaron y el ruido de voces llegó a mis oídos. Aullé una vez más y me desmoroné sobre la tabla. Cuando desperté me encontraba en un barco con mi madre llorando a mi lado. No hizo falta que preguntara qué había sucedido con papá, ya sabía la respuesta.
Había muerto por salvarme.
***
Abrí los párpados en la oscuridad. Me incorporé en la cama e inspiré en busca de aire, como si la pesadilla me hubiera remontado a aquel día y acabaran de rescatarme. Mis ojos recorrieron el perímetro que me rodeaba, estaba confundida y sin saber dónde me encontraba. Las conocidas paredes y muebles de mi habitación fueron las primeras imágenes que llegaron a mi cerebro con un poco de demora, como si me costara creer que estaba allí.
Hundí la cabeza en mis manos y sollocé en silencio, otros recuerdos vinieron a mi mente, pertenecientes a la noche anterior. El llanto cesó de forma inmediata. ¿No tendría que estar en casa de Lisa? ¿O acaso todo eso también había sido un sueño? ¿Mis pesadillas se habían vuelto tan reales que ya no sabía distinguir la realidad?
Volví a recorrer la estancia con la mirada y fue cuando lo vi. Una silueta que se mantenía en la penumbra, sentada en una silla, al otro extremo del cuarto. Dejé escapar un grito y me apretujé en una orilla de la cama, pegándome contra la pared.
―Tranquila Maia, no voy a hacerte daño. ―La voz de Anthony llegó a mis oídos clara y profunda, aunque había hablado apenas en un susurro.
¿Tranquilizarme? Casi me eché a reír de la desesperación. Aún recordaba la expresión desquiciada y frenética de Camilla. Su sonrisa sarcástica, los colmillos largos, afilados y amenazadores. ¿Tranquilizarme con un vampiro en mi habitación y el otro merodeando mi casa?
Anthony se levantó y dio unos pasos hacia mí, lento y cauteloso, se detuvo a unos metros de la cama y me observó con detenimiento. Estudiaba mi reacción y no debió tardar un segundo en notar que temblaba como una hoja. Intenté mantener la compostura y la cabeza fría, sin dejarme llevar por el miedo. Mis manos tantearon la pared en busca del bate de béisbol que hacía tiempo le había escondido a mi hermano.
El vampiro decidió acercarse más. Recorrió el trecho que lo separaba con andar sigiloso y se sentó a los pies de la litera, sin apartar sus ojos de los míos. Decidí que no debía mirar aquellas profundas pupilas grises que tanto atraían, algo me decía que gran parte de su poder residía allí.
Mis dedos tocaron por fin el bate y se aferraron alrededor de él.
―Sé que tienes miedo ―dijo con voz monocorde, segura y grave―. No espero otra cosa después de lo que pasó, pero no estoy aquí para hacerte daño.
―¿No? ¿Y por qué me secuestraste de la casa de mi amiga?
―Era necesario. Solo te estoy protegiendo.
―¿De quién? Los únicos monstruos a los que puedo temer aquí son ustedes. ―No sé de dónde salió la fuerza para hablar, pero me sorprendí a mí misma al ser desafiante.
―En eso tienes razón ―replicó Anthony sin alterar su expresión―. Por eso he querido ayudarte, no creo que puedas vértelas sola con Camilla.
―¿Camilla? Si tú estás aquí, ella también.
―Ella se fue. Es decir, se fue de su casa. ―Se rectificó al ver la expresión de sorpresa que cruzó mi rostro por unos segundos―. Está en la bahía dando vueltas, a la espera…
―¿A la espera de qué?
―Que salgas y pueda atraparte.
―¿A mí? ―Mi voz sonó como un chillido―. ¿Por qué yo?
―Porque tú sabes lo que ella es. Lo que somos.
―¡Ella me contó! Yo no le pedí nada.
―Solo jugaba contigo. Es lo que le gusta hacer, te quería atraer hacia ella y lo logró. En realidad debo admitir que parte de la culpa es mía, también me quería a mí ―agregó casi con pesar.
―¿Y por qué diablos iba a usarme a mí para llegar a ti? Ni siquiera me conoces ―repliqué confundida. La tranquilidad de él era tan absoluta que me ponía nerviosa, las explicaciones que me daba carecían de sentido y aún esperaba que me atacara. Aferré el bate con firmeza, si lo golpeaba con todas mis fuerzas tal vez podía causarle un daño considerable.
―No eres tú. Es igual si hubiera usado a cualquier otra chica, ella estaba manteniéndote cerca con la historia mientras esperaba mi llegada. Solo fuiste el cebo que eligió.
―Pues me encontrará en cualquier momento. Volverá aquí a buscarme, estamos frente a su casa.
―Conozco a Camilla y sé que sus planes son algo rebuscados. Inteligentes, no puedo negarlo, pero rebuscados. Piensa que todos son iguales, no ha aprendido aún que a veces lo que buscamos está justo frente a nosotros. El traerte aquí es una estrategia, esta es tu casa, este lugar está impregnado de ti.
―Solo quiero vivir mi vida, juro que no diré nada de lo que sé. Ni siquiera estoy segura de que sea verdad y si esto está pasando realmente. Tal vez se trate de una pesadilla y mañana despierte sin recordar nada. Por favor, déjenme en paz ―supliqué.
―Ojala las cosas fueran tan simples. Pero Camilla se ha encaprichado contigo, creo que incluso te ha tomado una especie de cariño. No te dejará ir por nada del mundo, créeme.
―¿Creerte? ―chillé―. ¿Por qué habría de hacerlo? Lo único que he conseguido desde que ustedes entraron en mi vida es complicaciones. Le creí a Camilla y ella solo quería utilizarme. ¿Por qué tendría que creerte a ti, Anthony? ―cuestioné remarcando su falso nombre.
―No puedo demostrarte que digo la verdad. ―Sus ojos hicieron presión sobre los míos, atrayéndome hacia ellos. Tuve que hacer un gran esfuerzo para resistirme a su mirada―. Solo puedo decirte lo que sé y lo que pasará.
―¿Qué pasará?
―Ella no descansará hasta que seas suya. Está dispuesta a cualquier cosa y utilizará toda su magnificencia para lograrlo, sin importar cuántos caigan en el camino.
―¿Cuántos caigan?
―¿Crees que a ella le importa la vida de este pueblo, de tu familia, de tus amigos? Pasará por encima de todos con tal de tenerte.
Aquellas palabras me atravesaron como cuchillos, ¿los había puesto a todos en peligro por el simple hecho de escuchar una estúpida historia? Me sentí derrotada y aterrada; había llevado destrucción al pueblo solo por creer en una leyenda.
Anthony observó mi rostro sin decir una palabra y escrutó mis reacciones. ¿Debía creerle? ¿Y si él decía todo aquello para asustarme y tenerme en su poder? ¿Qué sabía acerca de aquel hombre más allá de lo que me había contado Camilla?
De pronto se movió y en menos de un segundo estuvo a mi lado. Reaccioné tarde y para cuando levanté el bate y lo dirigí con fuerza hacia su rostro él ya estaba preparado. El palo tembló entre mis dedos y quedó atrapado en su mano. Sonrió y lo soltó dejando que cayera a un costado de la cama mientras yo aún lo miraba atemorizada.
―Fue un buen golpe ―dijo sin borrar su sonrisa, pero luego se puso serio y sus ojos comenzaron a refulgir.
Me quedé a la espera de que devolviera el golpe. Probablemente me mataría.